Esta práctica, cada vez más común a medida que las empresas intentan atraer y retener talento femenino, perjudica la equidad e incluso profundiza las desigualdades en el ambiente laboral. Es necesario buscar la igualdad real.
Las empresas que rehúyen la incorporación de nuevos talentos y la adopción de cambios tecnológicos se aferran a una ilusión de estabilidad y control que no se comprueba en la realidad.
Si bien se observan muchas compañías donde del trabajo 100% remoto volvieron a combinaciones híbridas, la realidad es que ambas modalidades son firmes en cuanto a su realidad actual y proyección de futuro.
¿Cuál es el talento que necesitamos para alcanzar los desafíos a futuro? ¿Tenemos una cultura adecuada para que ése talento se sienta incluido y sea fiel a los objetivos del negocio a futuro?
Todos los directivos quieren que su área funcione como una máquina bien ensamblada, pero para lograr esta sinergia, primero necesitan conocer las fortalezas individuales y lo que motiva a cada uno de sus colaboradores.
El liderazgo del cambio requiere visión, inteligencia emocional, resiliencia, ingenio, así como la capacidad de empoderar y comunicar mientras se impulsa la estrategia empresarial.
Según McKinsey & Company, el miedo es la barrera número uno para la innovación. Cuando los empleados están preocupados por las consecuencias negativas de expresar nuevas ideas, las organizaciones deben crear una cultura de innovación.
Esta metáfora se usa a menudo para describir cómo las organizaciones, las comunidades o incluso las sociedades enteras pueden decaer lentamente con el tiempo sin que nadie se dé cuenta.
El capital humano es una combinación de conocimientos, habilidades, hábitos, personalidad y experiencia que todos poseen y pueden poner en uso productivo.
En un mano a mano, Martín Cainzos y Fernando Hindi explican por qué incorporarlo puede resultar en una mejora significativa en las relaciones interpersonales, algo que impacta en el clima laboral, disminuye la rotación y eleva la efectividad.