Forbes Ecuador
Nathan Monash
Liderazgo
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Nathan Monash es un estadounidense que en el 2015 llegó al país para apoyar el desarrollo de la minería a gran escala. Es el actual Presidente de la Cámara de Minería del Ecuador. Hoy, el sector inaugura la Expominas, el encuentro más grande del país sobre esta industria.

24 Noviembre de 2021 20.04

Él es casi una 'celebridad' dentro de la industria minera ecuatoriana. Conoce de memoria cómo opera y, cuando hace falta explicar, lo hace siempre evocando a su vena de profesor, a esa que desarrolló cuando dictaba clases de Biología a los jóvenes de una escuela americana en Bulgaria. Es Nathan Monash, un biólogo estadounidense nacido en el estado minero de Colorado, descendiente de familia de trabajadores mineros, que empezó a gustarle con intensidad esta industria mucho después de dedicarse, primero a la cátedra, y luego a sus estudios de posgrado en Relaciones Internacionales y Política. No sin antes haber saltado el charco para vivir tres años en España, donde conoció a su esposa, con quien ha compartido 25 años de vida y de lecciones de español. 

Dice que esquía desde que estaba en el vientre de su madre. Por eso, cuando llegó a Suiza, a integrarse al equipo del Foro Económico Mundial, creyó haber llegado al edén. Allí integró el subgrupo de minería y la vida le devolvió, curiosamente, a sus raíces. Pasó unos años en asuntos estratégicos y el bicho de aprender a nivel de una mina activa le picó. Dio el salto al ámbito corporativo y se vinculó con empresas que le abrieron las puertas para trabajar con minas activas en África, Australia, Canadá, Europa y, particularmente en Colombia, Brasil y Argentina. En el 2015 tuvo la oportunidad de formar parte del equipo de LundinGold que, en ese momento, llegaba al Ecuador. Su corazón fue flechado, aunque hasta ahora no le gusta mucho el cuy y tampoco puede esquiar ni jugar fútbol americano, que es otra de las actividades que le 'vuela el coco'.   

Hoy es el Presidente de la Cámara de Minería del Ecuador. Desde su posición da sus razones para creer en que la actividad -repite siempre- llevada responsablemente puede generar un impacto económico muy importante para el país. Cuenta sus por qué, en un entorno en el que el próximo año se prevé como un gran año para la minería ecuatoriana, que empieza a reflejarse con la realización del mayor encuentro del sector, Expominas, que se realizará entre el 24 y 26 de noviembre del 2021.

¿Cómo se explica que un biólogo termine prácticamente de minero?

Son distintas razones. La principal es que creo en la minería. ¿Por qué?, porque he visto con mis propios ojos que representa una plataforma para el desarrollo sostenible de una comunidad, de una ciudad, de un país, siempre y cuando se realice de una manera responsable. Así que la pregunta clave es cómo realizamos esta minería, ambiental y socialmente responsable, con transparencia, con buena gobernanza. 

Tengo mi formación en Biología y en Política. Pero mi formación en la industria minera sigue, todos los días aprendo algo nuevo de los equipos técnicos. La industria minera a gran escala es bien compleja, tecnificada, es un proceso continuo de entender, desde la voladura que libera el mineral, pasando por los procesos para llevar ese mineral a la superficie y los trabajos para procesarlo, hasta la minimización y gestión de todo el aspecto ambiental. Llevo 20 años trabajando en la industria minera y, sí, he aprendido mucho, pero lo sigo aprendiendo todos los días.

¿Cómo explicar a la gente lo que es una minería responsable?

Hoy en día existen dos operaciones a gran escala, que están operando en Zamora Chinchipe, pero explicar a una comunidad que nunca ha visto una mina, lo que es la minería a gran escala, y que una mina a gran escala no es una mina artesanal, solo mil veces más grande, es otra cosa totalmente distinta. En mi caso, llegar a explicar esas diferencias creo que ha sido un reto, creo que como industria lo estamos consiguiendo. Pienso que ese sigue siendo un desafío, compartir con el país lo que es la minería a gran escala responsable, cuáles son las prácticas que esta industria de ahora utiliza para minimizar su impacto, para asegurar beneficios para las comunidades locales y para el país entero. 

La minería ilegal le hace un flaco favor a la industria formal. 

Mucha gente tiene una idea, desde mi punto de vista, equivocada de lo que es la industria minera responsable. Tenemos que distinguir entre lo que es la minería a gran escala, responsable, de lo que es la minería ilegal. Las personas, cuando piensan en minería, piensan en eso, piensa en las fotos que han visto de Buenos Aires, por ejemplo. Esa actividad es una actividad ilegal, que no aporta nada al Estado y encima crea muchos problemas ambientales y sociales. Así que ayudar a distinguir entre esas dos actividades al público es un punto importante. He visto con mis propios ojos lo que es, lo que representa una mina para una comunidad, el desarrollo que puede impulsar una sola mina es impresionante. Estoy convencido de que, a medida que la industria vaya avanzando, a medida que el pueblo ecuatoriano pueda ver los beneficios de nuestra presencia y también el cuidado que tenemos para gestionar correctamente el aspecto ambiental y los beneficios que vemos a nivel local, va a darse cuenta de que tenemos un futuro muy positivo para el país.

¿Ha tenido miedo dentro de una mina?

Tuve hace años la oportunidad de visitar la segunda mina más profunda del mundo, en Sudáfrica, y bajé en un ascensor a una profundidad de 3,3 kilómetros, es impresionante. Me fascinó. La minería es una operación bien pensada y diseñada, así que no, nunca he tenido miedo.

¿Dudó alguna vez de venir al Ecuador?

No hizo mucha falta convencerme, es un país que me encanta. Había visitado el Ecuador una vez, antes de llegar en el 2015. Había visitado El Oro, Guayaquil, Zaruma, Portobello, esas zonas, para entender las prácticas de minería artesanal responsable. Visité Quito, con mi familia, los primeros meses del 2015 y, la verdad, es que nos encantó la ciudad y la gente. Hemos vivido en muchos países y hay países en los que uno necesita bastante tiempo para adaptarse, los cuatro que conformamos mi familia nos sentimos en casa, desde el primer día. Sabíamos que Quito era un lugar para nosotros y que el Ecuador era un país donde tenía muchas ganas de vivir. La lista de lo que a mí me encanta de Ecuador es muy larga. El locro, el ceviche, estar a 2.800 metros, tener las montañas y los volcanes ahí, y saber que, a tres o cuatro horas en un sentido, estás en la selva, y a tres o cuatro horas en otro sentido, estás en el mar, con una variedad de ecosistemas y paisajes en un territorio relativamente pequeño, es increíble. (I)

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