La fórmula de Fabrice Grinda, el inversor ángel más grande del mundo
Rechazó la lógica del sacrificio constante, vendió todo y diseñó su vida como un videojuego. Por qué asegura que el secreto no es esforzarse, sino disfrutar.

La mayoría de los emprendedores exitosos suele repetir el mismo consejo: esforzarse al máximo. Promueven la cultura del trabajo duro. Levantarse a las 5 de la mañana, ducharse con agua fría, sacrificar todo y soportar el dolor. Pero hay un problema con esa idea: las personas más exitosas que conocés no están sufriendo. Todo lo contrario, disfrutan lo que hacen.

Fabrice Grinda es un buen ejemplo. Invirtió en más de 1000 empresas y fue uno de los primeros en apostar por Alibaba, Airbnb y Palantir. Aun así, asegura que su éxito no tiene que ver con jornadas agotadoras, sino con encarar la vida como si fuera un videojuego.

"Si un estudiante universitario siente que sus tareas son trabajo, y tiene que presentar los exámenes finales, estudiará a última hora la noche anterior y lo olvidará todo al día siguiente", me dijo Grinda desde su terraza en Nueva York. "Si lo hacés porque te parece interesante y divertido, lo retenés. Princeton tiene más premios Nobel que toda Francia", explicó, y lo atribuyó a lo que pasa cuando las personas aprenden por curiosidad y no por obligación.

Quería entender cómo alguien pasa de ser como Sheldon Cooper, el físico genio de The Big Bang Theory que no tiene ninguna habilidad social, a construir un imperio como el de Grinda, que se describía así a los 10 años. Más aún cuando insiste en que todo se trata de jugar. Porque si tiene razón, la mayoría está entendiendo el éxito al revés.

Los años de Sheldon Cooper lo cambiaron todo

Empezando como el nerd definitivo

"Cuando tenía 10 años, era insoportable", admite Grinda. "Les pregunté a mis padres: '¿Se dan cuenta de que tienen a Dios en la mesa y que deberían estar agradecidos de tener mi intelecto y mi presencia?', agrega.

En Francia, ganaba todas las competencias académicas. Después, en Princeton, tuvo un desempeño impecable: el promedio más alto de su clase. Desde afuera, parecía que algo no funcionaba. No tenía amigos ni vida social. A los 27 años, nunca había salido con nadie. Pero a pesar de estar completamente absorbido por su propia obsesión, se sentía feliz. Creía que estaba cumpliendo con su destino manifiesto.

"Todo estaba en el altar del intelecto y la ambición", dice. "Pensaba que todos a mi alrededor, incluidos mis padres, eran idiotas. Era como si dijeran: '¿Saben qué? No son lo suficientemente inteligentes como para merecer mi presencia, así que déjenme estudiar solo", indica. Por suerte, fue solo una etapa.

El punto de inflexión que nadie vio venir

Tras destacarse en el ámbito académico, Grinda también empezó a escalar posiciones en el mundo de los negocios. Recaudó US$ 63 millones y contrató a 150 empleados. Incluso apareció en la portada de Forbes Francia. Pero su primera empresa se vino abajo de forma estrepitosa. Fue una humillación pública que volvió a ser noticia. El niño mimado lo perdió todo cuando estalló la burbuja tecnológica.

"Pasé de ser un don nadie a un héroe, y luego volví a ser un don nadie", recuerda Grinda. Pero lejos de hundirlo, esa caída lo liberó. Se envió un extenso correo electrónico con una pregunta clave: ¿qué quiero hacer realmente con mi vida?

"Cuando tenía 10 años, era insoportable", admite Grinda. "Les pregunté a mis padres: '¿Se dan cuenta de que tienen a Dios en la mesa y que deberían estar agradecidos de tener mi intelecto y mi presencia?', agrega.

 

Su respuesta sorprendió a todos. "Aunque la tecnología se convierta en un nicho pequeño, no llegue a ser grande y no dé dinero, ¿saben qué? Seguiré siendo fundador de una empresa tecnológica, porque es lo que realmente me apasiona", comenta. Grinda creía sinceramente que la tecnología no iba a repuntar. Aun así, decidió seguir su vocación.

La vida no es seria, así que deja de fingir que lo es

El universo está jugando al escondite

La tecnología volvió a estar en auge. Pero después de reconstruir su fortuna con Zingy, una empresa de tonos de llamada que vendió por US$ 80 millones a pesar de detestar ese negocio, Grinda se topó con otra crisis. Al frente de OLX, con 11.000 empleados, tuvo una revelación.

"El trabajo cambió. Al principio, escribía historias de usuario, especificaciones de producto, y sentía que tenía un impacto directo", explica. "Pero cuando tenés 11.000 empleados y formás parte de una empresa que cotiza en bolsa, tu trabajo pasa a ser armar un presupuesto anual y asegurarte de que se cumplan los números. No sé, una tontería", agrega. 

Entonces hizo lo impensado. Renunció a la empresa que había fundado. Regaló todas sus pertenencias y empezó a vivir con lo puesto. "Decidí volver a los principios básicos. Renuncié a la empresa que creé, la que triunfa, donde me llevaba todo el sueldo y el reconocimiento, porque ya no refleja lo que quiero hacer", profundiza. 

Todo cambió cuando dejó de forzar

"Si te esforzás mucho en algo y no funciona, es señal de que no es para vos", descubrió Grinda. Ese pensamiento fue una revelación para alguien que había pasado siete años intentando construir en República Dominicana, a pesar de la corrupción, las enfermedades, los robos y, finalmente, los ataques de hombres armados.

"El universo no paraba de decir que no. De hecho, escribí una entrada en mi blog sobre cómo el universo me estaba dando una patada en los dientes", dice, entre risas. "No acepté un no por respuesta", refuerza.

Pero cuando finalmente escuchó esa señal y se mudó a las Islas Turcas y Caicos, todo empezó a fluir. A sus amigos les encantaba visitarlo. El negocio creció. "El universo recompensa a las personas que hacen lo que les conviene, lo que está en sintonía con su energía, su pasión, su ambición y su alegría", remarca.

Participá del juego, pero no permitas que te maneje

El trabajo se convierte en juego cuando cambias el enfoque

El trabajo se convierte en juego cuando cambiás la forma de verlo. Esa fue la diferencia que lo cambió todo para Grinda. Dos personas pueden trabajar 100 horas semanales haciendo exactamente lo mismo. Una se quema. La otra puede seguir siempre.

 En Princeton, tuvo un desempeño impecable: el promedio más alto de su clase.

 

"Si alguien lo hace porque siente que tiene que demostrarle algo a sus padres, a la sociedad, a sus maestros o, más importante aún, a sí mismo, por cualquier herida del pasado, en algún momento se quema", explica Grinda. "La otra persona hace exactamente lo mismo, trabaja las mismas 100 horas semanales, pero disfruta cada minuto, porque para esa persona es un juego. Puede seguir para siempre, y esa persona es la que gana siempre", asegura.

Cuando el trabajo se siente como un juego, no necesitás fuerza de voluntad. No peleás contra la resistencia. Simplemente hacés lo que amás hacer.

El marco de los videojuegos que nadie enseña

"La vida podría leerse como un videojuego", se dio cuenta Grinda. "Todos tenemos diferentes atributos de carácter que fueron preestablecidos antes de nuestro nacimiento y que luego podemos modificar mediante el entrenamiento. Es como un juego de rol" subraya.

Piénsalo: empezás con ciertas estadísticas. Algunos jugadores arrancan con mejores condiciones que otros. Podés mejorar tus habilidades con práctica. Pero hay algo que muchos pasan por alto: no existe un objetivo específico. No se trata de ganar, sino de disfrutar el juego.

"Si el objetivo de un juego fuera simplemente terminarlo, jugaríamos lo más rápido posible y lo acabaríamos inmediatamente", señala. "Pero no es así. Jugamos por la emoción, la creatividad, la improvisación, la experiencia", sostiene.

Cómo convirtió las citas en un juego (literalmente)

Cuando Grinda finalmente decidió enfrentar su total falta de experiencia romántica a los 27 años, no leyó libros sobre citas ni contrató a un coach. Lo transformó en un experimento con reglas claras.

"Durante cien días, me obligué a invitar a salir a chicas en las calles de Nueva York; es decir, diez chicas por día durante cien días, mil chicas en total", explica. "El objetivo era, precisamente, ser rechazado, ¿no? El objetivo era superar el miedo al rechazo", completa.

¿El resultado? 45 citas. Cero química con la mayoría. Pero eso no importaba. La meta era convertir el miedo en información útil. "Nuestros mundos no se cruzaban para nada", dice, entre risas, al recordar esas salidas. "Una de las chicas era tan guapa que me invitó a una segunda cita, acepté, y después de la segunda cita me dice: '¿querés venir a mi casa?' Y yo le digo que no".

Diseñá tu vida como si diseñaras un personaje

Después de dejar OLX, Grinda dio un giro radical. Sin departamento, sin pertenencias, sin rutina. "¿Y si lo regalo todo? ¿Todo a la caridad? Empiezo de cero. Desde cero. Si tuviera tiempo infinito y nada que hacer, ¿dónde querría estar hoy? ¿Qué querría estar haciendo? ¿A quién querría ver?", se preguntó.

Probó el couchsurfing (un desastre: sus amigos tenían familia y rutinas), después pasó por Airbnb en distintos lugares, hoteles, ciudades nuevas cada semana, luego cada dos meses. "Probé muchas cosas", dice. "Fui probando una y otra vez hasta llegar a donde estoy hoy", comenta.

Ahora reparte su tiempo entre Nueva York, las Islas Turcas y Caicos, y Revelstoke, en Columbia Británica. Cada lugar cumple una función. Cada uno tiene su temporada. Nada está dejado al azar.

Deja de preocuparte por lo que piensen los demás

El juego premia a los jugadores auténticos

"Mucha gente sufre una combinación de miedo a perderse algo (FOMO) y hace cosas porque cree que debe hacerlas, porque piensa que alguien como ellos debería querer hacerlas", observa Grinda. "En lugar de hacer lo que realmente quieren hacer", agrega.

Ese mecanismo le bloqueó el potencial durante años. Fue virgen hasta los 27, no por falta de citas, sino porque creía que lo único que importaba era el intelecto. No tenía amigos porque juzgaba a todos como inferiores. Se perdía la vida por seguir reglas ajenas.

"Nunca me importó", dice sobre lo que los demás pensaban. Pero ese era el problema. La indiferencia por arrogancia no es lo mismo que la indiferencia basada en la confianza. Una te aísla. La otra te libera.

Tu propósito es más simple de lo que pensás

"El sentido de la vida es la vida misma", descubrió Grinda a través de sus viajes psicodélicos. No se trata de una gran misión. No es cambiar el mundo ni demostrar tu valía. Se trata, simplemente, de jugar tu rol en el juego cósmico.

Al frente de OLX, con 11.000 empleados, tuvo una revelación.

 

"Tu propósito es vivir el presente y compartir tu magia con quienes te rodean", explica. "Aunque las acciones de esta encarnación no perduren en el futuro y nada de lo que hagas sea relevante en el más allá, eso no significa que carezcas de propósito", sugiere.

Ya estás ayudando a los demás con solo ser vos mismo. Tu combinación única de habilidades, rarezas y perspectivas es justo lo que alguien necesita. Pero eso solo ocurre si sos auténtico, no si actuás según lo que creés que deberías ser.

El éxito proviene de la rendición, no de la fuerza

Jugá con tu clase de personaje real

"Todos somos diferentes, todos tenemos nuestras propias perspectivas, todos tenemos nuestras vidas, y no hay lugar para juzgar", entendió Grinda tras su bancarrota. "Somos quienes somos", dice. Dejá de intentar ser un guerrero si tu naturaleza es la de un mago. Dejá de forzar la extroversión si naciste para el trabajo profundo. Y dejá de perseguir la idea de éxito de otro cuando la tuya es completamente distinta. El universo no premia el esfuerzo, premia la alineación. Cuando te metés de lleno en tu personaje, el juego se vuelve fácil.

El significado es que no hay significado

"Al final, lo que experimento es que la vida no es un medio para un fin. La vida es el fin", concluye Grinda. "No mirás un árbol y te preguntás: '¿Para qué sirve?' Ni escuchás una canción solo para llegar al final. La vivís. La sentís. Bailás con ella", explica.

Cuando dejás de intentar ganar un juego que no tiene condiciones de victoria, recién ahí podés empezar a jugar. Cuando dejás de esforzarte por alcanzar un estado futuro, podés experimentar el presente.

La mayoría de los fundadores cree que el éxito trae esa mentalidad. Grinda sostiene lo contrario: es esa mentalidad la que hace posible el éxito. Cuando disfrutás, en lugar de trabajar sin descanso, podés sostenerlo para siempre.

"Sinceramente creo que estoy viviendo la mejor vida que jamás se haya vivido", dice sin ironía. Descubrió el secreto: lo importante es jugar.

Dejá de intentar vencer a la vida. Empezá a disfrutarla. Todo lo demás llega solo.




*Con información de Forbes US.