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El Gobierno tiene que demostrar que tiene y ejerce el poder delegado por la Constitución y la ley, ya que al no hacerlo sufre de un riesgo de caos futuro y que se repita lo que no se quiere; más aún cuando los que pretenden imponer una agenda no traen a la mesa nada a cambio, es decir “todo para mí” a cambio de no cerrar los caminos.

27 Junio de 2022 15.52

En 14 días de manifestaciones nacionales hay perdedores, perdedores y más perdedores, aquellos que se creen vencedores viven una quimera. Del decenio de los pedidos del mal denominado “Paro Nacional” -por no ser nacional-, las verdades son otras puesto que el fondo es la búsqueda del cambio de Poder del Ejecutivo y en el camino ver que se pesca.  De ello, diez temas destacados: 

Primero, el disminuir el subsidio a los combustibles en diez centavos el galón de la gasolina y el diésel es una distorsión a la economía, que al mediano plazo solo ayuda a crear un mayor hueco en el presupuesto público e incentivar el contrabando de combustibles. Un subsidio lo pagamos todos y beneficia solo a pocos. 

Segundo, se crea una suerte de que cada vez que un grupo social pida algo y no le cumplan bajo sus términos y condiciones, significa que, cometiendo delitos de sabotaje, daño a la propiedad pública y privada, cierre de carreteras y otros es la “solución” para ser “escuchados”. Ello infringe los mecanismos democráticos de la (mala) Carta Magna que tenemos, que con ella hay que jugar, nos guste o disguste. 

 Tercero, la fuerza pública se siente maniatada después de una gran labor, ya que su juramento de proteger a la mayoría y al Estado de Derecho, actuar limitado por políticos y politiqueros, con casi 200 heridos en sus filas.

 Cuarto, la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) intenta salir victoriosa de un fracaso de las movilizaciones por una suerte de violencia y agresiones indebidas, paro en la entrega de los alimentos, afectación en el derecho al trabajo y la libre circulación. La imposibilidad de exportar los productos, en especial los perecible tales como flores, vegetales y frutas produce daños irreparables, abarcando fuentes de trabajo que aducen defender. 

Quinto, la Asamblea Nacional perdió el poco apoyo y respeto que tenía, cada vez más desanimados con sus discursos no revisados por sus asesores, donde sus paupérrimas narrativas solo vilipendian con falacias y hechos de otro planeta. Los asambleístas no dejan de mentir para crear una supuesta verdad paralela y urdir los votos de solicitud de destitución del Presidente de la República. 

Sexto, la inversión nacional y extranjera suspendida a la espera del fin de la tormenta.

Séptimo, la escasez de alimentos agrícolas y el incremento artificial en los mercados, afecta primero al que menos tiene, incluyendo a los “marchistas”.   

Octavo, el Estado sí debe proteger al más débil y mejorar las necesidades de los más necesitados a través de la adecuada ejecución de políticas públicas, no por presión de unos pocos interesados sino por su deber de su propia existencia, aunque siga fallando en su intento. 

 Noveno, la mayoría de los ecuatorianos y extranjeros ratificaron su deseo de trabajar sin estorbos, sin incremento de tributos y sin bufonadas para salir adelante. 

Décimo, se mueven las fichas para las elecciones de los representantes de los gobiernos autónomos, alcaldes, concejales y prefectos, que en enero de 2023 empieza la campaña oficial; que todos los candidatos se “creen favorecidos” de estos actos de intento de desestabilización. 

La protesta social verdadera sufre de legitimidad, ya que ahora no importa si son justas o injustas las peticiones, un fanatismo que choca con los deseos de la mayoría de la población que se opone a este intento de golpe de Estado; esto parece salido de una mala novela de ciencia ficción. El uso errado de palabras como corredor humanitario, matanza, masacre y otros son falsedades que se convierte lo ganado en un sin camino. 

El Gobierno tiene que demostrar que tiene y ejerce el poder delegado por la Constitución y la ley, ya que al no hacerlo sufre de un riesgo de caos futuro y que se repita lo que no se quiere; más aún cuando los que pretenden imponer una agenda no traen a la mesa nada a cambio, es decir “todo para mí” a cambio de no cerrar los caminos. 

El camino a la unidad nacional no puede quedar en manos de los malos políticos que matan por un curul, ya es hora que se logre un verdadero acuerdo nacional.  (O)

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