La historia de esta empresa del mundo agrícola es un ejemplo de cómo la academia puede convertirse en la cuna de empresas. BioNaturaleza Biotech es un emprendimiento de base científica tecnológica que tuvo su génesis en una investigación de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol).

Su propósito es claro: recuperar los suelos agrícolas, según detalla Álvaro Torres, CEO y uno de los fundadores de esta agrotech ecuatoriana. Este investigador se hizo una pregunta ¿por qué los suelos se enferman cuando las plantas deberían sanar de la tierra misma? Para encontrar una respuesta, en 2019 creó un laboratorio para investigar microorganismos benéficos con la convicción de que la biotecnología podía reemplazar agroquímicos y regenerar los ecosistemas agrícolas.

Junto con dos socios, también académicos y hombres de ciencia, el laboratorio evolucionó y se convirtió en una empresa: BioNaturaleza Biotech. "Comprendimos que no queríamos solo vender bioinsumos, queríamos enseñar al suelo a pensar de nuevo. Así nació una trilogía de soluciones que integran biotecnología, inteligencia artificial e Internet de las Cosas para diagnosticar y tomar decisiones inteligentes. Esa conexión entre ciencia viva y tecnología marcó nuestro salto de laboratorio a empresa". Para empezar los fundadores invirtieron US$ 20.000.

Lo aprendido e investigado en la Espol fue determinante, por eso describe a la empresa como un spin-off de la Espol. Torres se entusiasma y dice que la agrotech quiere ser un ejemplo para la academia del país y demostrar que la investigación aplicada genera resultados. "Hay que tener un sexto sentido para que la ciencia se convierta en productos y servicios que resuelvan problemas de la sociedad".

En el 2023 el laboratorio se formalizó como una empresa, con un plan de negocios y de marketing. Las cabezas son expertos en automatización de procesos, investigación e innovación empresarial. Hoy en día BioNaturaleza Biotech suma seis personas y sus oficinas están en el corazón de Guayaquil.

La empresa tiene en la actualidad clientes en cultivos de banano y cacao. Ahora está tocando puertas para trabajar con caña de azúcar. "Los clientes trabajan para bajar la carga química en sus sembríos y subir al mundo biológico".

El trabajo es intenso y los suelos agrícolas son el escenario donde Torres y su equipo se mueven. "Trabajamos para que el bioinsumo sea inteligente. ¿Qué significa esto? Que a través de las tecnologías se pueda medir la funcionalidad del suelo y entender cómo el suelo se está regenerando, cómo y en qué cantidades".

Este año la empresa está cerrando con ingresos superiores a los US$ 100.000 y en 2026 proyecta crecer un 20 %. Y ahora la inversión supera los 200.000. "Los recursos se obtienen de los propios productos y servicios que va generando la empresa".

Torres concluye con una reflexión. "Esto nuestra filosofía de vida y de trabajo. Comenzamos con el lema 'Del suelo sano... al alimento sano', porque creemos que la salud de las personas empieza en la tierra. Pero hoy hemos evolucionado hacia algo más amplio: 'Del suelo sano... al futuro inteligente'. Esto, según Torres, significa que la tecnología debe aprender de la naturaleza, no reemplazarla. "Queremos una agricultura donde la inteligencia no esté solo en las máquinas, sino también en los microorganismos que sostienen la vida". (I)