Forbes Ecuador
Josseline Luna Quito - Ecuador
Negocios
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Joseline y Sandy Luna son las protagonistas de esta historia de perseverancia y determinación. Se arriesgaron a sembrar cúrcuma y en cuatro años lograron un modelo de negocio exitoso. Este 2024 cerraran con exportaciones a Alemania, Holanda, Francia, España y Uruguay.

01 Mayo de 2024 11.11

Antioxidante, antiinflamatoria, fortalece el sistema inmune y hasta para tratamientos para el cáncer. Estas son algunas de las propiedades que tiene la cúrcuma un tubérculo conocido por muchos como la especie dorada. Por esto no es extraño que haya ingresado fácilmente en la lista de los superfoods.

La cúrcuma es uno de los condimentos de moda. Googleando sobre su origen encontré que en la cultura india este alimento va mucho más allá de la medicina y la gastronomía. Existe una tradición en la que el novio ata una cuerda teñida de amarillo con pasta de cúrcuma alrededor del cuello de la novia, lo que significa que esta mujer está casada. También se la utiliza como amuleto para protegerse contra los malos espíritus.

Las hermanas Joseline (32) y Sandy Luna (33) habían escuchado sobre las bondades de este tubérculo a una tía que vive en la Amazonia, quien les regaló dos plantas para que la siembren en su finca en El Oro.

Al terminar el colegio en Huaquillas se mudaron a Guayaquil para estudiar en la Universidad del Pacífico. Cuando estaban a punto de graduarse, este centro de estudios fue categorizado en nivel E. “Empezamos a buscar opciones donde nuestros estudios sean homologados, así llegamos a la universidad Andrés Bello en Viña del Mar, Chile.  Nos graduamos en Transporte marítimo. Con una beca del Senescyt obtuvimos una maestría en Administración con énfasis en proyectos en la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín, Colombia”.

Sin nada al frente, decidieron embarcase nuevamente a Chile en busca de oportunidades de trabajo, pero no les fue bien. Seis meses después no les quedó otra alternativa que volver, porque los ahorros estaban a punto de acabarse. 

Aquí empieza esta historia de valentía y determinación. “Sabíamos de las bondades de la cúrcuma, en la casa la utilizábamos para condimentar por influencia de la cocina peruana. Mi mamá tomó por dos años y le ayudó para superar sus problemas artríticos”, comentan convencidas de sus poderes curativos. 

Entonces decidieron explorar y descubrieron que en Ecuador nadie se dedicaba a producir cúrcuma de manera orgánica. No dudaron en darse cuenta que aquí estaba el futuro. No sabían nada de agricultura, empezaron a leer libros, inscribirse en cursos y para 2019 tenían lista su empresa Falusán, que unifica sus apellidos: Fa (Familia), Lu (Luna) y San (Sánchez).

Era 2019, con la decisión en firme, viajaron más de una hora hasta San Luis, en El Oro,  donde estaba ubicada la finca familiar. Las dos plantas iniciales que les regaló su tía se habían convertido en un semillero. Recuerdan que solo bastó un cruce de miradas para empezar con un plan piloto de media hectárea. 

Con pico, pala y rastrillo pasaban horas bajo el sol y el calor de esta zona costera.  Al poco tiempo estaban listas para ampliarse, pero tenían que superar un difícil obstáculo: no tenían dinero.

El viaje no ha sido fácil: “Necesitábamos unos US$ 70.000 para poder expandirnos a seis hectáreas. Solicitamos un crédito en Ban Ecuador, pero el asesor que nos atendió nos dijo que por ser mujeres representábamos un riesgo. Tanto rogarle nos recibió la carpeta, pero nunca la revisaron”. 

Este primer tropiezo no las desanimó y por el contrario siguieron tocando puertas de familiares y amigos. Su papá les prestó US$ 30.000 para arrancar. En 2020 probaron suerte, comercializando el producto en fresco. La primera venta fue de US$ 40.000. En eso llegó la pandemia y el tropiezo fue más grande. “Pudimos entrar a la finca recién en junio, las plantaciones estaban destruidas, todo parecía muerto. Con los ojos llenos de lágrimas sentíamos que era el fin. Tres meses después, tras una fuerte lluvia como por arte de magia las plantas volvieron a florecer”.

A partir de entonces la fortuna les ha acompañado. En 2020 la fundación alemana Import Promotion Desk (IPD) les llevó de observadoras a una feria. En 2021 ganaron el fondo no rembolsable Emprende de US$ 160.000, otorgado por el Ministerio de Producción. Con este capital, más una contraparte de US$ 80.000 montaron la fábrica para procesar la cúrcuma. “Volvimos a Alemania y conseguimos nuestro primer cliente internacional. Mandamos un contenedor con producto fresco para Bio Tropic en Países Bajos. En 2022 logramos ventas por US$. 130.000”.

Joselin y Sandy están dispuestas a forjarse un nombre en el mundo de la agroindustria, sin importar los sacrificios que implique convertir su sueño en una realidad palpable. “Hemos sacrificado toda nuestra vida social, hemos perdido no solo amigos, sino también nuestros novios. Casi nadie nos entiende, nos volvimos invisibles. Hemos atravesado miles de problemas, hemos recibido decenas de 'no' y dos o tres 'sí' y eso lo aprovechamos al máximo.  Ahora vivimos en la finca, porque eran más de tres horas de manejar al día”. La producción alcanza las 33 toneladas mensuales.

El objetivo de estas emprendedoras es pasar a otro nivel. Visionarias, luchadoras, tercas y perseverantes están enfocadas en fortalecer lo que hoy tienen y que han construido con mucho esfuerzo. Su producción de cúrcuma cumple con altos estándares de calidad, que ha permitido que cuente con certificaciones internacionales que garantizan la calidad del producto.

Este 2024 está lleno de grandes planes. “Este año la vamos a romper. Contamos con varias opciones: cúrcuma fresca, en polvo, deshidratada y para infusiones. Nos vamos a expandir a 12 hectáreas. En junio iniciamos exportaciones para Francia y Alemania. En España entraremos como línea blanca (sin marca) para una cadena de hoteles y cafeterías. Para fin de año cerraremos negociaciones con Uruguay. Según nuestros cálculos, 2024 facturaremos cerca de medio millón y en 2025 US$ 1 millón”.

El discurso que llevan grabado en su mente es el que no arriesga, no gana. Estas hermanas están dispuestas a comerse el mundo. Seguro lo conseguirán. (I) 

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