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KR Sridhar fundó Bloom Energy
Millonarios

Perdió miles de millones, fue subestimado durante años, pero hoy su visión lo convirtió en millonario

Christopher Helman

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Las promesas incumplidas, los balances en rojo y una tecnología discutida no impidieron que el fundador de Bloom Energy se beneficiara del furor inversor por la inteligencia artificial.

14 Noviembre de 2025 13.30

¿Pagarías 18 veces tus ingresos por acciones de un fabricante de pilas de combustible que lleva 24 años sin generar ganancias?

Bloom Energy produce pilas de combustible de óxido sólido, unos dispositivos con estética futurista que generan electricidad a partir de gas natural y emiten dióxido de carbono. KR Sridhar fundó la compañía en 2001. Según la historia que rodea al emprendimiento, la tecnología surgió a partir del trabajo de Sridhar en el diseño de máquinas generadoras de oxígeno para la NASA. Más tarde, descubrió que podía adaptar ese desarrollo para producir electricidad. Desde entonces, Bloom instaló miles de estos sistemas, que actualmente generan unos 1,4 gigavatios de electricidad, lo que alcanza para abastecer cerca de un millón de hogares.

Sin embargo, Bloom solo le generó pérdidas a sus accionistas. El déficit acumulado, según documentos presentados ante la SEC, asciende a US$ 4.000 millones. En los últimos tres años, las pérdidas netas promediaron más de US$ 200 millones anuales.

Pero, ¿quién necesita ganancias cuando el mercado está deslumbrado con los centros de datos para inteligencia artificial? Este lunes, el gigante inmobiliario Brookfield anunció un acuerdo por US$ 5.000 millones, que se extenderá durante varios años, para instalar los equipos de Bloom y asegurar un suministro eléctrico confiable en su red de centros de datos a hiperescala, especialmente en Europa. Las acciones de Bloom subieron 27 % tras el anuncio. No sorprende: esa cifra en dólares equivale a más de tres años de ingresos para la compañía.

El día fue especialmente importante para el director ejecutivo Sridhar, de 64 años, el mayor accionista individual de Bloom, con el 2,7 % de la compañía. Aunque vendió acciones en los últimos meses, sus 4,6 millones de títulos ahora valen US$ 490 millones. Las acciones de Bloom, que cotizaban a US$ 106 el martes por la mañana, subieron más de 900 % en los últimos 12 meses y llevaron la capitalización bursátil de la empresa a US$ 25.000 millones.

¿Podría Brookfield ser la gran oportunidad para Bloom? 

Después de décadas de intentos, las cajas Bloom todavía no lograron imponerse. Funcionan bien en aplicaciones fuera de la red eléctrica, como la generación distribuida, pero no reemplazan a los generadores de emergencia. 

Tardan horas en alcanzar la temperatura necesaria y están diseñadas para operar de manera continua. Además, su aporte a la reducción de emisiones de dióxido de carbono es limitado. Sus niveles de emisión son similares a los de las turbinas de gas avanzadas utilizadas a gran escala: alrededor de 400 kilos de CO₂ por megavatio-hora.

Más allá del dióxido de carbono, las cajas Bloom emiten pocos compuestos nocivos, gracias a sus mecanismos de filtrado, que capturan contaminantes. Estos filtros, que contienen materiales peligrosos como benceno y compuestos de azufre, deben reemplazarse aproximadamente una vez por año. 

Por eso, cada una de las miles de unidades de Bloom, que en total producen 1,4 gigavatios, requiere un contrato de servicio y mantenimiento. En un informe publicado el verano pasado, analistas de TD Cowen calcularon que la electricidad generada por pilas de combustible cuesta al menos 1,5 veces más que la de un parque solar con baterías.

El analista Maheep Mandloi, de Mizuho, estima que Bloom aportará una sexta parte de la generación eléctrica de los centros de datos de Brookfield durante cinco años, lo que equivale a unos 200 megavatios anuales en pedidos de sus equipos. Sin embargo, debido a la limitada capacidad de producción de Bloom, buena parte de ese volumen quedará para la etapa final del acuerdo.

Según el analista Dushyant Ailani, de Jefferies, los destinos más probables para Bloom son Italia y Francia, dos países que ya dependen en gran medida del gas para generar electricidad. Ailani advierte que Bloom "se está beneficiando de una clara sed de inversión por parte de los inversores en la temática de adicionalidad y velocidad de generación de energía, con menos atención a los fundamentos y la duración del ciclo".

En efecto, US$ 5.000 millones en pilas de combustible a lo largo de los años puede parecer una cifra elevada, hasta que se la compara con los proyectos en los que están trabajando las filiales de Brookfield. En Francia, desarrollan un centro de datos de 1 gigavatio con una inversión de US$ 23.000 millones y en Suecia otro de 750 megavatios, que demandará US$ 10.000 millones.

Bloom tiene experiencia en centros de datos, con clientes como Google, Amazon, Intel y Oracle. Sin embargo, surgieron algunos problemas de durabilidad: las unidades deben reacondicionarse o alimentarse nuevamente después de unos seis años, porque los componentes se degradan al operar a 1.000 grados.

Que un fabricante tenga que recomprar sus propios equipos no es una buena señal. En presentaciones recientes ante la SEC, Bloom reveló varios casos en los que debió hacerlo por más de US$ 100 millones. Uno de esos episodios estuvo relacionado con la "contabilidad de terminación de transacciones fallidas de venta y alquiler posterior", vinculada a un proyecto de 2015 (PPA V) respaldado por Constellation e Intel. Bloom terminó recomprando 37 megavatios de sistemas que funcionaban bajo un contrato a largo plazo, consiguió un nuevo financiador para reemplazar esos equipos y asumió un cargo por deterioro de US$ 124 millones.

Queda por ver si los problemas iniciales y los fuertes gastos de Bloom ya quedaron atrás. En el primer semestre de 2025, la empresa registró una pérdida neta de US$ 66 millones, sobre ingresos por US$ 730 millones, una mejora frente a la pérdida de US$ 119 millones en el mismo período del año anterior. Con un precio cercano a 18 veces sus ingresos, las acciones de Bloom siguen impulsadas por la burbuja de la inteligencia artificial, al menos por ahora.

 

Nota publicada por Forbes US

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