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Se convirtió en multimillonario con Databricks y Anyscale pero quiere ser profesor antes que irse a Silicon Valley

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Forjó dos unicornios tecnológicos desde su laboratorio en Berkeley, atrajo inversiones millonarias y trabaja con gigantes como Google y Microsoft, pero sigue priorizando la docencia y la investigación junto a sus estudiantes.

Al profesor Ion Stoica y a sus estudiantes no les gusta que nadie los supere, y menos todavía su archienemigo, Stanford. Por eso, cuando un usuario pidió una manera de comparar su chatbot de código abierto, Vicuna, con el modelo Alpaca de la universidad rival, el equipo de Berkeley enfrentó a los bots en una verdadera batalla de inteligencia artificial.

La comunidad de usuarios enloqueció. Poco después, el grupo de Stoica sumó la opción de probar modelos aleatorios uno contra otro y dejar que la gente votara por el ganador. "Todo fue por pura diversión", explicó el profesor asociado Joseph Gonzalez, que trabajó en el proyecto junto con Stoica y los estudiantes We-Lin Chiang y Anastasios N. Angelopoulos.

De esa idea nació ChatBot Arena, un sitio web que reúne más de 400 modelos de inteligencia artificial y permite a los usuarios chatear con varios a la vez. En abril pasó a llamarse LMArena, con Stoica como presidente, Chiang como director de tecnología y Angelopoulos como director ejecutivo. La compañía consiguió US$ 100 millones en inversión de capital de riesgo y alcanzó una valuación de US$ 600 millones. Desarrolladores como OpenAI, xAI y Google ya usan ChatBot Arena, que tiene apenas dos años, para poner a prueba sus chatbots. El sitio ya recibió más de 3,5 millones de votos de usuarios interesados en opinar sobre estos modelos en desarrollo.

Esta es la iniciativa más reciente del laboratorio del profesor de Informática Ion Stoica, financiado en gran parte por gigantes tecnológicos como Microsoft, Nvidia, Google e IBM, que viene dando que hablar en la industria. En casi tres décadas de carrera académica, Stoica cofundó cuatro startups junto a colegas y estudiantes, de las cuales dos se convirtieron en unicornios.

Nacido en la entonces comunista Rumania, Stoica, hoy de 60 años y con una fortuna estimada en US$ 2.500 millones, se mudó a Estados Unidos a fines de los 90 para hacer un doctorado en ingeniería eléctrica e informática en la Universidad Carnegie Mellon. Tras graduarse, se fue a la costa oeste para dar clases en la Universidad de California en Berkeley en el año 2000. Desde entonces no se alejó ni de su laboratorio ni de sus estudiantes. Aunque la mayor parte de su investigación la desarrolla junto a doctorandos, sigue dando clases a alumnos de grado. Este otoño, por ejemplo, dictará un curso sobre sistemas operativos y programación de sistemas.

Su primera startup, Conviva, una firma de análisis de streaming, nació en 2006, justo cuando YouTube comenzaba a ganar popularidad. Fue el resultado de su trabajo con antiguos colegas de la CMU, incluido su tutor de doctorado, Hui Zhang, quien lo definió como "uno de los mejores investigadores del mundo". Stoica y Zhang investigaban cómo ofrecer transmisión de video de calidad a través de Internet y, al ver que el mercado empezaba a crecer, decidieron convertir esa idea en una empresa.

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Conviva, que en 2017 recaudó fondos por última vez con una valuación de US$ 300 millones, funciona como un observador inteligente de programas y películas online.

 

Conviva, que en 2017 recaudó fondos por última vez con una valuación de US$ 300 millones, funciona como un observador inteligente de programas y películas online: detecta problemas de sonido y video y alerta a los streamers. Además, elabora reportes sobre lo que la gente ve, qué partes salta y qué contenido prefiere, con clientes como Fox y Peacock. Aunque ya no tiene un cargo operativo en Conviva, cuya sede está en Foster City, California, Stoica sigue en el directorio y asegura que se reúne con el equipo todas las semanas. "Tenemos el potencial de ser los próximos Databricks", afirma Zhang, CTO de Conviva, en referencia a la firma de análisis de datos valuada en US$ 62 mil millones que Stoica cofundó junto a otros seis investigadores de Berkeley.

Databricks fue lo que convirtió a Stoica —y a al menos dos de sus cofundadores de Berkeley— en multimillonarios. En 2013, se propuso encontrar una manera más eficiente de procesar grandes volúmenes de datos, junto a Ali Ghodsi, profesor visitante del Real Instituto Tecnológico KTH de Estocolmo, y cinco estudiantes de doctorado. Entre todos desarrollaron Spark, un software predictivo que se convirtió en una herramienta poderosa para el procesamiento de datos.

Stoica buscaba transformar Spark en una startup para que los usuarios tomaran más en serio la investigación del laboratorio, según cuenta Matei Zaharia, uno de los doctorandos que cofundó Databricks y que hoy es profesor asociado en Berkeley. También buscaba ayudar a empresas más chicas, sin infraestructura sofisticada, a manejar y analizar enormes volúmenes de datos para obtener información de negocio y desarrollar herramientas de inteligencia artificial. La compañía estima que sus ingresos anualizados llegarán a US$ 3.700 millones en julio de este año, y desde hace tiempo circula el rumor de que podría debutar en la bolsa.

Como presidente de un grupo de trabajo creado para abordar los recortes en el financiamiento de investigaciones de Berkeley, Stoica está alentando a sus colegas profesores a buscar financiación privada, imitando el modelo que le ha dado tanto éxito a su propio laboratorio. 

No es que Stoica buscara eso. "En el fondo, sigo siendo un académico", asegura. Para él, la meta nunca fue hacerse rico. "Si solo te mueve el dinero, salís a bolsa. Es lo más fácil. Pero no es eso. Se trata de construir algo significativo", agrega.

Fue director ejecutivo de Databricks entre 2013 y 2016, hasta que cedió el mando a Ghodsi y pasó a ser presidente ejecutivo. "Quedarme después de eso significaba dejar Berkeley. Así que tuve que elegir", recuerda. "Y elegí volver", completa. La razón por la que nunca se volcó por completo a los negocios fueron sus estudiantes: "Los jóvenes, en sus años de formación, a veces no saben qué es posible o no... Tienen esta clase de convicción, y por eso se encuentran soluciones inesperadas", explica. Stoica también atribuye su éxito empresarial a su trabajo de investigación: "Es el acto de crear... explorar nuevas ideas".

"Pensaba que probablemente había llegado tan alto por no preocuparse demasiado por los problemas de investigación. Pero me equivoqué. A él realmente le importan los valores de la investigación", cuenta Yang Zhou, uno de sus actuales estudiantes de posdoctorado.

En Berkeley, Stoica tiene fama no solo de ser un gran profesor, sino también de ser un excelente asesor para ideas de negocios y, sobre todo, alguien que ayuda a que esas ideas consigan financiación y despeguen. Esa reputación atrajo a los estudiantes con los que cofundaría Anyscale, la segunda empresa valuada en más de mil millones de dólares de su trayectoria.

Herramienta escalable para aplicaciones de IA y Python - Anyscale
 Anyscale, la segunda empresa valuada en más de mil millones de dólares de su trayectoria.

 

Seis años después de la creación de Spark, Philipp Moritz y Robert Nishihara, dos doctorandos de otro profesor de informática de Berkeley, Michael Jordan, se propusieron resolver una limitación: Spark debía esperar a que cada tarea finalizara antes de pasar a la siguiente operación. "Les dije que no iban a recibir mucho liderazgo de mi parte. No soy desarrollador de sistemas", recuerda Jordan. Por eso los animó a tomar la clase de sistemas distribuidos de Stoica, donde trabajaron con él en una solución.

Ese proyecto se transformó en Ray, un software pensado para manejar el aprendizaje por refuerzo a gran escala con más eficiencia que sistemas síncronos como Spark. "Como es habitual en Ion, enseguida quiso convertirlo en una empresa", comenta Jordan, que ayudó a fundar la compañía junto a Stoica y sus estudiantes.

Así nació Anyscale en 2019. En tres años, la compañía —una plataforma que ayuda a los desarrolladores a escalar sus aplicaciones de inteligencia artificial— recaudó US$ 260 millones, incluidos US$ 200 millones en su última ronda de septiembre de 2022, que la valuó en US$ 1.400 millones. Stoica, presidente ejecutivo de la firma con sede en San Francisco, asegura que Anyscale atraviesa un gran momento y que planea levantar más fondos en los próximos 12 meses.

"Le gusta ver estos problemas e intentar entender cómo resolverlos de verdad. Eso es lo que hace que la investigación sea excelente y que los negocios sean excelentes", señala González, profesor asociado e investigador de LMArena, sobre su colega.

La clave para resolver problemas, según Stoica, está en las universidades. "Todos pueden usar la investigación universitaria. Comparen esto con una empresa... No van a publicar... No van a liberar sus mejores sistemas". Tanto Spark, de Databricks, como Ray, de Anyscale, nacieron como proyectos de código abierto y hoy siguen disponibles para el público.

El laboratorio de Stoica no se vio afectado por los recortes de fondos de la administración Trump y, probablemente, no lo estará en el corto plazo. "Estamos en una posición más afortunada", señala. El laboratorio de computación de Berkeley, con un presupuesto anual de más de US$ 6 millones, recibe financiación privada de grandes tecnológicas como Google e IBM desde principios de la década de 2010. También obtiene fondos de Anyscale, la propia empresa de Stoica.

Algunos de sus colegas investigadores en Berkeley sí sintieron el golpe, lo que frenó proyectos que van desde facilitar el acceso a la literatura clásica hasta combatir el cambio climático. Incluso hubo demandas por esa situación.

Stoica, uno de los profesores más exitosos de Berkeley, ahora preside un grupo de trabajo para enfrentar los recortes de fondos en toda la facultad de informática, ciencias de datos y sociedad, según contó la decana Jennifer Chayes. Desde ese rol, impulsa a sus colegas a buscar financiación privada, siguiendo el modelo que tan buenos resultados dio en su propio laboratorio.

 

*Con información de Forbes US.

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