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equidad de genero
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Con acciones equitativas, se puede reconfigurar entornos impulsados por la hegemonía del masculino para construir entornos que promueven culturas simétricas, conectivas y relacionales de género.

4 Agosto de 2023 15.13

En resumen y en referencia al artículo anterior, la igualdad de género es un derecho humano que aboga la igualdad de derechos, acceso y oportunidades, independientemente del género y sin discriminación. La igualdad cree en maximizar el desarrollo y el potencial de todos los individuos en una sociedad para un disfrute igual de recursos y recompensas. Lograr la igualdad de género, sin embargo, es un tema complejo y requiere la ayuda de la equidad.

Alcanzar la igualdad implica la necesidad de hacer cosas específicas y diferentes para distintos grupos de personas. La equidad reconoce que las personas tienen circunstancias diferentes y como resultado carecen del mismo acceso a las oportunidades. No todos partimos del mismo lugar; donde empezamos en la vida es diferente, y este punto de partida está relacionado con nuestras identidades sociales, las variables que nos definen en relación con nuestros entornos y también determinan nuestras experiencias de vida. Si dibujáramos la línea de partida de una carrera, las personas, según sus circunstancias, estarían a diferentes distancias detrás de ella, por lo que sus ubicaciones se convierten en una cuestión de justicia y equidad. Por esta razón, se requiere distintos recursos y estrategias para alcanzar resultados igualitarios. En otras palabras, la equidad nos proporciona un medio para llegar a la igualdad.

La equidad de género reconoce las disparidades entre mujeres y hombres y las identifica para corregirlas. Género es una variable de identidad social poderosamente diferenciadora. Es un concepto socialmente construido y arraigado en la complejidad y oposición de relacionamiento entre hombre y mujer. El género diferencia y atribuye diferentes valores e importancia en función de la dicotomía de hombre/mujer y masculinidad/feminidad. El dualismo de género está impregnado de una jerarquía de poder y privilegio que afirma constantemente al hombre mientras subyuga a la mujer. Simone de Beauvoir señaló que masculino y femenino no se usan en simetría; de hecho, el hombre en su poder se ha definido como humanidad y el tipo humano absoluto, mientras que la mujer es el Otro, un ser existente no en autonomía, sino un objeto del y en relación con el hombre. 

Así que, si volvemos a la visualización de nuestra línea de partida, el poder del hombre en base a la subordinación de la mujer la coloca muy detrás de la línea, detrás de los hombres que están al frente. En la vida diaria, esta realidad es descaradamente evidente. La subrepresentación de mujeres en liderazgo y en profesiones de STEM son ejemplos críticos. Las dos áreas son fundamentalmente caracterizadas por la tipificación de género de las habilidades y conocimiento requeridos para un desempeño eficaz y exitoso. Son áreas y ocupaciones “duras” que se clasifican en alineación con los atributos percibidos del hombre y lo masculino. También son fundamentales para promover el progreso y bienestar de las sociedades. Las mujeres comprenden más de la mitad de la población mundial –y por ende son desproporcionadamente impactadas por las crecientes crisis económicas, sociales y ambientales – pero son una presencia minoritaria en la toma de decisiones y el desarrollo de soluciones científicas y tecnológicas. En consecuencia, el potencial de respuesta e innovación se ve limitado al preservar entornos homogéneos del hombre y excluir a la mitad de la población. 

La equidad reconoce la desigualdad y promueve acciones específicas para nivelar el campo de juego y cambiar sus reglas. El trato diferente para lograr la igualdad puede sonar contradictorio, pero es común en la práctica, particularmente en la educación. Cursos de nivelación, tutorías, el suministro de útiles escolares en el aula, la adaptación de métodos de enseñanza a las capacidades de aprendizaje de los estudiantes son todos ejemplos de equidad. Estas estrategias reconocen que los estudiantes tienen diferentes necesidades y para su éxito se requiere de una infusión dirigida de apoyo y recursos. 

Para promover la equidad de género, es necesario crear entornos inclusivos y colaborativos en los que las experiencias vividas de sus participantes no estén dominadas por el género. En la práctica, estas ideas se convierten en acciones como la revisión y actualización de políticas organizacionales para asegurar y hacer cumplir la no discriminación y acoso, el reclutamiento activo de mujeres en roles de liderazgo, y estrategias internas y externas de comunicación para visibilizar a las mujeres y así crear cadenas de influencia y modelos a seguir que promueven la re-socialización de género. Con acciones equitativas, se puede reconfigurar entornos impulsados por la hegemonía del masculino para construir entornos que promueven culturas simétricas, conectivas y relacionales de género. (O)

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