Forbes Ecuador
Forbes 2023
Editorial
Share

31 Diciembre de 2022 08.00

Ha sido un 2022 de terror. Y, aunque desde las páginas de Forbes Ecuador nos hemos empeñado en visibilizar al Ecuador positivo, que trabaja, que genera empleo, que triunfa en los negocios, que inspira, que es un ejemplo, casa adentro no hemos ignorado el difícil y complejo momento por el que atraviesa el país. No es sino prender un momento la televisión o conectarse a Twitter para llenarse el día de malas vibras y contagiarse de temor.

La inseguridad nos preocupa a todos. Es un tema infalible en la mesa, con la familia, con los amigos, con los compañeros de la oficina, con el conductor del taxi, con los vecinos. Así como se habla del clima o de la congestión, también se conversa sobre robos, asaltos y crímenes. Cada vez el círculo de violencia se hace más cercano a nosotros y, lamentablemente, no haber sido víctima -aún- parece una proeza.

Para nuestro pesar, en unas ciudades más que en otras, salir del hogar ha empezado a ser un viaje con ticket solo de ida. Y todavía es más triste es que ni siquiera en casa es posible sentirse seguro. El deterioro de la institucionalidad nos mantiene en vilo, porque hasta aquellos llamados a velar por nuestra seguridad, por nuestro cuidado, por nuestros derechos, navegan cómodamente por un mar -su mar- de corrupción, amedrentamiento y quemimportismo. Como sociedad, vamos a la deriva. Casi cero principios, casi cero valores, casi cero respeto, casi cero tolerancia, casi cero diálogo, casi cero empatía, casi cero amor por la vida del prójimo.

Casi…

Porque estamos convencidos y seguros de que la mayoría, realmente la mayoría de nosotros se resiste a naturalizar la violencia, a dejar de rechazar los crímenes -TODOS-, a pesar que esta situación es algo normal y a aceptar que nuestros hijos vivan en un país marcado por el miedo, la violencia y la inseguridad. Sin embargo, aunque somos mayoría, somos presas del pánico. Por eso, a la vez, requerimos que quienes tienen el poder de cambiar las cosas, desde lo institucional, hagan su trabajo. Es lo único que deben hacer bien. En verdad, es muy simple. Si hacen bien lo que saben hacer bien, y para lo que fueron elegidos, la situación no tendría por qué salirse de control y el bienestar común sería la brújula que guiaría el barco.

De nuestra parte, aprendamos o reaprendamos a construir, a trabajar en equipo, a respetar el otro punto de vista. Hagamos el firme propósito de dejar la crítica porque sí, entre todos volvamos a llenarnos de valores éticos y morales. Si solo nos quejamos, no aportaremos con ideas o soluciones estructurales que tanto esperamos como ecuatorianos.

Y llenémonos de valor, porque al miedo hay que enfrentarlo y es más posible si lo hacemos juntos. Es necesario cuidarnos, estar conscientes de que mientras más unidos y comunicados estemos con la familia o con los vecinos, por ejemplo, mejor preparados vamos a estar para actuar. Hoy la tecnología nos ayuda, los chats de WhatsApp son canales vitales para dar alertas, pero sobre todo para dar consejos de seguridad a la hora de manejar, al visitar un espacio público o cuando caminamos por la ciudad o el barrio. También es importante otras estrategias ante una situación en la que exista peligro. Con los vecinos también funcionan los planes, las reuniones y, sobre todo, la comunicación. Al menos, hasta que esta pesadilla pase. Porque queremos que pase.

Y, más allá de nuestras manos, tenemos nuestras cabezas y nuestros corazones para revertir la situación. Creemos que aún estamos a tiempo, aún podemos soñar en volver a vivir en esa isla de paz de la que tanto nos enorgullecíamos. Tenemos el deseo y eso es una gran herramienta que juega a nuestro favor. Enfoquémonos en que así suceda y sucederá; seamos más amables, más solidarios, más hermanos y eso crearemos. Que tengamos un 2023 soñado.

Ese es nuestro mayor deseo. (O)

loading next article
10