El viaje comienza en Tambillo, en el sur de Quito, donde se levantan imponentes las instalaciones de Productos Paraíso. Son siete hectáreas de terreno ocupadas por naves industriales que no descansan. Allí se producen colchones, empaques para alimentos, bolsas biodegradables y soluciones que son parte de la vida cotidiana de millones de personas en Ecuador.
La magnitud del complejo es tal que, para conocerlo, el equipo de Forbes Ecuador recorrió esta planta en carros de golf. Cada minuto hay un concierto de ruidos metálicos y motores. El eco de las prensas y las bandas transportadoras se mezclan con el zumbido de las grúas que cargan materiales pesados, mientras que montacargas recorren los pasillos con precisión milimétrica. El aire vibra con la energía de puro trabajo.
La historia arrancó en 1973, cuando Menahem Ivcher —un empresario israelí que inició sus negocios en República Dominicana— introdujo en Latinoamérica el colchón de resorte y espuma. Primero en Perú, y poco después en Ecuador, la marca abrió un mercado poco conocido y sentó las bases de lo que actualmente es un grupo que también tiene operaciones en Colombia y Venezuela, además de brokers estratégicos en Estados Unidos.
Este ejecutivo tenía una filosofía: "Hacer todo en casa". Esa visión llevó a la compañía a producir toda su materia prima para armar un colchón y hasta su propio embalaje. Un proceso que más tarde convirtió al plástico en su nueva línea de negocio. En 1983, Ivcher inauguró en Ecuador una planta de reciclaje capaz de procesar los residuos internos y el plástico proveniente de diversas industrias.
En los años noventa, Paraíso dio el salto a la exportación y sus fundas plásticas empezaron a llegar a países de la región y a Estados Unidos. De aquella primera incursión en empaques para supermercados con bolsas de acarreo, la compañía amplió su portafolio hacia bolsas de basura, rollos industriales y soluciones especializadas. En 2012, construyeron una planta para empaques de grado alimenticio, respaldada por la certificación internacional FSSC 22000, que garantiza los más altos estándares en gestión de inocuidad alimentaria.
Quien nos relató esta historia no fue su fundador, sino Erasmo Vera, actual CEO del Grupo Ivcher, y también gerente de planta en Ecuador. Nació en Venezuela, tiene 53 años, es ingeniero industrial con especialización en automatización internacional. Vera ha dedicado toda su vida profesional a la firma. Empezó a los 17 años en su país natal—contratado por un ecuatoriano— y nunca trabajó en otro lugar. Tiene 35 años de trayectoria dentro del grupo y más de una década en Ecuador, en donde lidera los procesos de transformación en las líneas de colchones y polietileno. "Tengo certificaciones internacionales para desarrollar cualquier aplicación en cualquier país", explica. Cuenta que él creó algunas de las máquinas que operan allí.
Para entender cómo funciona esta fábrica, visitamos la planta Sorema, el corazón de la operación. En esa área se recicla plástico posconsumo, principalmente el que proviene de las bananeras y los invernaderos del país, que con un proceso mecánico se transforma en pellet de polietileno: la materia prima que alimenta las líneas de producción. Recibe entre 35 a 40 toneladas diarias y su capacidad de procesamiento de materia prima es de 35.000 metros cuadrados. "Compramos entre US$ 5.000 y US$ 12.000 de plástico por día a los proveedores", explica Vera. El nombre del sitio es en honor a la primera máquina instalada.

En la planta de ensamble, el recorrido nos lleva al origen de uno de los productos más icónicos de Paraíso: los colchones. Allí, máquinas unen miles de resortes para formar los paneles que se convierten en la estructura principal de cada pieza. Sobre ellos se colocan láminas de espuma de polietileno, diseñadas para evitar que el resorte traspase la superficie y mantener su comodidad. Tienen tecnologías como el resorte Bonel —tradicional en el mercado ecuatoriano— y el resorte Pocket, que aísla el movimiento corporal y reduce los puntos de presión.
Paraíso fabrica su propio alambre, con un promedio de 11 toneladas procesadas al día. Lo propio con la espuma con una producción que alcanza 100 bloques diarios. Con esa base, llegan a elaborar alrededor de 1.200 colchones por día, junto a 4.000 láminas de espuma que venden a tapiceros. Tienen modelos básicos de US$ 70 hasta opciones premium que superan los US$ 1.000, con tecnologías de memoria, látex, telas inteligentes e incluso tratamientos especiales. Todo esto representa el 30 % de la producción del grupo, mientras que el 70 % restante corresponde a la división de polietileno y empaques flexibles.
La línea de empaques es diversa. Atiende desde alimentos hasta sectores industriales, químicos y farmacéuticos. Sus soluciones son 100 % reciclables. En 2018, adquirieron una maquinaria que les permitió especializarse en bolsas de alta barrera, incluyendo productos cárnicos y alimentos para mascotas. Hoy cuentan con nueva tecnología capaz de fabricar prácticamente cualquier tipo de packaging para alimentos.
Además, en la actualidad la firma incursiona en la impresión digital y ofrece a pequeños emprendedores y grandes clientes la posibilidad de lanzar nuevos productos con tiradas cortas. En esta nueva línea invirtieron más de US$ 3 millones en una impresora digital monumental para incrementar el 12 % de su producción anual.
Este año, la empresa invirtió entre US$ 25 millones y US$ 30 millones en una nueva planta que está en construcción (especializada en empaques de alimentos para productos laminados y doypacks, con o sin cremallera), maquinaria, tecnología, procesos y personal. Esta expansión también permitirá generar más plazas de trabajo. Actualmente, la fábrica cuenta con cerca de 700 colaboradores.
Su portafolio tiene alrededor de 10 ítems principales, con múltiples variedades como camisetas o bolsas de acarreo, bolsas rectas con sello de fondo, bolsas de boutique; bolsas Wicked para papas, pollos o hielo, doypacks con o sin válvula o zipper, y estructuras de empaque automático, entre otros. También producen sacos industriales con diferentes sellos y láminas especiales. Su CEO estima que alrededor del 80 % de los empaques que circulan en el mercado ecuatoriano provienen de Paraíso.
Según la Superintendencia de Compañías, Productos Paraíso tuvo una facturación de US$ 47,9 millones en 2024. La exportación de la empresa representa entre el 15 % y el 22 % de sus ingresos anuales y varía de acuerdo a la demanda y la temporada. Despachan entre cuatro y ocho contenedores por semana a Estados Unidos, Puerto Rico y Panamá. También ha enviado productos a República Dominicana. Sus empaques llegan a Europa y Asia a través de productos tradicionales como camarón y banano que se exportan a esos mercados.
Para Erasmo Vera la organización es mucho más que un lugar de trabajo representa su crecimiento profesional y es su familia. Se siente agradecido por la oportunidad de desarrollar en Ecuador sus sueños y proyectos. Bajo su liderazgo, la filosofía de la compañía es una frase que está marcada en cada rincón de sus instalaciones: "pa' lante es que vamos". (I)