Cecilia Pena, presidenta de Repremar: "Los sueños no se alcanzan, se trabajan"
La empresaria contó cuál fue su primer empleo y qué enseñanzas le dejó. Cómo abrirse paso, la importancia de la confianza y las ventajas de ser un buen líder.

Desde sus inicios entendió que lo suyo era derribar prejuicios y creencias para insertarse en un mundo hasta el momento masculino. Apenas llegada de Estados Unidos donde estudió su último año de bachillerato, se sumó a Direct Express en el año 1991, una empresa en el rubro de cargas internacionales.

Allí descubrió el comercio exterior, un área que la apasionó y que le hizo abandonar la idea de estudiar abogacía. En aquella primera empresa fue asistente en la recepción, cargo donde aprendió una de las lecciones que hoy aplica cada día.

“En mi primer trabajo no me habían explicado muy bien mis responsabilidades y en los tiempos muertos en la recepción un día saqué un libro y me puse a leer, no sabía qué otras cosas hacer. Cuando mi jefe me vio me dijo que me iban a tener que asignar nuevas tareas. Hoy me pongo a pensar y no puedo creer que me haya puesto a leer en mi trabajo”. 

De esa vivencia aprendió la importancia de ser un buen líder y de trasmitir los códigos del trabajo de una organización, fundamental para sacar el mejor potencial de todos, porque “la falta de experiencia a veces lleva a cometer errores”.

 

Ese comienzo laboral también le dio herramientas que más tarde utilizó cuando se unió a la empresa de su familia, donde estaban su padre y sus hermanos.

Comenzó en el área administrativa y su curiosidad, ganas de aprender e inquietud constante la llevaron a asumir nuevas tareas. Ir al puerto por la llegada del primer barco contenedor fue todo un hito en su carrera y el impulso para desarrollar lo que luego sería un camino exitoso.

El gran paso lo dio cuando pasó de las tareas administrativas a atender a la naviera Cosco. Era un ambiente difícil, todos pensaban “que me iba a costar mucho traer negocios, por el solo hecho de ser mujer”, expresa.

 “Gracias a ese trabajo descubrí mi pasión de tratar con clientes locales, pero sobre todo saber de coordinación, de negociación de condiciones de tarifas, estar en contacto con agentes del exterior y tener la posibilidad de trabajar con todos los países del mundo”, cuenta.

De esa pr imera experiencia también destaca  los viajes a China y Taiwán que hizo con su padre, donde aprendió que transmitir seguridad y confianza es vital en los negocios. 

“El vincularte con personas diferentes de manera permanente te da una sensibilidad especial”, dice. “Hablar, entablar un vínculo, generar empatía”, es fundamental, explicó.

Para Pena los objetivos se logran con esfuerzo, dedicación y voluntad, aprendiendo de cada una de las etapas. “Los sueños no se alcanzan, se trabajan”, asegura.

 

*Este artículo se publicó originalmente en la edición de febrero 2024 de Forbes Uruguay.