Aterrizar en Los Ángeles sin conocer a nadie, tomar una lista de teléfonos y comenzar a llamar: 709 teléfonos, una expresión de interés, un cliente y un vuelo de vuelta. Esta aventura emprendedora fue el inicio de Slantis, una empresa especializada en tecnología aplicada a la arquitectura creada por Andy Robert y Mercedes Carriquiry, que hoy factura en seis cifras a clientes de Estados Unidos.
Otra similar es la de Martín Alcalá Rubí, creador de Tryolabs y más recientemente cofundador de Zapia, que comenzó con US$ 500, sin vacaciones por varios veranos, una presentación de PowerPoint (PPT) y que viajó incontables veces a Norteamérica, esfuerzo que derivó, 15 años después, en la creación de una empresa con US$ 12 millones de inversión.
Las historias de estos uruguayos dejan lecciones a los que vienen y refuerzan el concepto al que apunta el ecosistema emprendedor: "Desde Uruguay se puede salir al mundo". "Nos han metido en la cabeza eso de 'país chiquito' y muchas veces, sin querer, miramos demasiado hacia adentro", dijo en el marco de la tercera edición de Forbes Game Changers Enrique Topolansky, director del Centro de Innovación y Emprendimientos (CIE) de Universidad ORT Uruguay, pero sostiene que "ya hay una cantidad de evidencias de que "eso se está rompiendo".
El ecosistema crece a nivel local y hay puentes construidos que permiten a más startups uruguayas lanzarse a la búsqueda de los capitales de inversión que les permitan crecer. La clave, dijo Topolansky, es que los jóvenes conozcan lo que pasa afuera y vean el "cambio de escala".
"Acá un evento con 300 personas es grande, pero en Las Vegas hay 20.000 o 30.000. Cuando lográs que un chico cambie de escala y rompa esos paradigmas que se formaron en 'la pequeña aldea', es cuando se da esto de que con un PowerPoint te animás a ir a Estados Unidos a pitchear por los millones de dólares", agregó el experto.
"Para qué"
¿El éxito de una startup se basa solamente en cuánto dinero levanta en una ronda de inversión? Tanto Alcalá Rubí como Topolansky son conscientes de que hoy se vive un furor o moda por las rondas de inversión, pero también son claros al apuntar que más importante que el cuánto es el para qué.
"Hoy por hoy se festeja mucho levantar la ronda, pero la pregunta no es cuántos millones levanto, sino si tiene sentido. Y eso depende del negocio, del momento y de hacerse las preguntas correctas: ¿Cuál es el foco? ¿A dónde quiero llegar? ¿A dónde quieren llegar mis socios? Porque a veces unos quieren crear el próximo unicornio y otros, solo un autoempleo", explicó el director del CIE de ORT.
"Muchas veces veo que hay chicos que salen desesperados (a buscar inversión) antes de ni siquiera entender cuál es su necesidad, el segmento de clientes, las cosas básicas", indicó y Alcalá Rubí sumó: "Lo que hay que entender es que no todos los negocios tienen la misma sensibilidad al levantamiento de capital. A nosotros nos costó 15 años hacer un negocio de escala Silicon Valley".
El empresario dijo que para llegar a una ronda de capitalización como la que alcanzaron para Zapia "muchas veces tenés que perder plata muchos años", y puso ejemplos fuertes: "Mercado Libre perdió plata 7 años; Amazon perdió plata 15 y WhatsApp todavía no da ganancias". "Entonces: ¿es imposible arrancar bootstrap? No. Se puede hacer, pero hay determinados tipos de negocios en los que vas a necesitar muchísimo capital y no vas a poder llegar sin una inyección fuerte", remarcó.

"En momentos de muchas oportunidades, hay que tener coraje y fe. La primera compañía la armamos con US$ 500; la segunda, con US$ 100.000, la tercera, con US$ 250.000 y ahora con US$ 12 millones de inversión. Hemos ido probando sucesivos experimentos. ¿Se podrá hacer esto? ¿Se podrá ir con una PPT a Silicon Valley y traerse hasta US$ 5 millones? De momento, lo hemos ido logrando", agregó.
Desde Slantis, Robert remarcó que su empresa es 100% bootstrapping. "No tenemos venture capital (VC), porque somos una empresa de servicios profesionales y en general estas, por lo menos en las etapas más tempranas, no levantan capital". "Tener más plata, obvio que te da lo acelerado, pero por otro lado, cuando es capital propio, aunque después no le tenés que rendir cuentas a nadie, tenés un poco más de cuidado", agregó.
De todos modos, reconoció que "parte del camino emprendedor es equivocarse". "Sin eso después no sabés para dónde direccionar y de qué manera seguir", sostuvo, aunque alertó: "Equivocarse sale plata".
El próximo unicornio uruguayo
Tres empresas locales superaron los US$ 1.000 millones de valoración y pasaron a formar parte de los llamados "unicornios": dLocal, PedidosYa y Nowports. ¿Pero habrá más? Topolansky dijo dónde pondría sus fichas si tuviera que apostar.
"Hay olas que se están surfeando muy bien. Una es la de la IA. Ahí hay mucha competencia y creo que Horizon puede llegar a ser el próximo unicornio. Pero Uruguay tiene oportunidades en otras dos olas gigantes. Una es la de ciberseguridad, donde recién estamos sintiendo el impacto y todavía hay pocas soluciones. Ahí hoy está Strike haciendo un camino en esa línea", agregó.
Finalmente, marcó la ola de la bioinformática y la biotecnología. "A la uruguaya, con un pomo y tres alambres, hay gente corajuda y hay un par de empresas haciendo magia. Con una sola que emboque un fármaco, reducir tumores o curar el cáncer, van a marcar un Uruguay diferente. Dejar de ser un Uruguay de materias primas, para ser un Uruguay de conocimiento", remarcó.
* Imagen principal - Martín Alcalá Rubí, Andy Robert y Enrique Topolansky. Foto: Leonardo Mainé.


