Minimalismo frente al mar: así es el St. Regis Longboat Key, el resort que redefine el lujo en Florida
Uno de los tramos más hermosos de la Costa del Golfo de Florida por fin cuenta con un resort a su altura. Longboat Key, que durante mucho tiempo estuvo dominado por condominios y hoteles anticuados, recibe una necesaria renovación con el St. Regis.

El St. Regis Longboat Key Resort abrió en agosto de 2024 sobre un tramo de playa de 7 hectáreas, cerca de Sarasota, en Florida. Lo construyeron en el antiguo predio del Colony Beach & Tennis Resort y es el primer resort de gran escala que se inaugura en Longboat Key en más de medio siglo. Impresiona tanto por su tamaño como por el entorno: tiene 244 metros de playa privada, una laguna de agua salada con 1.800.000 litros, donde nadan peces de arrecife y rayas autóctonas, y un spa con vista directa al Golfo de México.

Lejos de los clichés tropicales, el diseño del hotel es limpio, costero y sobrio. El mostrador de check-in está tallado en piedra caliza oolítica. El techo del St. Regis Bar está cubierto con miles de conchas marinas blancas de capiz. La mayoría de sus 168 habitaciones y 26 suites tienen balcón con vista al Golfo. Desde la terraza de Aura, la parrilla al aire libre del resort, se pueden ver delfines entre las olas mientras cae el sol.

La vibra

El resort tiene un estilo residencial, moderno y sin pretensiones. No hay carteles grandes ni entradas ostentosas. Los huéspedes llegan por una cochera cubierta, rodeada de orquídeas y palmeras, y entran a un bar central en el lobby que también funciona como salón. A la noche suele haber shows en vivo o alguien tocando el piano. El clima es animado, pero sin descontrol. Durante el día, las terrazas de la pileta se llenan de parejas y familias. Los chicos flotan en inflables rosas con el diseño de conchas marinas de Vilebrequin, propio del resort. En un momento, un empleado entra al agua con saco de esmoquin y short de baño haciendo juego, y reparte bandejas con helados y snacks.

El St. Regis Longboat Key Resort fue construido en el antiguo predio del Colony Beach & Tennis Resort y es el primer resort de gran escala que se inaugura en Longboat Key en más de medio siglo.

 

También hay un río lento, actividades infantiles organizadas por el club Reef Rangers y espacio suficiente en las suites para que las familias se sientan cómodas. Aunque el diseño de las habitaciones puede parecer demasiado sobrio, ese minimalismo, según un diseñador de interiores local que conoce el proyecto, encaja bien con el gusto del público del sur de Florida.

El público que llega al St. Regis Longboat Key es variado: desde habitués de Florida hasta quienes lo visitan por primera vez, atraídos por su fidelidad a las marcas Marriott Bonvoy o St. Regis. Muchos eligen volar hasta Sarasota, aunque también hay quienes manejan desde Tampa u Orlando. Si bien es ideal para familias, no es un hotel con clima de parque temático. El servicio es atento, discreto y hasta los chicos se comportan.

Habitaciones y suites

El hotel tiene 168 habitaciones, entre ellas 26 suites, y todas cuentan con terraza. Las que están en planta baja son amplias, con pisos de madera lisa, vestidores, bañeras independientes y duchas tipo lluvia. Las suites son más espaciosas y ofrecen mejores vistas, en especial las que dan al Golfo. La Suite Presidencial tiene cuatro dormitorios, comedor privado, sala de estar y una gran terraza con vista a la playa.

El St. Regis Longboat Key Resort tiene 168 habitaciones, entre ellas 26 suites, y todas cuentan con terraza.

 

La decoración es neutra: madera clara, tapizados en beige suave y arte abstracto con temática costera. El diseño prioriza baños abiertos, con tocadores amplios y bañeras profundas junto a la ventana. Los productos de tocador son de la marca St. Regis y los reponen todos los días. Algunas habitaciones miran hacia las piletas o la laguna; otras, hacia la playa o los manglares.

Comer y beber

El hotel tiene siete espacios para comer y tomar algo, aunque no todos abren todos los días.

CW Prime, un asador con estética de los años 50, es la joyita del lugar. El servicio es impecable y el salón, lleno de detalles, se despega de los típicos restaurantes con manteles blancos de la zona. Tiene paneles de madera, banquetas de cuero e iluminación tenue. Un detalle: los comensales eligen su propio cuchillo de carne Laguiole de una caja de presentación. Si bien los precios son altos —es un asador dentro de un hotel, después de todo—, no son exagerados. El Kansas Strip madurado en seco, el wagyu tomahawk, los espaguetis con trufa y las torres de mariscos ofrecen buena relación precio-calidad. Por eso no solo atrae a quienes ya están hospedados, sino también a locales y turistas que buscan una experiencia gastronómica distinta.

Aura, la parrilla al lado de la pileta, va mucho más allá de un almuerzo práctico al aire libre. Platos como los tacos de barbacoa de res, ceviche de mero con mojito tártaro, ensalada de hinojo y manzana, o plátanos crocantes con guacamole están muy bien logrados. Es una de las mejores propuestas del hotel, y no solo por la comodidad: es otra muestra de que el menú supera lo que suele ofrecer un resort.

Riva, el restaurante italiano con vista a la laguna, sirve pasta casera preparada a la vista por un chef en la barra. También abre por la mañana con un menú de desayuno que incluye opciones a la carta y un buffet completo con frutas frescas, repostería y huevos al momento. Las mesas, tanto adentro como afuera, dan a la laguna y a la terraza central de la pileta.

Las mesas del restaurante italiano Riva, tanto adentro como afuera, dan a la laguna y a la terraza central de la pileta.

 

Oshen, el salón Nikkei ubicado en la terraza —de acceso exclusivo para huéspedes—, combina cocina japonesa y peruana, con vista al Golfo y cócteles de alto nivel.

El St. Regis Bar, en el corazón del lobby, ofrece piano en vivo, una buena selección de vinos, tragos clásicos y una carta de Bloody Marys de autor. En Caroline's, el café del hotel, hay batidos todo el día, café tostado oscuro y repostería casera. El croissant de almendras es una de las estrellas.

En la playa, The Monkey Bar —un homenaje al viejo Colony Resort— sirve cócteles tiki y algo para picar. Entre los favoritos está el "Murph Dog", un pancho con langosta que lleva el nombre de Murf Klauber.

También hay servicio a la habitación las 24 horas, todos los días. A la tarde, el té se sirve en el bar del lobby, y algunas noches hay propuestas de cena con menú nocturno.

Belleza, bienestar y fitness

El spa del St. Regis ocupa 1.800 metros cuadrados y tiene vista directa al Golfo. La experiencia empieza apenas se cruza la cúpula de espejos del Celebration Bar, que recibe a los huéspedes antes del check-in. El lugar cuenta con 14 salas de tratamiento, una suite privada con ducha y bañera de hidroterapia, y un salón de belleza completo con servicios de peluquería y manicura.

El spa del St. Regis ocupa 1.800 metros cuadrados y tiene vista directa al Golfo.

 

Los tratamientos utilizan productos de La Mer, entre ellos el facial Genaissance de 90 minutos, que combina masajes y técnicas de drenaje linfático. El circuito de hidroterapia incluye un baño de vapor con eucalipto, una ducha fría, una ducha de nieve y una pileta de vitalidad al aire libre con seis cabinas de hidroterapia personalizadas frente al agua.

La laguna no es solo un atractivo visual: también es el corazón ecológico del resort. Alberga más de 2.800 peces de arrecife, cerca de 50 rayas de tres especies distintas —todas sin aguijón, por seguridad— y dos tortugas de Aldabra. Se pueden reservar sesiones diarias de snorkel y alimentación de rayas. Para los más chicos, el Club Infantil Reef Rangers ofrece información y actividades educativas sobre el ecosistema local.

Por la noche, durante la temporada de anidación de tortugas, el resort cambia la iluminación blanca por luces ámbar y les pide a los huéspedes que mantengan las cortinas cerradas. La luz artificial puede desorientar a las crías, alejándolas del mar y llevándolas hacia calles o construcciones, algo que ocurre seguido en la costa de Florida y suele terminar mal.

Por la noche, durante la temporada de anidación de tortugas, el St. Regis Longboat Key Resort cambia la iluminación blanca por luces ámbar y les pide a los huéspedes que mantengan las cortinas cerradas.

 

El predio también tiene un río tranquilo de 145 metros con pequeñas cascadas que desembocan en la Gruta, una zona aislada de hidromasaje con jets y servicio de champán que se activa con solo tocar un botón. Al lado de la laguna hay una pileta exclusiva para adultos, mientras que la pileta familiar, más grande, está rodeada de reposeras y cabañas privadas.

El gimnasio cuenta con máquinas de fuerza y cardio Technogym, bicicletas Peloton y un programa de clases grupales de yoga y entrenamiento al aire libre.

En The St. Regis Longboat Key Resort, el Golfo se convierte en el mejor escenario para relajarse o pasarla bien. Desde hacer snorkel entre peces de arrecife hasta cenar bajo las estrellas en Oshen, el resort propone una escapada a Florida sin estridencias ni promesas vacías. Si ya conocés las playas de Longboat Key, sabés de qué se trata. Y si no querés irte del todo, hay un número limitado de residencias disponibles en la zona.

Con información de Forbes US