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igualdad y equidad
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La igualdad no es una búsqueda de ser lo mismo o idéntico; es un principio que establece una relación entre la complejidad de diferencias al proveer un hilo que une a toda la humanidad.

28 Junio de 2023 15.26

Tanto la igualdad como la equidad son conceptos cuestionados y encuentran polémica y polarización en los entornos sociales y políticos que habitan. Y no solo motivan desacuerdo, sino que también se utilizan indistintamente como si fueran lo mismo, pero son diferentes y divergen en significado y particularmente en la práctica. Al mismo tiempo, ambos son importantes por razones distintas y dignas de discusión. Esta vez, la discusión se centrará en la igualdad, mientras que la equidad se analizará en un próximo artículo. 

La igualdad reconoce que todos los seres humanos tienen el mismo valor, merecen el mismo respeto y por lo tanto los mismos derechos y acceso a oportunidades. El principio que todas las personas tienen derecho a ser tratadas por igual es fundamento de la democracia, los derechos humanos y el derecho constitucional. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos es un pilar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Este documento establece, además, la igualdad ante la ley y la protección de las personas contra la discriminación. La no discriminación es una cuestión de justicia social, de garantizar derechos independientemente de procedencia o identidad y de acceso, que implica la eliminación de barreras que impiden la participación plena y libre de personas en una sociedad. 

La igualdad de género es, ante todo, un derecho humano. Significa igualdad de derechos, acceso y oportunidades independientemente del género; significa que mujeres y niñas participen como seres iguales en una sociedad y tengan acceso a las mismas libertades y oportunidades que permiten ejercer la autonomía y el desarrollo de su potencial.

La igualdad adquiere consecuencias agudas cuando nos encontramos en el lado opuesto que es la desigualdad y cuando sentimos las brechas entre personas y grupos sociales. Es la desigualdad de género, anidada en relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que engendra la violencia contra la mujer. Diferencias estructurales de poder basadas en el género conducen a las mujeres a posiciones de subordinación, el mecanismo social que crea las circunstancias que las pone en riesgo y vulnerables a las múltiples formas de violencia.

Las brechas o las disparidades de género, según el último informe 2022 del Foro Económico Mundial sobre la brecha global de género, se traducen en una realidad de millones de niñas y mujeres que no tienen acceso a la educación, salud, participación en la economía y al liderazgo político, el foro y el marco para establecer las políticas públicas, programas y estrategias para empoderar a las mujeres. Comparado con el año anterior, el informe evidencia una mejora general global, pero al mismo tiempo constata que el avance hacia el cierre de la brecha de género se ha estancado en la mayoría de los países y que, manteniendo constante el ritmo actual de cambio, tomaría 132 años en alcanzar la paridad de género. En 132 años, ¿cuántos más millones de niñas y mujeres se perderán en la brecha de género? 

En oposición a la igualdad de género es el argumento común de que los hombres y las mujeres son biológicamente diferentes y por ende la igualdad es primero imposible y segundo borra lo que debe celebrarse de estas diferencias. Lo femenino va a desaparecer o existir en estado de peligro. Simone de Beauvoir señaló hace mucho tiempo el temor de la sociedad ante la supuesta extinción de la feminidad de la “mujer real” -¿qué le ha pasado a la mujer? protestó la sociedad- debido al feminismo y, sin embargo, más de 70 años después de la publicación del Segundo Sexo, la feminidad todavía abunda, incluso reconceptualizada en formas más inclusivas y vinculadas a las muchas intersecciones de identidad de la mujer.  

De hecho, no es ningún secreto que existen diferencias entre hombres y mujeres. La igualdad no es una búsqueda de ser lo mismo o idéntico; es un principio que establece una relación entre la complejidad de diferencias al proveer un hilo que une a toda la humanidad. 

Y como el feminismo, la igualdad tampoco es un juego de suma cero. Los protagonistas no son ganadores o perdedores, y el cambio no es ganancia o pérdida. La suma y el resultado no son fijos ni estáticos. Más bien, la suma crece multiplicada y potenciada por las contribuciones de todas las personas incluidas en la ecuación. (O)

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