El aroma del croissant crujiente se percibe en 17 locales
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
La luz se apodera de todos los rincones del nuevo local de Le Croissant, en Tumbaco. Los grandes ventanales permiten que las mesas, los pisos, las plantas y los columpios colocados en el interior resalten, mientras los meseros del lugar sirven los sánduches, los pasteles y los panes que caracterizan a esta cadena.
Ubicado en La Martina Plaza e inaugurado hace un mes, el espacio se muestra amplio y acogedor. Son cerca de 150 metros cuadrados de construcción, donde decenas de lámparas minimalistas colgadas del techo completan el toque instagrameable del lugar. Hasta allí llegan emprendedores, parejas y grupos de amigos, mujeres en su mayoría, que buscan un lugar tranquilo, en donde pueden disfrutar de los sabores de esta marca fundada por el argentino Pablo Adán.
El primer local de Le Croissant abrió sus puertas en Guayaquil, el 5 de enero de 2012. "Nacimos en la 9 de octubre y Pedro Carbo con un objetivo muy específico y claro: brindar sánduches, ensaladas, wraps y bebidas elaboradas de una manera muy artesanal en la zona corporativa", dice este argentino que estudió gastronomía en su país natal y que se enamoró y casó con una pastelera del puerto principal.
Era un local de 30 metros cuadrados, cuatro empelados, un mezanine. "Vivíamos otras épocas, otra economía, la inversión en ese primer local fue de unos US$ 15.000, pero siempre estaba latente el sueño de tener una cafetería", añade un emocionado Adán, quien vive en Ecuador hace 17 años. También recuerda que tras la acogida que tuvieron, él y su esposa decidieron abrir un segundo local, un año y medio después, en Samborondón.
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Así fueron los inicios de un negocio que se expande de manera sostenida. Hoy Le Croissant suma 14 locales en Guayaquil y tres en Quito (el más reciente es el de Tumbaco en el que la inversión bordeó los US$ 80.000). Y la nómina ya suma 140 colaboradores.
¿Cuál fue la estrategia aplicada? Adán no duda un segundo y responde: "siempre tratamos de hacer las cosas con propósito y con una visión donde el crecimiento no afecte, ni perjudique la calidad de nuestros productos, ni los precios, ni el servicio al cliente. La clave es estructurarnos muy bien internamente para que los procesos estén automatizados y el cliente tenga la misma experiencia en cualquiera de nuestros locales".
La cadena cuenta con una planta de producción en la vía a Daule y otra en el sur de Quito. En estos puntos se elaboran todos los productos que ofrece esta marca ecuatoriana: los croissant, el pan, las salsas, los cárnicos, etc. "Nuestro café es un blend que nosotros mismos procesamos", añade mientras observa la llegada de una cliente.
Durante la conversación, Adán hace una pausa para recordar la llegada a Quito hace dos años. La estrategia fue llegar en silencio, abrir un local sin hacer mucho marketing, ni publicidad para ver la aceptación del mercado. "La verdad es que estamos muy agradecidos con el público de Quito".
Con ingresos por cerca de US$ 3 millones el año pasado, la cadena proyecta cerrar el 2025 con ventas por US$ 3,5 millones y nuevos locales en Guayaquil y Quito, siempre mirando a la competencia como algo positivo. "Estamos siempre alertas para innovar y mantener el buen servicio".
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Uno de sus secretos está en el pan. El fundador y gerente detalla que el cliente, al momento de elegir el sánduche, selecciona el tipo de pan que se hornea en el momento. Así el comprador recibe un pan crujiente por fuera y caliente por dentro. "Es el humo de la miga", dice Adán con una serie de gestos. También se toma unos minutos para analizar lo logrado. "Todo esto es el resultado del esfuerzo, del sacrificio, de nunca perder la fe, de tener un objetivo bien claro. En el camino hubo un montón de gente conocida que nos criticaba, pero nosotros teníamos nuestro concepto bien definido y todavía nos falta mucho por recorrer porque el sueño es grande". (I)