Tenis y moda: el romance eterno que hoy se reinventa para una nueva generación de hombres
Marcas clásicas y nuevos jugadores actualizan el vestuario masculino con guiños al pasado y un ojo puesto en la silueta moderna.

Con Roland Garros en el pasado y Wimbledon cada vez más cerca, los fanáticos del tenis se alistan para semanas intensas. Algunos miran la precisión de Sinner desde el fondo de la cancha; otros esperan que Alcaraz siga con el envión que traía de París sobre el césped. Lo cierto es que el tenis atraviesa un gran momento. Y con este auge, crece también el interés por la ropa, tanto adentro como afuera de la cancha.

Un origen caballeroso

Desde que nació en el siglo XIX, el tenis puso el foco en la ropa de quienes lo practicaban. Al principio, fue un juego de raqueta informal entre la aristocracia inglesa. Los jugadores llevaban pantalones largos, chalecos de punto y hasta corbatas. Con el tiempo, el blanco se convirtió en la norma para competir, una regla que Wimbledon todavía sostiene, aunque con menos rigidez. Más que por uniformidad, el blanco funcionó como un símbolo cultural: reflejaba limpieza, ocio y una casa con personal suficiente como para encargarse de las manchas de césped.

En las décadas de 1920 y 1930, el deporte sumó más adeptos y se volvió más cercano a la moda. René Lacoste, por ejemplo, inventó el polo de piqué de manga corta, que reemplazó a la clásica camiseta blanca de tenis entre los jugadores más exigentes. Ese cocodrilo bordado fue un antes y un después para los profesionales: su deporte, con todo el estilo que transmitía, empezó a ser valorado incluso fuera de la cancha.

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La evolución constante del tenis

Si uno repasara cómo cambió el estilo en el tenis, encontraría una trayectoria irregular, que fue del clasicismo al costado más técnico de la ropa deportiva. Dos décadas después de que los polos de Lacoste ganaran popularidad, Fred Perry —campeón británico de Grand Slam— usó su fama para lanzar los polos que después definieron su marca. Con un corte más ajustado y un algodón más liviano, esas camisas con coronas de laurel fueron un éxito tanto en los clubes de campo como entre los mods de la contracultura. El tenis, así, dejaba en claro su peso en la moda de la época.

En los años setenta, con más partidos televisados, los jugadores dejaron de ser solo deportistas. Se transformaron en figuras con personalidad propia. Björn Borg, con su vincha y su carácter frío, y Arthur Ashe, con su elegancia sobria y un aire académico, marcaron estilo más allá de las canchas. Su influencia sigue vigente: Wes Anderson se inspiró en Borg para The Royal Tenenbaums, y la reciente colaboración de Rowing Blazers con los herederos de Ashe para lanzar la marca Arthur Ashe confirma que su legado aún tiene fuerza.

Al llegar a los noventa y los primeros años de los 2000, el foco cambió. El rendimiento pasó al frente. La ropa dejó de buscar estilo y empezó a apuntar al cuerpo. Ganaron lugar los tejidos técnicos y los cortes anatómicos. Agassi dejó atrás los shorts de jean; en su lugar, llegaron los equipos de compresión, los paneles que ayudan a ventilar y las zapatillas pensadas para exprimir al máximo cada saque. Marcas como Nike, Lululemon y Wilson lideraron esta ola, vendiendo la promesa de competir al máximo, con camisetas que eliminan el sudor en plena acción.

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Un equilibrio entre estilo y sustancia

Hoy, el estilo en el tenis está en un punto medio. En las canchas se ven conjuntos deportivos de poliéster mezclado, pero también se nota un giro hacia una versión más cuidada de esa ropa pensada para rendir. En parte, esto pasa por el crecimiento que tuvo el tenis en el interés popular. Películas como Challengers (2024) y modas online como el hashtag "Old Money" empujaron a muchos a agarrar una raqueta con la idea de alcanzar esa elegancia que el tenis representa desde hace décadas.

Para Amanda Greeley, dueña de la marca de ropa deportiva Spence, este momento implicó revisar la idea del "athleisure" dentro del nuevo furor por el tenis. "Entramos en una era en la que muchos vestimos de forma deportiva, lo que nos llevó a querer abordar la idea de nuestra marca de una forma un poco diferente. Para mí, el athleisure tiene un aire de pereza. En cambio, queremos volver a las raíces del tenis y hablar de 'ropa deportiva' porque es un concepto que el tenis realmente inventó: la ropa con la que puedes correr por la cancha y luego sentarte a comer", explicó.

Otras marcas también buscan unir estilo y rendimiento, y demuestran que no están reñidos. Si bien firmas fuertes como Reigning Champ y On ganaron terreno en ese mercado, todavía hay espacio para que otras más chicas ofrezcan propuestas de nicho para el público de los deportes de raqueta. Las suecas Eton y Tretorn, por ejemplo, lanzaron una colección cápsula dedicada a la historia del tenis, donde mezclaron sastrería clásica con ropa deportiva. Algo parecido hizo Percival, una marca masculina tradicional, al trabajar con Prince Tennis en una edición limitada que cruzó lo deportivo con lo elegante. También se suman propuestas como las de Sease, con colecciones pensadas para pasarela, o la pulsera de tenis de Haus of Brilliance, que refuerzan la idea de que hoy hay más espacio que nunca para el estilo y la personalidad en la cancha.

Que no falte la inspiración este verano

Si buscás ideas de estilo en los grandes campeones del tenis, no te pierdas el arranque de Wimbledon la semana que viene. Aunque no todos tengamos la elegancia de Borg ni el carácter rebelde de McEnroe, el tenis sigue mostrando que hay mucho para mirar, tanto en el juego como en la ropa.

Colección cápsula inspirada en el tenis de Eton y Tretorn.

 

*Con información de Forbes US.