La historia de inspiración detrás de Diego González es su lucha y perseverancia. Por su color de piel y sus preferencias sexuales en Ecuador ha sentido discriminación y recelo. “Soy diferente, me considero queer (término general para quienes forman parte del grupo LGBTQ+), eso en el exterior no afecta, pero aquí sí ha sido duro. Hoy que tengo 36 años, he aprendido a manejarlo y a vivir con eso. Creo que gente como yo, que tiene mucha experiencia y estudios, deben ser visibilizados y tener oportunidades de crecer”.

En 2011, emigró a China, llegó a Guangzhou con una idea, una laptop una mochila con ropa y US$ 400 en el bolsillo. Su padre había fallecido y no quería permanecer deprimido en su ciudad natal Guayaquil. Por su trabajo en una importadora mayorista de equipos electrónicos, había establecido contactos en el país asiático, lo que le facilitó establecer relaciones con proveedores y así arrancar su aventura ofreciendo servicios como agente de compras. 

Con sus primeros US$ 5.000 de ganancia fundó su propia empresa, Link World Ecuador, dedicada a la importación de productos y accesorios tecnológicos. Seis meses después viajó a Canadá porque se había ganado una beca de estudios de liderazgo ofrecida por el gobierno de ese país.

Regresó a Ecuador con una nueva visión de hacer negocios, lo que le permitió ampliar su base de clientes. Pero al poco tiempo se dio cuenta que, para crecer, tenía que volver a China, hizo maletas y se estableció ahí por cuatro años. Esta experiencia le ha permitido manejar más de 100 proyectos de compras en Estados Unidos, Canadá, Brasil y algunos países de Europa por más de US$ 10 millones.

“Hacemos dirección de compras en el extranjero para empresas ecuatorianas, yo tengo mi propio diseño de compras en el país asiático y con mi servicio evito que sean estafados. El servicio les cuesta el 7 % sobre el valor de la compra en China, hemos generado US$ 250.000 como comisionistas al año”, cuenta González. 

En 2017 se vio en la necesidad de darle un giro a su negocio por las salvaguardas impuestas al sector importador. Junto con un amigo argentino empezó a exportar barras de cacao de fino aroma sin azúcar. Con ello, vendió dos contenedores con 100 cajas, lo que le significó US$ 100.000 de ganancia. 

Los negocios mueven a este ecuatoriano de 36 años, por lo que decidió cruzar nuevamente el charco y radicarse hace algunos años en Canadá, donde trabajó en una fábrica de chocolates; así conoció el comportamiento del consumidor y amplió su visión de emprendedor. 

“Regrese a Ecuador a mediados de 2021 después de pasar casi cuatro años residiendo en Canadá, donde en algún determinado momento, en medio de tanta interculturalidad, comienzo a buscar mi cultura, quién soy yo como latino, como ecuatoriano, como guayaco y en qué puedo aportar positivamente.” 

Con US$ 100.000 fundó su empresa exportadora Cultama, cuyo nombre proviene de la unión de las palabras cultura y amor, que se dedica a la venta de frutas frescas tropicales exóticas como pitahaya, tomate de árbol, mango, granadilla, maracuyá y uvilla, entre otras, siendo Estados Unidos su principal comprador. En el segundo semestre de este año, ha logrado vender US$ 50.000 de pitahaya. Esta fruta y las demás las compra a 20 productores nacionales, a los que les paga entre un 10 y 15 % de las ganancias.

“Tuve que abrir una oficina en Miami porque la mayoría de clientes no quiere hacerse cargo de la desaduanización, ni de ningún otro trámite. También tuve que alquilar una bodega para mantener la cadena de frío de las frutas, eso me representó unos US$ 20.000 de gasto que lo voy a recuperar en la siguiente venta”.  

En 2023 realizará una gira negocios por varios países de Europa como España, Suiza, Países Bajos, Alemania y Suiza. Aspira a exportar 10 contenedores por trimestre y lograr negociaciones por US$ 10 millones. (I)