A lo largo del tiempo, después de decantar lecturas, es grato seleccionar magníficos ensayos que conducen a realizar análisis, reflexiones y una que otra conclusión sobre temas diversos. Si tuviera que escoger entre tantos escritos y autores, me quedo con tres: Por qué se escribe de la española María Zambrano (1904-1991), Homo Legens del ecuatoriano Bolívar Echeverría (1941-2010) y El escritor y su público de la mexicana Rosario Castellanos (1925-1974). Ensayos que recomiendo leer.
Abrí un enorme tesoro cuando leí a María Zambrano, en especial en Por qué se escribe. “Escribir es defender la soledad en que se está” es la frase con la que abre la puerta de su ensayo, y defiende el acto de la escritura que debería emerger desde un retiro, tomando distancia de las situaciones y las cosas, con el objetivo de descubrir, desde esa lejanía, las relaciones que hay entre ellas. Al escribir, según Zambrano, las palabras defienden al ser ante los momentos, por eso deben partir de nuestro ser en recogimiento.
Así es la escritura para Zambrano: el escritor tiene la necesidad de librarse de las palabras y al mismo tiempo de retenerlas “Esta voluntad de retención se encuentra ya al principio, en la raíz del acto mismo de escribir y permanentemente la acompaña” (Zambrano, 1934). Cuando el escritor logra comunicar lo oculto -lo que permanecía oculto para él, y que se aclara en el acto de la escritura- encuentra la “gloria”, es el momento de escuchar el “secreto develado”, verdad que sale en el acto solitario de la escritura, para después ser comunicado. Una gran respuesta filosófica a la pregunta que nos hacemos continuamente: ¿Por qué escribir?
Bolívar Echeverría, otro filósofo a carta cabal, muestra un pensamiento creativo y riguroso que aclara muchos aspectos de la realidad. He encontrado en sus ensayos la vinculación de un texto con otro: cada uno sirve para seguir esclareciendo varios conceptos.
En su Homo Legens, Echeverría afirma que el hombre que lee no es simplemente el ser humano que practica la lectura entre otras cosas, sino el ser humano cuya vida entera está afectada esencialmente por el hecho de la lectura: “aquel cuya experiencia directa e íntima del mundo, siempre mediada por la experiencia indirecta del mismo que le transmiten los usos y costumbres de su comunidad, tiene lugar sin embargo a través de otra experiencia indirecta, más convincente para él que la anterior: la que adquiere en la lectura solitaria de los libros" (Echeverría, 2006).
El homo legens disfruta de la lectura, y a través de ésta, el entendimiento del mundo. Para él no existe la dificultad porque tiene la disposición de vencerla y dedicarle el tiempo a la lectura por el puro placer, sin ningún fin. Es una forma de encontrarse con otros, con lo similar y con lo diferente. La lectura por placer es un fin en sí mismo. Echeverría, el gran homo legens, aclara en sus textos la realidad social y política del mundo, en especial de América Latina.
En el ensayo de Rosario Castellanos, El escritor y su público, la autora explica por qué el escritor debe pensar con originalidad y actuar con independencia, asumiendo su derecho a equivocarse, a acertar en contra de las opiniones que se presenten y experimentar contra los hábitos conocidos. Castellanos es una defensora de ir al encuentro de lo genuino: el escritor debe atreverse a estar solo, a hurgar los tabúes y las consignas que se le han impuesto y poner en entredicho lo que ha heredado. “Para el escritor auténtico, escribir es una disposición de la naturaleza a la que se añade un hábito de la voluntad”.
Estos tres ensayos conducen a la reflexión sobre temas que nos recorren constantemente: escribir y leer son actos que nos conectan esencialmente con el mundo. Zambrano, Echeverría y Castellanos llegan al mismo camino con sus acertados razonamientos: tanto la lectura como la escritura hay que vivirlas en soledad, para salir dignificados con alguna pregunta o respuesta vital, merecedora de ser comunicada al mundo. (O)