Quién es Wendy Schmidt, la filántropa que financió el hallazgo submarino más impactante en aguas argentinas
Aportó más de US$ 450 millones para impulsar la investigación oceánica, respaldó a cientos de científicos y viralizó con una expedición en el Mar Argentino un rincón del planeta que hasta ahora era invisible para la mayoría. Su influencia crece justo cuando los recortes públicos amenazan con frenar la ciencia climática.

Cuando una expedición en aguas profundas frente a la costa argentina, este invierno, descubrió bosques de coral de aspecto casi extraterrestre, estrellas de mar de colores neón y decenas de especies hasta ahora desconocidas, el equipo científico del Conicet no atribuyó el mérito únicamente a las imágenes de alta calidad ni al buen clima. También destacó el rol de Wendy Schmidt.

"Esta expedición habría sido imposible sin el Schmidt Ocean Institute", afirmó el Dr. Martín Brogger, biólogo marino del Conicet y científico sénior a bordo. Estimó que el valor del tiempo, la tripulación, el equipamiento y la tecnología que aportó el Schmidt Ocean Institute (SOI) ronda los US$ 1,5 millones (unos $ 1.300 millones), una inversión que, según él, habría sido "casi imposible de igualar" con fondos públicos. Sin embargo, bajo el modelo del SOI, los científicos pueden acceder al buque y sus recursos, y comparten sus investigaciones de manera abierta con el público.

"Ese es el asunto. Se trata de poner la ciencia al servicio de todos", le dijo Schmidt a Forbes.

Ese viaje, una de las casi 100 expediciones que respaldó el Schmidt Ocean Institute, representó un avance importante para Argentina, donde proyectos científicos de esa magnitud pocas veces son posibles por la falta de infraestructura adecuada. También significó un gesto simbólico del lugar cada vez más relevante que ocupa Schmidt en la filantropía climática a nivel global.

Ella y su esposo, el exdirector ejecutivo de Google, Eric Schmidt —cuya fortuna, según Forbes, alcanza los US$ 30.200 millones—, destinaron una parte importante de los US$ 2.000 millones que donaron en su vida a causas ambientales. De ese total, más de US$ 450 millones se canalizaron hacia el Schmidt Ocean Institute (SOI), que preside Wendy. Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y una nueva ola de recortes federales enfocados en el financiamiento climático y la autonomía científica, la relevancia del aporte privado a la ciencia nunca fue tan alta.

"Estamos haciendo lo de siempre", dijo Schmidt a Forbes cuando le preguntaron si su estrategia cambió con el regreso de Trump. "Pero la urgencia es mayor ahora. Estamos redoblando el esfuerzo", agregó.

Ante los nuevos obstáculos políticos, Schmidt no dio marcha atrás. Decidió expandirse. En vez de reorganizar sus prioridades, amplió programas ya en marcha, acortó los plazos y respaldó a investigadores cuyo trabajo, sin ese apoyo, podría haber quedado paralizado. Esa constancia se volvió un respaldo clave para la comunidad científica y le valió un lugar en la lista de Líderes en Sostenibilidad 2025 de Forbes, que reconoce a 50 personas que impulsan el avance climático en todo el mundo.

El ROV SuBastian es recuperado a bordo del buque de investigación Falkor del Schmidt Ocean Institute (también) frente a la costa de Argentina, sobre el cañón submarino de Mar del Plata.Misha Vallejo Prut para el Instituto Oceánico Schmidt

"Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un líder en la ciencia climática. Cuando nos retiramos, el impacto es global", afirmó la Dra. Gretchen Goldman, presidenta y directora ejecutiva de la Unión de Científicos Preocupados, y exsubdirectora de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca. Goldman registró más de 200 ataques a la ciencia durante el primer mandato de Trump. "La financiación de Wendy Schmidt ha mantenido con vida campos enteros", aseguró.

Goldman destacó el respaldo de Schmidt a áreas especialmente expuestas a la interferencia política o los recortes presupuestarios, como la recopilación de datos climáticos y la comunicación científica. Según explicó, ese apoyo fue clave para que muchas de esas investigaciones pudieran seguir adelante.

Desde que cofundó el Schmidt Ocean Institute en 2009 junto a su esposo Eric, Wendy lideró iniciativas que permitieron descubrir casi 50 especies nuevas (y hay cientos más en proceso de revisión), respaldó a más de 1.400 científicos marinos y transmitió en vivo miles de horas de imágenes desde las profundidades del océano.

La mayoría de las inmersiones, que duraban entre 10 y 12 horas, solían captar la atención de apenas unos miles de personas, que podían seguir en tiempo real lo que ocurría a bordo del buque del SOI. Sin embargo, la expedición en Argentina se volvió viral de forma inesperada: superó los 19 millones de visualizaciones y acumuló 6,8 millones de horas de reproducción, en su mayoría por parte de jóvenes argentinos.

"Para muchos, fue la primera vez que vieron lo que yace en sus propias profundidades marinas: los colores, la vida, la riqueza", dice Brogger. "Ese tipo de visibilidad es poco común. Hace que la ciencia se sienta real y relevante".

Ese tipo de investigación, de alto riesgo y gran impacto, es cada vez más difícil de financiar a través de los canales tradicionales. A través de una red de iniciativas —entre ellas el SOI, Schmidt Sciences, la Fundación de la Familia Schmidt y 11th Hour Racing—, Schmidt ocupó el espacio que dejó la falta de apoyo público.

La financiación del matrimonio abarca desde la modelización climática hasta el monitoreo de biodiversidad y el desarrollo de herramientas que permiten recopilar e intercambiar datos científicos de forma abierta, con un foco puesto en el océano.

"El océano impulsa nuestro tiempo, nuestro clima, nuestra atmósfera. Absorbe la mayor parte del calor. Y, sin embargo, sabemos muy poco sobre él", dijo Schmidt a Forbes. Marinera con años de experiencia, aseguró que su tiempo en el mar le permitió entender mejor al océano como un sistema vivo e interconectado. "Empiezas a comprender lo vivo que está, cómo está moldeando el tiempo, el clima, todo", expresó.

Remarcó que el océano es clave para la estabilidad climática, la biodiversidad y los sistemas globales, aunque todavía sigue siendo una de las regiones menos conocidas del planeta. "Necesitamos comprender todo el sistema si vamos a protegerlo. Y eso significa mirar en lugares donde nunca antes hemos mirado", concluyó.

Wendy Schmidt en la sala de control de misión de Falkor (también), donde los pilotos controlan el robot submarino SuBastian mientras los científicos ven la transmisión en vivo. Instituto Oceanográfico Schmidt.

La mirada integral de Schmidt es, según muchos investigadores, lo que vuelve tan particular su forma de apoyar la ciencia. "No intenta controlar la ciencia", afirmó el Dr. Frederik Richards, geofísico que en 2018, a los 26 años, se convirtió en uno de los primeros becarios científicos de Schmidt. "Intenta asegurar su perdurabilidad", agregó.

La beca, creada en conjunto con Rhodes Trust, ubica a científicos postdoctorales destacados en laboratorios fuera de sus áreas de especialización para promover investigaciones interdisciplinarias. Además, les otorga un estipendio de US$ 110.000 para una estadía de uno a dos años. 

En el caso de Richards, eso implicó pasar de la geofísica a la modelización del aumento del nivel del mar, una decisión poco común que le permitió acceder a una subvención de 1,5 millones de euros (US$ 1,6 millones) del Consejo Europeo de Investigación. Ese financiamiento le dio impulso a su proyecto Earth2Sea, que aplica IA para mejorar las previsiones destinadas a los 700 millones de personas que viven en zonas costeras vulnerables a inundaciones.

"Esa beca lo cambió todo", dijo. "Me dio la oportunidad de arriesgarme. La financiación fue muy generosa y el mensaje fue: 'Está bien fracasar. Soñá en grande'. Eso es extremadamente raro en la ciencia", señaló.

Además, Richards recibió una Beca Catalyst adicional como parte del programa Schmidt Science Fellows, de hasta US$ 10.000, destinada a impulsar la colaboración interdisciplinaria entre becarios. "Esas redes son tan valiosas como el dinero", aseguró. "Fomentan una ciencia que trasciende cualquier campo", agregó.

(ID: 0-1) Renata Pertossi (Investigadora Postdoctoral, CONICET) y Noelia Sánchez (Investigadora Postdoctoral, Museo Argentino de Ciencias Naturales) recuperan muestras luego de que el Vehículo Operado Remotamente (ROV) SuBastian regresara de una inmersión en el cañón de Mar del Plata, uno de los cañones submarinos más grandes de Argentina SuBastian regresara de una inmersión en el cañón de Mar del Plata, uno de los cañones submarinos más grandes de Argentina. Misha Vallejo Prut para el Instituto Oceánico Schmidt.

Las organizaciones impulsadas por Schmidt también aumentaron la financiación puente para proyectos que se quedaron sin respaldo, como la Curva de Keeling, que mide los niveles de CO₂ en la atmósfera y perdió el apoyo federal en 2014, o para medios públicos en zonas rurales.

A comienzos de este año, la Fundación de la Familia Schmidt colaboró en la creación del Fondo Puente para Medios Públicos, una iniciativa que busca sostener a pequeñas emisoras que enfrentan el cierre por la caída de los subsidios estatales.

Aun así, Schmidt reconoce los límites del capital privado. "Podemos financiar el trabajo. Podemos demostrar lo que es posible", dijo. "Pero no podemos hacerlo solos", aclaró.

Goldman está de acuerdo. "La filantropía privada puede ganar tiempo, pero no puede establecer políticas regulatorias ni construir infraestructura a largo plazo", afirmó. "Lo que Wendy Schmidt hace bien es ganar tiempo para la ciencia. Pero no puede hacerlo eternamente. Necesitamos que los gobiernos se comprometan de nuevo", remarcó.

Esa urgencia definió el rumbo cambiante de las iniciativas que impulsa Schmidt. Su filantropía hoy respalda proyectos muy diversos: desde sistemas alimentarios locales —como The Hive, una cocina comercial compartida para pequeños emprendimientos gastronómicos que se lanzó en 2024—, hasta experiencias inmersivas —como Agog, que busca que creadores y líderes de organizaciones sin fines de lucro aprovechen la realidad extendida, también lanzada ese año—, además de iniciativas de comunicación climática. En febrero, adquirió Jigsaw Productions, el estudio documental del ganador del Óscar Alex Gibney, con el objetivo de fortalecer la narrativa científica y ambiental en el ámbito público.

"La gente protege lo que entiende", dijo Schmidt a Forbes. "Si podemos ayudar a la gente a ver lo que está en juego y lo que es posible, eso lo cambia todo", aclaró.

Esa diversidad en las inversiones refleja una ambición más amplia: no solo financiar proyectos puntuales, sino construir una infraestructura duradera para la ciencia, la narración y el trabajo colaborativo.

"Ha transformado radicalmente las posibilidades de la exploración en aguas profundas", afirmó Brogger. "Y lo hace priorizando la colaboración y el beneficio público", señaló.

En Argentina, eso quedó claro. En un país donde la biodiversidad está en riesgo y la financiación científica sigue siendo limitada, la expedición se convirtió en un verdadero acontecimiento nacional.

"No solo veían corales y estrellas de mar", dijo Brogger. "Vieron que alguien creía que valía la pena hacer este trabajo", concluyó.

 

Nota publicada por Forbes US