Desde que se inventó el juego, siempre se dijo que el futbol tenía muchas caras, que estaba lleno de gestos, de símbolos y de códigos, un deporte que no hacía discrimen con nadie a tal extremo que entre la simpleza de sus reglas o la poca exigencia para su práctica fue ganado adeptos. Invariablemente requirió de una pelota sin importar que fuera de trapo, caucho o cuero, necesitó de un espacio para que sus cultores, dispuestos en dos equipos, pudieran correr, saltar y cabecear para ello nunca diferenció un pedazo de tierra aplanado, cubierto de césped, arena, cemento o una empedrada calle con arcos imaginarios o señalados por montículos de la más diversa índole.
Se cuenta que marineros ingleses que viajaban a América -a fines del siglo XIX-fueron los pioneros en acercar este deporte, original y sencillo que se jugaba con los pies y que lo practicaban incluso en las cubiertas de los grandes transatlánticos, así que dotados de una pelota cualquiera, enseñaron a patearla, dominarla y con más entusiasmo que conocimientos entre muelles y puertos, pasajeros, estibadores y pescadores fueron poco a poco develando las contadas reglas que pedía este novel pero sorprendente esfuerzo físico llamado futbol.
Sin reparar en sus alcances y logros, el futbol fue gradualmente entrando en todos los ámbitos geográficos, políticos y sociales. Hasta que apareció en la cuadra, en las calles, en las plazas y parques. Se popularizó de tal manera que más temprano que tarde lo invadió todo: talleres, fábricas, cuarteles, universidades, pero fundamentalmente barriadas. Sus incipientes normas pronto fueron estudiadas, recapacitadas y posteriormente pregonadas, sus luchas y rivalidades deportivas adquirieron ribetes internacionales, como la Copa Brithish Home Championship que permitió competir a las naciones británicas en 1884.
El juego siguió con su imparable expansión, los jóvenes de todas las edades eran protagonistas de su desarrollo, los campeonatos y torneos eran cada vez más atractivos y el nacimiento de clubes, equipos o "cuadros" exigían condiciones, reglamentos y leyes más específicas.
Fue en los Juegos Olímpicos de París, el año 1900, donde aparece el futbol como deporte "de exhibición" y es reconocido como deporte oficial en las Olimpíadas de Londres en 1908. Otra vez asoma París para dar paso a la fundación de la Federación Internacional de Futbol Asociado FIFA, organización que supera en número de países integrantes al Comité Olímpico Internacional COI y la misma Organización de la Naciones Unidas ONU. Para 1916, Argentina organizó la Copa América convirtiéndola en el torneo de selecciones nacionales más antiguo del mundo. El primer campeonato Mundial se disputó también en Sudamérica, concretamente en Uruguay el año 1930, acudieron 13 selecciones nacionales, todas por invitación. Por su parte la historia dice que Ecuador participó por primera vez en la fase final de un Mundial de Futbol en 2002, torneo realizado en Japón y Corea. Hace apenas tres años atrás (2022) Catar organizó el último campeonato Mundial de futbol y se espera que el 2026 se realice el próximo Campeonato Mundial en tres países: Canadá, Estados Unidos y México con la participación de 48 equipos, número inédito hasta la fecha.
El cambio de cara
Con la profesionalización el fútbol tomó otra tónica, se volvió rentista y sus diversos componentes: desde la misma FIFA o sus organizaciones nacionales, sus selecciones, clubes, torneos, medios de comunicación, diseñadores de vestuario, escuelas de formación, universidades e institutos de preparación de técnicos, de árbitros y de preparadores físicos, etc. encontraron en este deporte "una forma de vivir" y por ello sus esfuerzos dejaron de ser desinteresados, hasta convertirlo en una verdadera industria que rinde sorprendentes como crecientes frutos económicos.
Como era de esperarse, la publicidad encontró en el futbol profesional una "mina de oro" donde todo tiene un precio y un valor. No "cuesta" lo mismo un logo en una pantaloneta que otro en la pechera de una camiseta. No se paga igual por un "spot" de radio al rematar un córner que al sacar un lateral en medio campo. No tiene el mismo salario un renombrado y reconocido talento futbolístico que juega en la Premier Ligue de Inglaterra que un formidable jugador que deleita a sus fanáticos en el Campeonato Nacional de Honduras o Nigeria.
Por ello la camiseta o "remera" de uno y de otro equipo profesional, es cotizada y comercializada en forma diferente, uno y otro tienen distintos " grupos de producción" que firman contratos con tal o cual firma comercial y que rematan cada centímetro de sus prendas deportivas al mejor postor y durante un mismo campeonato se suceden distintos modelos y colores para "una hinchada consumista" que parece disfrutar de estas incidencias netamente mercantilistas y sin cuya participación serían inútiles los esfuerzos del "staff" multidisciplinario de la élite futbolera.
A igual que la publicidad, las casas de apuestas se interesaron en el futbol profesional de todo el mundo, ya que sus "negocios legales" les permiten ser un engranaje trascendente y cuya presencia ha ido creciendo con el tiempo, y se da el caso que, en países como el Ecuador, el campeonato nacional de futbol profesional lleva su nombre a cambio de una jugosa contribución económica que sirve para "aceitar" su desarrollo.
El otro futbol
Los intelectuales que siempre mantuvieron distancia con el espectáculo futbolístico se mostraron más dispuestos con el futbol-deporte y no dudaron en acercarse a investigar, paladear y compartir un anecdotario inagotable-real o imaginario- pero con seguridad único. Nombres como los uruguayos Mario Benedetti o Eduardo Galeano, o los argentinos Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri o Silvia Almada, la boliviana Mariana Ruiz Romero y los ecuatorianos Demetrio Aguilera Malta, Jorge Velasco Mackenzie o Raúl Pérez Torres entre otros consagrados autores sudamericanos que contagiados por el entorno dedicaron páginas, cuentos o narraciones extraordinarias, al "otro futbol" al de la canchita del barrio, al de los recreos del colegio, al de los sábados con los amigos o al de aquellos que entendieron que el futbol en el fondo es simplemente un juego cuya esencia, felizmente, jamás cambiará. (O)