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Con estas reformas, el país ha ratificado su posición como líder en regulación societaria a nivel regional y en estos tres años se ha logrado cambios brutales, desde las SAS, pasando por el diseño de una nueva arquitectura corporativa, la modernización e incorporación de nuevas instituciones dentro del derecho societario e incluso el cambio del esquema de control.

05 Abril de 2023 17.10

Con las recientes reformas a la Ley de Compañías, y utilizando el símil que hizo famoso Shakira, no cabe duda de que en esta materia pasamos de ir en Twingo, a ir en Ferrari. Ni más ni menos. Ecuador aprobó una serie de reformas que cambian, para bien, las regulaciones societarias del país modernizando y adoptando las mejores prácticas y recomendaciones internacionales. Este segundo paquete de reformas (el primero fue aprobados en el 2020) intenta corregir ciertas distorsiones que se daban al momento de regular a las compañías y su relación con terceros (accionistas, representante legal), además de dar un giro con el fin de normar lo que verdaderamente tiene que resolver el derecho societario: (i) suprimir barreras (de entrada y salida) y reducción de costos de constitución; y, (ii) reducir los conflictos entre partes relacionadas. 

Ese enfoque, que predomina en otras partes del mundo donde se ha modernizado esta práctica, ha sido adoptado con éxito en nuestro país logrando mejorías y eficiencias que ayudarán a los empresarios, accionistas, representantes legales y terceros a hacer negocios. Hay que entender que el derecho societario es un derecho bastante práctico, que lidia con la posibilidad de hacer dinero y mejorar el entorno a quienes hacen negocios, por un lado, y proteger a quienes pueden verse afectados, por otro. 

Lo que hicimos fue eliminar estos arcaísmos y modernizar la legislación. Pasar de un derecho societario que creía que era más importante el control a través de la escritura pública, la entrega de certificados, el trámite de oposición a terceros (que nadie usaba) y cosas formales que volvían inútil el funcionamiento de las sociedades y trababan la verdadera intención del empresario, a otro más eficiente cuyo enfoque se centre en el control posterior de las compañías. Hoy por hoy, hemos evolucionado a un régimen que permite resolver los verdaderos problemas que se dan dentro de las compañías: la responsabilidad de los administradores, la regulación sobre los conflictos de interés, las transacciones entre partes relacionadas, la protección a los accionistas minoritario, la supresión de las barreras de entrada y la facilidad para empezar negocios, la posibilidad del uso del arbitraje, entre otros temas. Solucionar los problemas, no crearlos.

El control formal dejó de ser lo más importante y ahora ya no es obligatorio elevar a escritura pública la constitución de compañías. Tampoco se van a hacer inspecciones ni auditorías por parte de la Superintendencia de Compañías para la aprobación de actos societarios, ahorrando valioso tiempo. Los representantes legales de las compañías mercantiles no tendrán responsabilidad solidaria por las obligaciones laborales. Hay muchos cambios en las reformas a la Ley de Compañías. De fondo y de forma que cambian completamente el sistema. También, se elimina la causal de disolución por pérdidas por lo que las compañías podrían seguir operando a pesar de reportar pérdidas. Se crean nuevos procesos de liquidación (expedita y cancelación simplificada), mejorando los requisitos de salida de las compañías. Otro tema importante es lo procesal societario. Nuevas reglas para impugnar o plantear acciones en contra de los administradores abusivos o los accionistas que expropian a los minoritarios. Se incorporan normas de Gobierno Corporativo para los Directorios en las compañías. En fin, son muchos cambios que harán que ahora se reconozcan nuevos derechos y se pueda hacer negocios amparados en una legislación moderna que beneficie a los empresarios. 

Con estas reformas, el país ha ratificado su posición como líder en regulación societaria a nivel regional y en estos tres años se ha logrado cambios brutales, desde las SAS, pasando por el diseño de una nueva arquitectura corporativa, la modernización e incorporación de nuevas instituciones dentro del derecho societario e incluso el cambio del esquema de control. Hoy en día, podemos afirmar con orgullo que Ecuador tiene la Ley de Compañías más avanzada de toda América Latina.

Es un cambio fantástico que requerirá de mucho estudio y desarrollo por parte de abogados, jueces, profesores, autoridades. El desafío está en aprender a manejar bien el Ferrari. (O)

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