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Sobrevivió a una guerra, venció al cáncer y creó una startup valuada en US$ 1.500 millones

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Desde su infancia entre bombardeos en Teherán hasta convertirse en una figura clave de la biotecnología, Maky Zanganeh atravesó la vida a fuerza de coraje, intuición para los negocios y una capacidad poco común para desafiar lo establecido.

Maky Zanganeh nació en Teherán en 1970, nueve años antes de que la Revolución Islámica sacudiera Irán. Recuerda una noche en particular: la policía militar lanzó gas en una casa al final de la calle sin salida, justo al lado de donde vivía su familia, y después la ametralló. Ella y sus dos hermanas mayores estaban solas en casa. "Por la mañana, nos despertábamos a las siete y teníamos que ir a la escuela como si nada", cuenta con naturalidad. "Así era mi vida cuando estaba en Irán", admite.

Esa calma inquebrantable y su actitud sensata le permitieron a Zanganeh atravesar una vida con más giros que un bazar persa. Un par de años después de aquella noche en Teherán, sus padres —ambos arquitectos— escaparon de Irán hacia Alemania. Allí, ella se recibió de odontóloga y luego obtuvo un MBA, aunque terminó trabajando en una empresa estadounidense de robótica médica. En ese entorno conoció a Bob Duggan, un cienciólogo reconocido, emprendedor serial y, con el tiempo, multimillonario. Con él tuvo un hijo y más adelante se casaron.

Zanganeh ganó cientos de millones como inversora y ejecutiva. Habla cuatro idiomas (farsi, alemán, inglés y francés), superó un cáncer de mama y hoy codirige, junto a Duggan, Summit Therapeutics. La compañía, con sede en Miami, cotiza en el Nasdaq y le permitió construir una fortuna de US$ 1.500 millones.

Gracias a esa riqueza, Zanganeh —de 54 años— apareció por primera vez en la lista de Forbes de las mujeres estadounidenses que hicieron su fortuna por cuenta propia, en el puesto n.º 23. Es una de las 38 multimillonarias que se hicieron solas en esa lista y una de las cinco que alcanzaron los mil millones de dólares en el sector de la salud.

Cuando ella y Duggan tomaron el control de Summit en 2020, la empresa facturaba menos de un millón de dólares, arrastraba pérdidas por decenas de millones y tenía apenas un fármaco en desarrollo, un antibiótico que suspendieron en 2022. En menos de cinco años, Zanganeh y Duggan —que se casaron en diciembre— pasaron a ser figuras destacadas en la industria biotecnológica.

La clave del salto fue la adquisición de la licencia de un posible tratamiento contra el cáncer que una compañía china había dejado de lado. Ese fármaco, ivonescimab, ahora se perfila como un éxito contundente. En un ensayo clínico del año pasado, mostró mejores resultados que Keytruda, el medicamento más vendido del mundo, que generó casi US$ 30.000 millones en ingresos para Merck en 2024.

El entusiasmo de los inversores llevó las acciones de Summit a subir un 575% en los últimos 12 meses, lo que disparó su capitalización bursátil hasta rozar los US$ 21.000 millones, a pesar de que la compañía aún no registra ingresos.

"La considero probablemente la ejecutiva más subestimada de toda la biotecnología", dice Ken Clark, socio del estudio Wilson Sonsini Goodrich & Rosati. Durante más de tres décadas trabajó con cientos de empresas del sector y participó en múltiples directorios, entre ellos el de Summit Therapeutics.

Según Clark, Zanganeh se destaca por la forma en que, junto a Duggan —ambos sin formación clásica en biotecnología—, logran desafiar ideas instaladas y obtener resultados rápidos mediante métodos poco convencionales.

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Ivonescimab está en plena etapa de ensayos clínicos de fase III para distintos tipos de cáncer de pulmón. Summit tiene previsto presentar la solicitud de aprobación ante la FDA antes de fin de año. "¡Es hora de que llegue!", afirman en la compañía.

A pesar de los avances en diagnóstico y tratamiento del cáncer de pulmón durante los últimos veinte años, la enfermedad sigue siendo la más letal en Estados Unidos. Cada año mueren unas 125.000 personas, más del doble que por cualquier otro tipo de cáncer, según datos del Instituto Nacional del Cáncer.

La innovación del fármaco de Summit está en su doble acción contra el cáncer. Por un lado, activa el sistema inmunitario para que ataque las células tumorales; por otro, corta el suministro de sangre a los tumores, lo que limita su crecimiento.

Según un ensayo clínico realizado en China el año pasado, esta estrategia dio buenos resultados. Los pacientes que recibieron ivonescimab sobrevivieron en promedio 11,1 meses antes de que el cáncer reapareciera, frente a los 5,8 meses de quienes tomaron Keytruda.

Los datos, publicados en septiembre, hicieron que las acciones de Summit se duplicaran en apenas cuatro días.

La historia de Zanganeh, desde sus años de escuela en Teherán hasta convertirse en directora ejecutiva de una empresa biotecnológica en Miami, siguió un camino poco habitual. En 1984, cinco años después del derrocamiento del Sha, sus padres se mudaron con ella a Alemania.

Zanganeh se instaló con un tío en Oldenburg, una ciudad pequeña a unos 48 kilómetros de Bremen, mientras sus padres seguían viajando entre Europa e Irán. En su entorno se valoraban los modales, la salud y, sobre todo, el estudio. "La educación era una prioridad absoluta", cuenta Zanganeh. Sus hermanas mayores eligieron medicina y estudiaron en Estrasburgo, Francia. Ella se inclinó por la odontología y se recibió en 1995 en la Universidad Louis Pasteur (hoy Universidad de Estrasburgo).

Rápido se dio cuenta de que la odontología no era lo suyo. "Era como estar encerrada en una caja todos los días, haciendo lo mismo", dice. En 1997, una amiga de su hermana le habló de su trabajo en Computer Motion, una empresa estadounidense que fabricaba brazos robóticos para cirugías mínimamente invasivas. Zanganeh se fascinó y consiguió un puesto en la oficina de Estrasburgo.

Su papá la convenció de que, si quería meterse de lleno en el mundo de los negocios, necesitaba un MBA. Así que, mientras trabajaba, estudió a tiempo parcial y se recibió en 1998 en la Universidad Internacional Schiller.

A los 28 años, Zanganeh fue ascendida y empezó a supervisar el negocio de Computer Motion en Europa y Medio Oriente. Viajaba para reunirse con cirujanos en Dubái, Arabia Saudita y Egipto, y presentarles una tecnología que entonces era completamente novedosa. Fue en ese período cuando empezó a trabajar con el director ejecutivo de la empresa: Bob Duggan, que había invertido en Computer Motion en 1989.

Duggan, que hoy tiene 81 años, resultó ser el yin del yang de Zanganeh. Ella fue siempre una estudiante aplicada y una empleada comprometida, con un título de posgrado. Él, en cambio, pasó al menos cinco años entre la Universidad de California en Santa Bárbara y la de Los Ángeles sin recibirse, era fanático del surf y trabajó por cuenta propia desde que, en su adolescencia, cortaba el pasto en jardines. Solo tuvo un empleo en relación de dependencia durante tres años.

Es un tipo de mente ágil, lleno de ideas, que piensa y habla rápido. Zanganeh, en cambio, se destaca por su capacidad de ejecución y atención al detalle. "Somos muy simpáticos", dice Duggan. "Ella conoce todos los detalles y tiene una memoria fotográfica. Yo soy un visionario. Veo lo que hay detrás de las esquinas".

En 2003, después de que Duggan vendiera Computer Motion a Intuitive Surgical, ambos comenzaron a buscar su próximo gran proyecto. Zanganeh, que por entonces trabajaba en la firma de inversión personal de Duggan, se sintió interesada por Pharmacyclics, una desarrolladora de medicamentos contra el cáncer. La empresa, que cotizaba en bolsa, registraba pérdidas, pero tenía un fármaco con potencial.

Según cuenta, eligió Pharmacyclics de una lista de 15 empresas que recibió por fax de un analista. El interés no fue solo estratégico: uno de los hijos de Duggan había muerto por un cáncer cerebral, así que el propósito de la compañía les resultó significativo.

Ambos invirtieron en abril de 2004. Zanganeh vendió sus acciones de Intuitive Surgical y pidió un préstamo al banco para conseguir el dinero necesario.

Para 2008, Duggan ya había incrementado su participación hasta controlar Pharmacyclics, con sede en Sunnyvale, California, y asumió como director ejecutivo. Zanganeh también se sumó al equipo: primero como vicepresidenta de desarrollo comercial y luego como directora de operaciones.

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Ivonescimab está en plena etapa de ensayos clínicos de fase III para distintos tipos de cáncer de pulmón.

 

En 2011, cuando contaban con un nuevo fármaco contra el cáncer en fase inicial —el primero no funcionó—, Duggan empezó a considerar una alianza con Johnson & Johnson, que buscaba fortalecer su línea de tratamientos oncológicos. Zanganeh fue quien concretó ese acuerdo.

"Es una fuerza de la naturaleza. Es tan reflexiva, tan preparada, tan basada en datos, y luego aprovecha eso y hace que las cosas sucedan", dice Michael Gaito, presidente global de banca de inversión y salud de JPMorgan, cuya firma asesoró a Pharmacyclics cuando se vendió a AbbVie en 2015.

Zanganeh fue la encargada de negociar una alianza global con Johnson & Johnson que rompió con lo habitual. Logró que Pharmacyclics, siendo la empresa más chica, pudiera registrar en Estados Unidos los ingresos por el nuevo medicamento contra el cáncer. Lo usual en estos acuerdos es que esa parte quede para la farmacéutica más grande. Además, consiguió pagos por adelantado por US$ 400 millones en un plazo de dos años.

"Las condiciones fueron revolucionarias en aquel momento", asegura Gaito. Ken Clark, hoy miembro del directorio de Summit, agrega: "Ella realmente lo impulsó".

El fármaco de Pharmacyclics, Imbruvica, se convirtió en un tratamiento exitoso para la leucemia linfocítica crónica, una de las formas más comunes de leucemia en adultos. Es mucho menos tóxico que la quimioterapia, que hasta entonces era el tratamiento estándar.

El valor de las acciones de Pharmacyclics se disparó y, en 2013 —el mismo año en que Imbruvica recibió la aprobación de la FDA—, Duggan entró en la lista de multimillonarios de Forbes. Dos años más tarde, AbbVie compró la empresa por US$ 21.000 millones.

Zanganeh, que había invertido cerca de un millón de dólares, se llevó US$ 225 millones antes de impuestos.

Ese dinero le llegó en un momento clave. Le permitió a Zanganeh, que criaba sola a su hijo Shaun, pasar más tiempo como madre. En 2006, cuando él nació, ella viajaba constantemente por trabajo mientras buscaba inversiones con Duggan. Su madre, que vivía en Francia, se hizo cargo de criar a Shaun hasta que cumplió cinco años. Zanganeh lo visitaba en Francia cada dos semanas. (Duggan reconoció recientemente que Shaun es su hijo).

En 2019, mientras estaba en Francia para acompañar a su padre en una operación para extirparle un tumor, Zanganeh descubrió un bulto que terminó siendo un cáncer de mama en estadio 2. Fue operada en el mismo hospital donde trataban a su papá y luego regresó a Estados Unidos. Dos semanas más tarde comenzó la quimioterapia, justo antes de que arrancaran los confinamientos por la COVID-19 en marzo de 2020.

El tratamiento fue muy duro. Su corazón y sus pulmones casi dejaron de funcionar, tuvo que ser internada, sufría dolores óseos y vómitos constantes. "Estaba muy, muy enferma", recuerda. "Siempre tenés este miedo. ¿Y si hace metástasis?". A pesar de todo, rescata algo positivo: pudo vivir en carne propia muchos de los desafíos que enfrentan los pacientes a los que su industria busca ayudar.

Durante ese período, Duggan enfocó su atención en otra empresa biotecnológica que atravesaba dificultades. Invirtió US$ 63 millones para adquirir el 60 % de las acciones de Summit Therapeutics y asumió como director ejecutivo en abril de 2020. Siete meses más tarde, cuando terminó sus tratamientos de quimioterapia, Zanganeh se sumó como directora de operaciones y miembro del directorio. En julio de 2022, fue nombrada codirectora ejecutiva.

Después de que fracasaran los planes iniciales para desarrollar un nuevo antibiótico, la pareja decidió cambiar el rumbo. Contrataron a varios exempleados de Pharmacyclics y los pusieron a buscar un nuevo tratamiento contra el cáncer, en cualquier parte del mundo.

Fong Clow, exPharmacyclics y nacida en China, propuso mirar hacia su país. A mediados de 2022, el equipo de Summit puso el foco en ivonescimab, desarrollado por Akeso, una firma que cotiza en la bolsa de Hong Kong y que ya lo tenía en fase III de ensayos clínicos.

En ese momento, había ciertas reservas dentro de la industria sobre establecer alianzas con farmacéuticas chinas. En marzo de 2022, la FDA había rechazado la aprobación de un medicamento contra el cáncer de pulmón que Eli Lilly había licenciado a la china Innovent Biologics. Esa decisión podría explicar por qué Akeso, a pesar de haber presentado datos prometedores en ASCO —la conferencia anual más relevante en oncología—, no logró captar la atención de las grandes compañías farmacéuticas.

Para Zanganeh y Duggan, eso no representó un obstáculo. "Simplemente no se limitan a las ideas convencionales", dice Clark, integrante del directorio.

El desafío real era económico. En septiembre de 2022, Summit tenía poco más de US$ 120 millones en efectivo y una capitalización bursátil de alrededor de US$ 200 millones.

Pero Michelle Xia, fundadora y directora ejecutiva de Akeso —con experiencia en Bayer y otras farmacéuticas en Estados Unidos, y un doctorado en biología molecular obtenido en el Reino Unido— logró sintonizar rápidamente con Zanganeh y Duggan. Los equipos de ambas compañías descubrieron pronto que compartían una cultura de trabajo parecida. "Me encontraron y creo que encajamos a la perfección", dice Xia.

En diciembre de 2022, firmaron un acuerdo para licenciar el fármaco de Akeso. Summit pagó US$ 500 millones por adelantado —fondos que tuvo que pedir prestados a Duggan y Zanganeh— y comprometió hasta US$ 4.500 millones adicionales en pagos futuros si ivonescimab consigue la aprobación.

Como sobreviviente de cáncer, Zanganeh entiende mejor que nadie que el tiempo es crucial. "Tomamos decisiones a gran velocidad", afirma. "Queremos asegurarnos de poder ayudar realmente a todos estos pacientes", concluye.

 

*Con información de Forbes US.

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