Más allá de Oracle: cómo Larry Ellison construyó una de las mayores fortunas del planeta
Su fortuna no se explica por modas pasajeras ni golpes de suerte: su apuesta fue por las capas menos visibles pero más estables del negocio tecnológico. Se trata de un modelo que interpela a quienes administran patrimonios familiares y buscan jugar a largo plazo.

Cuando Larry Ellison superó brevemente a Elon Musk como el hombre más rico del mundo este año, con un patrimonio cercano a los US$ 400.000 millones, muchos lo tomaron como otro movimiento más en la cima del ránking de los ultrarricos. Sin embargo, si uno se pregunta quién es realmente el más rico del mundo, el caso de Ellison plantea una historia distinta. Casi cincuenta años después de haber cofundado Oracle en 1977, su fortuna no creció siguiendo modas de consumo, sino a partir del desarrollo, la propiedad y el control de la infraestructura que sostiene los grandes avances tecnológicos.

Para las family offices que intentan entender cómo moverse en el contexto de la inteligencia artificial, esto va mucho más allá de una simple curiosidad. Es una oportunidad para repensar cómo se crea y se protege la riqueza. El camino que recorrió Ellison muestra tres factores clave que importan tanto a las familias con patrimonio como a los fundadores: la posición que ocupan en la estructura económica, cómo organizan la propiedad y la convicción, y de qué forma construyen influencia y reputación a lo largo del tiempo.

Infraestructura por encima de los titulares

El crecimiento reciente de Oracle está directamente vinculado a su rol en la infraestructura de inteligencia artificial. Mientras los medios se enfocan en los últimos modelos y productos pensados para el consumidor, Oracle ofrece la potencia informática a escala industrial que muchas empresas no están en condiciones de construir por su cuenta. Sus clústeres están en alquiler por parte de OpenAI, xAI de Elon Musk y otras compañías que compiten por liderar el desarrollo de productos de inteligencia artificial.

Esta es la arquitectura oculta de la economía digital: las tuberías, no los grifos. Al igual que NVIDIA, cuyos chips se volvieron clave para entrenar sistemas de inteligencia artificial, Oracle saca ventaja al ofrecer esa base. Su papel no llama tanto la atención como el último chatbot o generador de imágenes, pero es mucho más duradero.

El crecimiento reciente de Oracle está directamente vinculado a su rol en la infraestructura de inteligencia artificial.

 

Para las familias con patrimonio, la señal es clara. El valor que se mantiene en el tiempo suele estar debajo de la superficie de un ciclo de inversión. Destinar capital a la logística, la infraestructura de datos, la transición energética o las plataformas de salud puede no ser atractivo, pero suele generar mayor resiliencia. Estas capas sostienen el crecimiento mucho después de que la euforia mediática desaparece.

Convicción con estructura

La riqueza de Larry Ellison también es una historia de propiedad. Con una participación superior al 40%, su presencia en Oracle es inusualmente alta para una empresa tecnológica global. No fue algo casual. Durante décadas, Oracle llevó adelante uno de los programas de recompra de acciones más agresivos que se recuerde, muchas veces financiado con deuda. El resultado fue un aumento constante en la participación de Ellison y, en consecuencia, en su exposición directa al destino de la compañía.

Esta concentración tiene doble filo. Su patrimonio sube o baja miles de millones cada vez que se mueve el precio de las acciones de Oracle. Sin embargo, haber permanecido firme durante distintos ciclos fue clave. Casi cinco décadas después de fundar la empresa, su convicción quedó alineada con el reconocimiento que el mercado le dio al lugar estratégico que ocupa Oracle.

Para las family offices, el mensaje no es dejar de diversificar, sino entender cómo la estructura de propiedad impacta en los resultados. La concentración puede ser una ventaja si se acompaña con buena gobernanza, planificación de liquidez y disciplina para enfrentar la volatilidad. Las familias que conocen a fondo un sector —inmobiliario, de energías renovables o logístico— pueden comprobar que esa convicción, si está bien estructurada, es lo que permite que la capitalización se consolide.

La influencia como capital de Larry Ellison

La llegada de Larry Ellison va mucho más allá del balance de Oracle. Sus vínculos con líderes políticos —desde Washington hasta Jerusalén—, su control de casi toda la isla de Lanai, en Hawái, y la participación de su familia en el acuerdo Skydance-Paramount muestran cómo el capital, la cultura y la influencia se potencian entre sí. En su caso, el patrimonio se transformó en una plataforma no solo para obtener rentabilidad financiera, sino también para moldear narrativas y sistemas.

Las family offices se mueven en un terreno parecido, aunque en otra escala. La reputación, las relaciones y las redes hoy forman parte del balance. La influencia puede abrir puertas a inversiones o alianzas que el capital por sí solo no logra alcanzar. Pero también hay un riesgo: un error de reputación puede destruir valor más rápido que una caída en los mercados.

En un contexto marcado por la polarización y la velocidad con la que circula la información, administrar bien también implica entender que la influencia y la narrativa dejaron de ser algo secundario. Ahora son centrales. Las familias deben considerarlas activos que hay que construir, cuidar y alinear con un propósito claro.

El dividendo de la paciencia

Lo que vuelve tan valiosa la historia de Larry Ellison no es la magnitud de su riqueza, sino su recorrido. Fundó Oracle en 1977. La empresa atravesó turbulencias tecnológicas, crisis económicas y competencia feroz. Varias veces la dieron por acabada: demasiado lenta, demasiado rígida o demasiado atrasada. Sin embargo, casi cinco décadas después, en pleno auge de la inteligencia artificial, su peso es indiscutible.

Lo que vuelve tan valiosa la historia de Larry Ellison no es la magnitud de su riqueza, sino su recorrido.

 

Este recorrido resulta cercano para muchas familias. La riqueza generacional casi nunca se construye en lapsos de cinco años. Se forja con el tiempo, a lo largo de distintos ciclos, y con la disciplina de seguir cuando otros se bajan. La paciencia, sumada a la capacidad de adaptarse, suele ser el activo más subestimado que puede tener una familia.

Administración para la era de la IA

El ascenso de Larry Ellison no es un modelo directo para las family offices. Son pocos los que aspirarían a un nivel de concentración como el suyo, y su manera de ejercer la influencia no genera consenso. Pero su historia permite ver cómo se construye la riqueza, capa por capa: desde la infraestructura que sostiene todo, pasando por las estructuras de propiedad que refuerzan la convicción, hasta las redes de influencia que terminan definiendo los resultados.

Para las family offices, el desafío actual es identificar dónde está el valor que perdura. No se trata de correr detrás de cada nueva aplicación, sino de invertir donde se construyen las bases. No de repartir el capital sin criterio, sino de mantener la convicción donde hay conocimiento profundo. Tampoco de subestimar la reputación, sino de cuidar la influencia con el mismo rigor que el capital financiero.

Al observar el patrimonio de Ellison, queda claro que lo que sostiene la creación de riqueza no suele ocupar los titulares. Está en la conexión entre infraestructura, propiedad e influencia. Las familias que entiendan y actúen en ese terreno no solo van a proteger su patrimonio ante posibles crisis, sino que también podrán transformarlo en un legado que trascienda.

 

*Con información de Forbes US.