La Gran Reforma societaria
El Derecho Societario, antes de las reformas, estaba basado en normas arcaicas que no se ajustaban a la realidad y que entorpecían la actividad empresarial llenándolo de trámites y costos innecesarios.
El Derecho Societario, antes de las reformas, estaba basado en normas arcaicas que no se ajustaban a la realidad y que entorpecían la actividad empresarial llenándolo de trámites y costos innecesarios.
Mientras se secaba las palmas, Poncio Pilato ordena que los guardias de manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes lleven al sentenciado al Gólgota, a cumplir su condena. Está escrito, todo es cuestión de tiempo compañeritos.
Elijo creer que Ecuador todavía tiene salida. La purga empieza en casa, los delincuentes deben ir a la cárcel y, estoy convencido, existe gente honesta y proba que hará bien las cosas. Plantemos un sistema más transparente, que los abogados transgresores no vuelvan a ejercer su profesión, que los jueces y fiscales sean los mejores, los asambleístas velen por el país y no por el líder que debería estar en una cárcel.
El juego se convirtió en un escape y en un motivo en el que terminamos siendo cómplices, padre e hijos, y nos acerca con cada patada, aunque suene contradictorio. Lo único que gastamos es sudor y suela y esa es una de las mejores inversiones que alguien puede hacer.
Además de la muerte y pagar impuestos, el baño es ese lugar que nos hace semejantes unos con otros: reyes, presidentes, artistas, abogados, futbolistas, ingenieros, ricos, pobres, todos somos iguales es este recinto.
No nos debemos olvidar de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, que los sentimientos no se rinden y que la vida son estos pequeños momentos que debemos encontrarlos y disfrutarlos porque es una actitud que depende de nosotros mismos.
Nadie vuelve a ser lo mismo dos veces. Ni las personas. De este trance no hay vuelta atrás, pero hay que salir cuanto antes. Se vuelve a construir, siempre, pensando en un futuro mejor, más próspero para todos. Si sabes contar, cuenta conmigo. Nos necesitamos el uno al otro, hoy más que nunca. Yo creo en Ecuador.
Puede haber cosas urgentes. Puede haber cosas importantes y, sin duda, a todo hay que darle la categoría debida. Pero después, descubres que nada es tan importante como muchas veces creemos. Siempre hay que poner las cosas en perspectiva para darnos cuenta, pero relajarnos por lo que pasa es una manera de entender que las cosas pasan y que, al final, no son representativas.
La corrupción es un mal que es tremendamente necesario combatir. Medidas como "metástasis" podrían poner a pensar a quienes se siguen beneficiando para si del Estado y, ojalá, lograr que el chancho limpio nunca engorde.
A veces, lo más difícil es comunicar a pesar de hablar el mismo idioma. Quizás, y solo quizás, sea el momento de relajarnos un poco, aplicar otras formas, reírnos más y juzgar menos. Total, lo que importa es entendernos.
La dignidad de una vida plena está en poder tomar decisiones libremente, sin afectar a nadie en el camino. Mi camino es tener la posibilidad de una muerte digna, si me da la gana.
Lo rural y lo que el hombre siempre fue, ha quedado para los libros de historia o para las corridas de toros. Por eso, ir a los toros parece un buen pretexto. ¿Vamos?
Sin duda hay gente muy rápida y sagaz en la sierra y otros meticulosos en la costa, pero la cultura, la región, el clima, los genes, los diversos etc. que se producen, condicionan particularmente a las sociedades y las vuelve más o menos ricas. La riqueza de las diferencias.
El amor es algo anárquico, el amor es tan bueno que me resisto a creer que sea único o idealizado. Es un sinfín de colores donde el azul es solo una minúscula gama. Lo más bonito del amor es que el otro te desafíe. Nada de príncipes azucarados ni de mitades de naranjas.
El fútbol de todos los días viene con canillas moradas, quemaduras de primer grado en las piernas por la necesidad de cubrir a un oponente. No importan los raspones en las rodillas ni la integridad personal, siempre y cuando sirva para evitar un gol.
Apreciémonos como somos: rotos, destrozados, únicos, irreemplazables, en permanente cambio y transformación. Ahí está la belleza de las cicatrices. La reconstrucción de las roturas, al fin de cuentas, son amor propio transformado en costura. Esa es la vida. Solo hay que aprender a pegar los pedacitos.
¿Por qué seguimos luchando por este país? Porque es un país que todavía se puede permitir muchos recuerdos. Porque, sin duda, a mis hijos todavía les tengo que contar un montón de cosas increíbles que van a pasar en este país. ¿Y usted?
Los vendedores de pollo son lo más astuto que hay. Iluminan el mostrador con luces de distintos colores. Por ahí viene un pollo azul, le pone luces amarillas y le queda el pollo verde. Entonces ahí ya cambia (aunque solo en apariencia). También, a veces he visto que contratan a falsos clientes para decir, ese es mi pollo.
La condición humana es fascinante. Pesa más la presión social que la sinceridad del deseo. Es esa manía de encontrar pretextos para irse de fiesta y ser feliz haciendo el trencito, bailando la conga a costa de alguien que, al día siguiente, dirá que tiene otro año de vida.