Pedro Maldonado Ordóñez Editor
"Nací en la comunidad de Pilahuín, en la provincia de Tungurahua. La tierra, la Pachamama fue mi primera escuela, rodeada de animales y con los pies descalzos". Sandra Caiza, fundadora y presidenta de la fundación Mujeres que dejan Huellas y concejala de Ambato, cuenta su historia y revela cómo enfrentó los retos que le puso la vida.
Con su mamá, quien falleció cuando Sandra tenía 11 años, aprendió el trueque de productos agrícolas y supo lo importante que es trabajar. Cuenta que huyó del campo para ir a la ciudad, primero a Ambato y luego a Quito. Desde pequeña rompió esquemas. "Crecí en medio de cuatro hermanos que me decían que las mujeres estaban para casarse, tener hijos. Pero yo tuve otra visión de la vida y decidí salir de casa".
Así forjó su espíritu y su carácter. "Hoy me siento una mujer que sabe negociar, vender y me encanta motivar a otras mujeres. Si Sandra Caiza pudo ustedes también pueden. Todo depende de la buena actitud", dice con convicción.
Para esta mujer, el liderazgo es lograr que la gente crea en uno. Ella cultivó ese don desde su adolescencia, cuando daba charlas a otras mujeres, con 17 años.
Con el tiempo, Caiza fue desarrollando una serie de habilidades y hace siete años creó la fundación Mujeres que dejan huellas. Hasta el momento, unas 2.000 mujeres se han beneficiado de las capacitaciones. "Son luchadoras, que han enviudado como yo o son madres solteras". (P)
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