Recuerdo que cuando inicie Stupendo, la compañía de facturación electrónica que se convertiría en la más grande del Ecuador por ventas, participación de mercado, número de transacciones, etc. pensaba que no tenía suficiente y, como efecto de ello, deseaba más.
Me imagino que era una mentalidad adecuada para ese instante.
Si no tenía la ambición que requería mi negocio en ese momento hubiera sido muy difícil llevarlo a punto de equilibrio, no se diga a convertirla en el principal actor del mercado. Muy posiblemente hoy en vez de escribir estás letras estaría aún sentado sobre la caja del monitor que compre para la computadora que requeríamos en ese momento y a la que escogí por encima de un escritorio demostrando conocer el concepto de prioridad.
Se requiere de hambre para sacar un emprendimiento adelante y esa hambre, debido a la ignorancia del principiante o simplemente a que se percibe que existe menos de lo que es necesario, debe venir desde un lugar de escasez: "me falta algo y por eso deseo tenerlo".
Siendo ese algo dinero, clientes, equipo, etc.
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En el documental Happy People: A Year in the Taiga Gennady Soloviev, el protagonista, explica la codicia de una forma fascinante.
El "trapper", como se le denomina a Soloviev por su rol social de colocar trampas, atrapa unos pequeños mamíferos (su nombre escapó la traducción automática de YouTube) para luego usar su pelaje para fabricar abrigos en forma de ropa y calzado para el invierno.
En una de sus conversaciones menciona que el peor tipo de trapper es aquel que es codicioso, pues pone las trampas con antelación, capturando individuos que todavía no tienen el pelaje bien desarrollado para ser usado efectivamente como un elemento impermeable (y por lo tanto haciendo que se requiera más capas de piel u otros materiales para lograr el mismo resultado) o dejan sus trampas colocadas por más tiempo capturando hembras preñadas (y aniquilando así a la siguiente generación de individuos, creando escasez futura).
La codicia, para este hombre con una relación íntima con la vida, es mala porque no le permite a la naturaleza restaurarse a sí misma, lo que elimina la posibilidad de que el ser humano siga alimentándose de ella.
Es una suerte de ignorancia acerca de los ciclos naturales que imponen las condiciones de maduración de un organismo, en un caso, y la renovación a través del nacimiento de una nueva generación, en el otro. Si se explota a la naturaleza antes o después de que llegue a su máxima expresión se elimina un delicado equilibrio que llegado el momento pasará la factura al hombre, parte del mismo ecosistema.
Podríamos terminar aquí el artículo.
El aprendizaje es fundamental y oportuno: la codicia no es una ley impuesta por la religión, sino la percepción de una ley natural que una vez filtrada por la mente del hombre se conceptualiza y se puede usar para guiar a otros hombres en la forma correcta de proceder. Si no se actúa conforme a está realidad, el hombre se quedará sin sustento, correrá riesgo de desaparecer.
El apoderamiento del concepto por parte de la religión, una expresión cultural presente siempre en las sociedades humanas, se debe a que existen hombres y hombres.
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Algunos, la minoría, los que han sido disciplinados en crear un orden para sus pensamientos, tendrán lo que necesitan con la explicación entregada por Soloviev
Sin embargo para el resto, la mayoría, que es ocioso con la aplicación de su facultad mental y que no por ello está exento de conformar su comportamiento a los ciclos de la naturaleza que afectan a todos por igual, la opción que aparentemente queda es apelar a sus emociones: "si abarcas más de lo que es suficiente te quemarás en el fuego eterno".
Regresando al concepto de escasez con el que inició este viaje, podemos concluir que ésta no solo es una forma de ver el mundo que puede crear la motivación necesaria para arrancar un negocio, sino que puede crearse artificialmente, como en este caso, a través de la codicia.
Si muchas personas quieren más de lo que es suficiente y extraen de la naturaleza en los momentos en que ella se encuentra vulnerable, muchas otras se verán afectadas y terminarán con menos que lo suficiente para poder vivir.
Si en una sociedad existen demasiadas personas codiciosas el sistema evolucionará a uno en el que la única manera de sobrevivir sea siendo codicioso.
Si el vecino intenta apropiarse de todo y no tenemos el coraje para parar su destructivo comportamiento, tendremos que aceptar la cobardía de convertirnos en él.
Parecería ser que la escasez es algo evitable, que si aprendemos a vivir conforme a la naturaleza no sufriríamos de está condición, pero la verdad que no es así.
Cuando manejamos por una carretera de tres vías que se transforma en una de dos vías más adelante podemos percibir lo que significa la escasez. Es un estado de más a menos, de tener a no tener, de suficiente a insuficiente.
Y esta realidad descendente aplica también a la vida. Apenas un organismo sale de la pubertad y se encuentra en el esplendor de su existencia, inicia un camino de bajada que llega a ser tan violento que en su momento provocará la extinción del individuo.
La vida es un camino de más a menos. Al menos en los aspectos que se relacionan a su presencia física, al cuerpo.
¿Cómo queda el emprendedor hambriento que apareció al inicio? ¿Hizo bien en basar la construcción de su empresa en el miedo a no tener? ¿Existía algún sustrato diferente a este temor donde hubiese podido sembrar su ambición?
Hay algo de lo que podemos estar seguros.
Si el sustrato es el miedo a no tener suficiente (mentalidad de escasez) el emprendedor correrá el riesgo de acumular más recursos que los suficientes (codicia).
En mi experiencia trabajando con emprendedores a los que apoyo a que construyan compañías autónomas de ellos, he notado que es un pensamiento prevalente, no desaparece luego de comprarse un Mercedes o una mansión. por lo que debe ser cambiado voluntariamente.
Tampoco puede venir del deseo de construir un personaje ficticio llamado ego y que tiene la necesidad de ser admirado por todos para convertirse en alguien real. Al igual que cuando sembramos una semilla en un suelo lleno de contaminantes, el fruto que cosechemos nos envenenará.
Por lo que el sustrato adecuado debe de ser diferente, aún más verdadero y profundo, amable con nosotros mismos y el resto de personas.
Debe ser el amor por quienes somos, por nuestro trabajo, y las personas a nuestro alrededor (equipo y clientes).
Si un emprendedor decide repetirse "viviré en abundancia" a la par de tener miedo a no tener suficiente estaría cometiendo un grave error.
Lo correcto es que el emprendedor escoja conforme a su facultad de voluntad si vivir en base al miedo a la escasez o en base al amor por quién es, lo que hace y para quién lo hace.
El primer camino lleva a la perdición, el segundo a la liberación. (O)