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Ana Gabriela Valdivieso Quito - Ecuador
Liderazgo
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Con una amplia trayectoria en el sector de la tecnología, Ana Gabriela Valdiviezo es una de las científicas ecuatorianas que trabaja para visibilizar la brecha de género que existe en esta industria. Salió del sector público después de 16 años, creó su propia consultora TACTIC LINE y hoy impulsa la inclusión desde el Observatorio de Transformación Digital.

09 Enero de 2023 10.20

Había una vez un grupo de mujeres al que le gustaba la ciencia y la tecnología, liderado por Ana Gabriela Valdiviezo, una defensora a ultranza del uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Su objetivo era demostrar que las mujeres pueden hacer todo lo que se propongan. El grupo acudió a una escuela rural en Loja y realizó un estudio con 20 niñas y niños. Les describieron ciertas profesiones relacionadas con temas electrónicos y de programación; y ellos tenían que dibujar a la persona que cumplía con estas descripciones. Al final, en todas las hojas aparecía un hombre.

—¿Por qué no dibujar a una mujer? — preguntó una de las científicas.

— Las mujeres no hacen eso. Solo los hombres pueden ser ingenieros. — Fue una de las respuestas que más retumbó en la mente de esta profesional.

Para comprobar el experimento, Valdiviezo puso a su hija (Sofía) dentro de este grupo y fue la única que retrató a una mujer. Esta historia podría ser un cuento, pero -lamentablemente- no lo es. Es el resultado de un proyecto presentado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España) para intentar romper los estereotipos presentes en las aulas escolares. Nadie se sorprendió al ratificar que la limitante inicial para que una mujer pueda desarrollarse comienza en el hogar y en los salones de clase. Las niñas y niños no conocen de género y es la sociedad quien se encarga de acumular estereotipos para ciertas actividades. Según Valdiviezo, esto se fortalece más en las zonas rurales donde los padres dan prioridad a la educación de los hombres y las mujeres se quedan rezagadas en las tareas domésticas.

Este es solo uno de los muchos proyectos que Valdiviezo ha desarrollado a lo largo de su carrera dentro de las STEM (acrónimo que se usa para designar, en inglés, a las disciplinas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y que ha contribuido para fortalecer su figura en la industria. En diciembre de 2022 fue acreedora al premio Women that Build Awards, en la categoría regional de Líder Digital, otorgado por la empresa internacional Globant, que busca reducir la brecha de género y visibilizar a las profesionales que contribuyen con un ecosistema más diverso e inclusivo. En 2021, existieron más de 9.000 mujeres nominadas a escala mundial y esto representa un hito dentro de la carrera de Valdiviezo, quien también concursa para el premio mundial que se entregará en marzo de este año, por la misma compañía. “Este es un reconocimiento no solo para mí, sino para todas las hormiguitas que trabajan duro para construir edificios en arenas movedizas”.

Estudió Ingeniería Electrónica, con especialidad en Redes y Comunicación de Datos, en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE). Además, se especializó con dos maestrías en Información y Conectividad (ESPE); y Big Data y Business Intelligence (Politécnica de Murcia). Esto le ha permitido hacer una carrera de 16 años en el sector público ecuatoriano y conocer de cerca las instituciones estatales europeas. “En 2010 viajé a Barcelona porque fui escogida para realizar un programa con el Gobierno español. Existe un convenio con los reguladores de los países de la Unión Europea para hacer intercambios con profesionales de América Latina. Estuve nueve meses, pude adaptarme con facilidad y me di cuenta que los latinos somos más prolijos y rápidos en el trabajo. Mis compañeros me decían: 'por qué lo haces tan rápido, vas a hacer que el jefe nos ponga más trabajo'. Nosotros estamos acostumbrados a un ritmo más intenso y fue una experiencia que me ayudó a conocer más sobre roaming, neutralidad de red y competencia de mercados”.

Esta quiteña regresó al país para continuar con su carrera en el sector público. “Una vez que obtuve mi título universitario ingresé como técnico regulatorio a la Secretaría Nacional de Telecomunicaciones -como se llamaba en ese entonces-. Pasé cuatro años en ese cargo hasta que, en 2008, gané un concurso para jefe de división y lo ejercí hasta que viajé a España. A mi regreso tenía más conocimientos y se había creado el Ministerio de Telecomunicaciones, me dieron el cargo de Directora del área TIC y sectores postales, luego fui la primera mujer subsecretaria de este departamento y llegué a ser viceministra de telecomunicaciones. En 2013, ingresé como Coordinadora nacional del Conatel y fui la primera mujer en ocupar el cargo de Presidenta del Consejo Nacional. Con la publicación de la Ley de Telecomunicaciones, se creó la Arcotel, unificando la Senatel y el Conatel en una sola entidad. Estuve ahí como Coordinadora de control, luego de Coordinadora de regulación y -a finales de 2019- decidí que era el momento de renunciar”.

Su principal motivador era salir de la dinámica tan rígida que había vivido y darse la oportunidad de hacer cosas diferentes. “Este sector es muy ingrato porque todo lo que haces se acaba cuando termina tu gestión. Por ejemplo, lancé el programa Proactivas para impulsar que mujeres privadas de la libertad y adolescentes en centros de rehabilitación terminen sus carreras y desarrollen habilidades relacionadas con las nuevas tecnologías. Era una excelente idea, pero cuando salí todo se quedó ahí”. Por esta razón, Valdiviezo ha construido sus propios espacios para reivindicar el rol de la mujer. Cuando decidió renunciar no sabía que venía una pandemia que iba a retrasar todos sus planes. Por un lado, la formalización de su consultora TACTIC LINE tuvo que esperar hasta 2021. Un año que trabajó con siete clientes de diferentes países como: Inglaterra, Perú, Argentina, Colombia y Estados Unidos. Su enfoque es vender su capacidad intelectual y hacer una carrera en el sector privado, lo que le ha llevado a facturar alrededor de USD 50.000 en los primeros 12 meses de funcionamiento.

Por otro lado, la incertidumbre de no saber qué hacer con su vida, en medio de un confinamiento que parecía no terminar, la impulsó a realizar divulgación científica para la sociedad civil. Con el apoyo de dos amigos cercanos y dos desconocidos, que se conectaron por Twitter, abrió el Observatorio de la Transformación Digital. La idea, a propósito de la cuarentena, era incitar a una adopción acelerada de la tecnología en el país, por medio de propuestas, vocerías y entrevistas con personas de la industria. “Hicimos un programa vía streaming -cada jueves- con invitados nacionales e internacionales para hablar sobre nuevas tecnologías, IoT, inteligencia artificial, educación… Actualmente, bajamos un poco la intensidad, pero no nos detenemos”. 

Dentro de esta organización, sin fines de lucro, existen ciertas aristas de trabajo como la educación o la vinculación de las mujeres. Con respecto a la primera, se elaboró un estudio sobre la falta de conectividad de los niños y niñas en la pandemia y luego se puso en marcha un plan para combatirla, con la ayuda de voluntarios. “Buscamos que empresas nos donen equipos reciclados para ser reacondicionados y acudimos a corporaciones internacionales para que nos ayuden con antenas. Ahora, 80 familias de la comunidad Eloy Alfaro, en Imbabura, cuentan con Internet por medio de una red inalámbrica. Paralelamente, se desarrolló una plataforma adaptada de teleeducación para que los profesores carguen las tareas”.

Después, se ejecutó el programa de niñas y mujeres en la tecnología. El mismo que nació de la vivencia diaria de Valdiviezo con su hija, quien sabe programar desde los cuatro años y construyó su primer robot a los seis. “Si mi Sofi pudo hacerlo desde tan pequeña, estoy segura que en este país hay muchas niñas que también lo pueden lograr. Es así como decidí lanzar esta iniciativa para reunir a mujeres, visibilizar su trabajo y que se conviertan en un modelo a seguir para las nuevas generaciones. Tal vez no parece, pero en Ecuador tenemos grandes niñas que están programando, incursionando en la inteligencia artificial y rompiendo los paradigmas”. Su teoría consiste en que estos modelos a seguir son sustanciales para cambiar el futuro de la niñez, no solo en el país, sino a nivel mundial. Niñas y mujeres en la tecnología busca ampliar el campo de las STEM para combatir problemas relacionados con las oportunidades y el acceso a una educación digna, la igualdad en salarios, entre otros.

Nadie puede negar que hay muy pocas mujeres inmersas en la ciencia y la tecnología, en comparación con los hombres. Para Valdiviezo, es una deuda social que debe ser saldada con urgencia. “Cuando me gradué de la universidad solo éramos dos mujeres y entramos cinco, en un grupo de 400. Estaba en un ambiente lleno de machismo y siempre intentaba demostrar que me merezco ese lugar. En vez de feminizar el ambiente, terminé masculinizándome. En las visitas de campo era la primera en subirme a las torres para que reconozcan mis capacidades. Lo que busco ahora es que el camino de las que vienen atrás no sea como el mío. Si yo me abracé a un cactus, ellas deben abrazar a un roble”.

Se dice que las STEM están compuestas en un 20 % por mujeres. Ese número no es real, según esta quiteña de 43 años. No existen cifras reales porque el Gobierno no cuenta con un estudio sobre el estado de las mujeres en este ecosistema. Lo que se conoce es por investigaciones extranjeras o empresas privadas. “Es normal ver a una mujer, rodeada de 50 hombres. No representa ningún problema (dice con ironía). Al no poder medir, no puedes controlar”. Sin duda alguna, la pasión de esta científica es elaborar políticas verdaderas de incorporación y promover el cierre de esta brecha, que ha crecido a pasos agigantados, con la esperanza de que los cactus florezcan y el camino de las mujeres en la ciencia sea equitativo y sin espinas. (I)

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