“Ni de lejos los gatos han sido mi animal preferido, yo era más de perros, en cambio mi esposa Alejandra los ama. En un viaje me dijo que su sueño era tener una gatita de las características de Clio. Pasaron los años, llegaron nuestros cuatro hijos y yo me había olvidado del tema, pero ella lo tenía en su mente. Hace unos meses vimos que una amiga que vive en Colombia tenía en su perfil esta raza de gato, nos contactamos enseguida, nos dio toda la información y llegamos a Rusia, aunque es de origen egipcio. No se si aquí en Ecuador hay otra felina de estas características.

Empezamos los trámites y papeleos para traerla a casa, finalmente llegó hace tres semanas, de inmediato me robó el corazón, luego el sofá y hasta la cama (risas). Es espectacular, un animal muy especial, inteligente, pero sobre todo cariñosa y sensible, siempre atenta a descubrir nuevas cosas.

Cuando llego a casa estresado o malgenio en un día de trabajo, enseguida logra cambiar mi estado de ánimo con sus juegos y caricias, siente mis emociones. Nos tiene a todos embobados, aunque el más pequeño de mis hijos a ratos siente un poquito de celos. Mi esposa y mi hija escogieron el nombre, no me dejaron ni opinar.

No es una gata común y corriente, es híbrida, producto del cruce de un gato serval o salvaje, con una gata savannah o doméstica. Su aspecto es impresionante, de contextura delgada y estilizada, su pelaje es moteado y su cabeza es pequeña con relación a su cuerpo. En edad adulta, puede llegar a medir hasta un metro y pesar ocho kilos. Es carnívora, se alimenta de pechuga de pollo cortada en pequeños pedazos, hervida en agua para evitar cualquier infección.

Con el pasar del tiempo aprendí a querer a los animales, cuidarlos y respetarlos. Puedo asegurar que me volvieron más sensible y tolerante, te enseñan a ser mejor persona, son parte de mi familia. Tenemos otra gata, un perro y una yegua.

Ahora estamos diseñando un cuarto de juegos para Clio, por el momento ella establece las reglas en la casa”. (I)