Los planes no eran volver. Había aceptado trasladarse a Perú, como Gerente de Administración y Finanzas en Mareauto, en octubre de 2015, en un momento en que no veía en Ecuador una situación muy optimista y sus dos hijos apenas tenían cinco y tres años. Sin embargo, la pandemia cambió todo. Y, de pronto, el aislamiento hizo aparecer una razón, que hasta ese momento no existía, para volver: la familia, los amigos, el contacto más cercano con quienes más se quiere.
Fue así que el ambateño Gustavo Barona, Ingeniero Comercial por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), cuyo perfil profesional lo había construido entre una auditora externa, Petrobras y la misma Corporación Maresa como Subgerente de Proyectos y como Gerente de Nuevos Negocios, decidió buscar opciones para regresar al país. De manera coincidencial, se abrió el proceso de Mareauto para seleccionar un nuevo Country Manager. Aplicó y fue elegido. Desde marzo de 2022 es la nueva cabeza de una operación de 3.000 vehículos, con 130 colaboradores y presencia en Ecuador, Colombia y Perú, con el desafío de generar otro dinamismo a la empresa, con otras visiones e ideas, pero respetando el ADN y la cultura corporativa.
“En Perú, cuando llegué, la organización era muy nueva, tenía un año, eran 300 vehículos y 20 empleados, lo que generaba un entorno más familiar, por así decirlo. A mi retorno, ya eran 60 empleados. En Ecuador las lineas gerenciales son mas experimentadas, con mayor conocimiento del negocio. Y lo más rescatable es la cultura abierta. Estoy feliz con la posición y estos primeros meses de trabajo han sido buenos. Conocía parte de la organización. Y, aunque antes era compañero de trabajo y hoy jefe, los valores siempre apuntan a mantener relaciones personales de respeto, para que las profesionales fluyan. Me conozco casi con todos. Estoy muy contento, seguro de haber tomado la decisión correcta en el momento correcto. Nuestro objetivo más próximo es lanzar la linea de renting de activos productivos: maquinarias, montacargas, generadores eléctricos”.
Al interior del hogar, la meta familiar siempre fue sumar una mascota. En Perú, por diversas causas, la idea no se concretó, pero en Ecuador fue inminente. Así que, mientras en el país vecino, la familia de cuatro se movía junta a todo lado, ahora, acá, los cinco van siempre tomados de la mano y una pata.
“Desde chiquitos, mis dos hijos querían tener un perro, un gato, cualquier mascota. A pesar de que en Lima vivíamos en un departamento grande, con terraza, siempre había un 'pretexto' para no tenerlo; de haberlo querido nos hubiésemos mudado a otro lado y ya. Sin embargo, teníamos muchos movimientos afuera de Perú, viajábamos a Ecuador un mes en diciembre y dejar sola a una mascota no es saludable y llevarla de viaje tampoco tenía mucho sentido. Así que fuimos dilatando la decisión.
“Cuando ya sabíamos que nos mudábamos a Ecuador, mis hijos empezaron a buscar juguetes, cama y todos los accesorios. Llegamos a buscar perro. La idea siempre fue adoptar. En esa búsqueda de pronto vimos sus fotos, que lo estaban dando en adopción y nos encantó. Pero, como todo, sabíamos que debía haber un feeling con la mascota, pedimos irlo a conocer. Habíamos estado segundos en la lista, después de una pareja joven. Sus tenedores vieron que quizás el matrimonio no iba a ser un buen hogar por el tiempo que le podían dedicar, así que fuimos su mejor opción.
“Fue amor a primera vista. Spike, nombre que solo se nos ocurrió, llegó hace unas semanas. Debe tener algo menos de un año. Es un mestizo. Buscamos su foto en Google y, en teoría, es una mezcla entre wimaraner y doodle, una raza intermedia que les dicen “weimardoodle”. Pero, en definitiva, es de la calle (risas). De sus antecedentes, sabemos que lo abandonó alguna familia. Las personas nos contaban que lo recogieron repleto de pulgas y con la piel irritada y destrozada por los picados. Lo alimentaron, lo vacunaron y lo pusieron en adopción. Al parecer tuvo algún tipo de maltrato, porque nos decían que cuando se le hablas muy alto o se hace un movimiento brusco se asusta y se hace pipí. Entonces, seguramente, lo pegaban o pasaba muy asustado.
“Spike es un buen complemento para el hogar. Se despierta a las 06:00 a hacer sus necesidades, desayuna con nosotros, un preparado de barf. En el almuerzo come su sopa de pollo a la antigua, con arroz e hígado cocinado. Se trata bastante bien. Juega en el jardín. Pasa con mis hijos. Sale a pasear. Es bien tranquilo, si te sientas está al lado. Tiene muy buen carácter.
“Las mascotas son una responsabilidad de largo plazo. Estaba convencido de que ayudaría a los niños a crear un vínculo y una responsabilidad. Es un ser vivo. Si no le das de comer, va a morir. Si no le tratas bien, no te va a cuidar. Si no le das tiempo, no va a ser un perro bueno y fiel. En un símil con los negocios, hay que saber generar un vínculo para obtener resultados. El perro sabe cuando se le habla serio, cuando se está jugando, cuando hay premio. Es como en las empresas. Cuando las cosas van bien, todo funciona mejor; cuando las cosas no van tan bien hay algo que ajustar”. (I)