El primer trabajo de José Baum fue a los 14 años ayudando a su padre en la parametrización de fórmulas y estándares de un sistema contable. Esa experiencia marcó, de alguna manera, su futuro en el mundo de los negocios.

Nacido en Medellín, Colombia, hace 50 años, vivió en Bogotá desde los siete años por temas laborales de su padre. Se gradúo de ingeniero industrial en la Universidad Javeriana, en la capital colombiana, y desde 1998 vive en Ecuador, donde ha emprendido en empresas en distintos sectores: desde proyectos inmobiliarios, los bienes raíces, entretenimiento, negocios de comidas, tecnología, etc.

Este empresario se caracteriza por su versatilidad. Una de sus primeras incursiones fue en el negocio de comida en los años 90, en una Bogotá que ofrecía muchas oportunidades de trabajo. En esa misma época conoció a su esposa Mónica (ecuatoriana) quién por trabajo se había radicado en la capital colombiana. “Uno de mis mejores amigos me pidió que le acompañara a una cena que Mónica brindaba en su casa, en pocas palabras me coló a la invitación  y mire el daño que me hizo (risas). Lo que más me impactó de ella fue su personalidad, su inteligencia y su belleza”. 

La boda fue en Quito en 1995, aunque la pareja se radicó en Bogotá por tres años; allá nació su primer hijo. En 1998 el matrimonio analizó la difícil situación política y de violencia que vivía Colombia, a consecuencia del narcotráfico y la guerrilla, y decidió hacer maletas y radicarse definitivamente en Ecuador porque estaban seguros que aquí tendrían tranquilidad y bienestar. 25 años después Baum asegura que tomaron la decisión correcta.

Pero la cosa no era fácil en Ecuador. Este empresario recuerda que se vivía una dura crisis económica y aun así las crisis te ofrecen oportunidades. En esos años la moneda era todavía el sucre comenta, al recordar que pese a vivir un cuarto de siglo en este país todavía se siente un migrante.

“En este país siempre soy el colombiano, me quedé sin nacionalidad, mientras que para los colombianos soy el ecuatoriano. Acá llegué a buscar un nuevo camino, un nuevo futuro. Empecé en la industria eléctrica, como representante de una marca estadounidense. Luego traje con unos socios la representación de la cadena de restaurantes Tony Roma's. También puse un negocio de crepes, colaboré para el desarrollo turístico de la Mariscal, especialmente de la zona de la plaza Foch”. Con el tiempo también incursionó en el mundo de la construcción, los bienes raíces, entre otras actividades productivas.

Baum viaja constantemente a Colombia por trabajo y rara vez por placer. Su única hermana vive en Estados Unidos, sus padres se mudaron al Ecuador y sus amigos están regados por el mundo tras la difícil situación que ha vivido Colombia por la guerrilla y el narcotráfico, en las últimas décadas.

¿Cómo ve al Ecuador de ahora? “Es necesaria una mayor apertura a la realidad del mundo en muchísimos aspectos. Se requiere de voluntad política, del apoyo de la gente. Se debe entender que para conseguir las cosas hay que trabajar y no pedir subsidios, sino construir a largo plazo, ni siquiera para uno, sino para las siguientes generaciones. No estamos conscientes de que debemos ir para adelante, hay que renovar el modelo de negocio, hay mucho egoísmo, se está viendo el bien individual y no el bien común. Debemos dejar los egos a un lado y trabajar”.

Este empresario dice que no le gusta ver la paja en el ojo ajeno y asegura que en el país hay gente extraordinaria, que hoy por hoy no entrega todo su potencial al desarrollo del país. “No puede ser que un país diga no a la extradición en la consulta popular, si alguien cometió un crimen en otro país, no podemos ser el lugar donde se esconden los criminales, la respuesta debía tener el 99,9 de los votantes por el sí, pero fue un voto contra el Gobierno.”

Baum tiene claras sus metas como empresario: la responsabilidad es su primer mandamiento, luego el compromiso, la transparencia y finalmente la persistencia, trabajar y trabajar.  “Como empresario veo un mundo de oportunidades. La ley laboral es muy antigua y no da facilidades de contratación con la dinámica que se requiere en el mundo de hoy”.

Es un enfermo del fútbol, pero no juega porque el físico ya no le da. Eso sí, no se pierde un partido del Independiente de Valle, club al que está vinculado como dirigente deportivo desde 2009. No es quisquilloso en el tema comida y le encanta pasear los fines de semana por los alrededores de Quito; con su esposa viajan mucho a Papallacta, a Imbabura, a Guayaquil y a Cuenca. “Todo en Ecuador está a la vuelta de la esquina. El país tiene características que lo hacen único. Gente buena, emprendedora y amable.”