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La ingenuidad es el valor de los ganadores, la astucia su resultado

Renzo Aguirre

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En este momento el emprendimiento plantea algunos desafíos que deben ser vistos desde la ingenuidad para que, con ello, podamos conscientemente despertar la astucia necesaria, a través de las herramientas ya expuestas, para confrontarlos.

28 Febrero de 2024 14.32

¿Quién no ha sentido que con los conocimientos adquiridos en las aulas y la energía propia de la juventud es posible comerse el mundo y triunfar? Yo estaba convencido de ello cuando empecé a emprender, hace un poco más de 25 años. ¿Por qué debía dudarlo? ¿Qué me habría hecho pensar que no estaba listo? La respuesta es que quien pensaba y actuaba de esa manera era un muchacho ingenuo, soberbio e ignorante de las realidades del mundo y el mercado.

Con el tiempo he aprendido que, al igual que se observa en la actitud de los individuos en general, algunos emprendedores son ingenuos y otros astutos, e igualmente existen empresarios ingenuos y empresarios astutos. Un emprendedor ingenuo podría describirse como alguien que, a pesar de sus buenas intenciones y su espíritu aventurero, no posee la experiencia y la visión que se necesita para enfrentar los desafíos y complejidades del mundo empresarial. Así, es inevitable que la gran mayoría comencemos con un grado muy alto de ingenuidad que, más adelante, se transformará en astucia.

Por tanto, no pienses que la ingenuidad empresarial es mala, de hecho, te aseguro que yo he comprobado que no lo es; en cambio, lo que sí es malo es no tener el “hambre” suficiente para lograr la astucia empresarial. A continuación, te explico por qué. Hoy en día, cada vez que converso con empresarios que tienen algún grado de sapiencia mi ingenuidad se despierta, y es esa conciencia la que me pone en movimiento para lograr la astucia que, con el tiempo, se volverá nuevamente ingenuidad, y la que me obligará a ponerme en movimiento. 

Gracias a esa dinámica he conseguido afrontar durante estos años los desafíos permanentes que, día a día, me presenta el mundo empresarial. En conclusión, un buen emprendedor es aquel que activa permanentemente su ingenuidad, la cual viene a ser el valor de los ganadores, con el único propósito de disparar o potenciar su astucia, lo cual sería su resultado.

A medida que el emprendedor adquiere experiencia, a través de la práctica, eleva su nivel de conciencia y de educación, acepta con humildad la necesidad de asesoramiento y mentoría, aprende de sus errores, desarrolla habilidades interpersonales, gestiona el riesgo y planifica estratégicamente. Solo así podrá convertirse en un emprendedor astuto capaz de solventar los retos que le presente el mercado y con ello alcanzar los objetivos planificados.

En este momento el emprendimiento plantea algunos desafíos que deben ser vistos desde la ingenuidad para que, con ello, podamos conscientemente despertar la astucia necesaria, a través de las herramientas ya expuestas, para confrontarlos. ¿Te gustaría saber a qué desafíos me refiero? Algunos de ellos son los siguientes: enfoque en la sostenibilidad; nacimiento de consumidores más conscientes que obligan a pensar en prácticas amigables con el medioambiente; gestión técnica de datos, porque estos dejaron de ser información y su procesamiento es ahora gestor en la toma de decisiones de la compañía; competencias digitales del personal, ya que los cambios tecnológicos obligan a contar con personas preparadas en ese campo; ciberseguridad proactiva, dado que la protección de los datos genera confianza en los clientes, a quienes no se les puede fallar; estrategias de mercadeo innovadoras, si bien la esencia del mercadeo sigue siendo la misma, sus estrategias han cambiado y no dejarán de hacerlo con mayor rapidez; inteligencia artificial y el impacto que esta representa en las operaciones empresariales, etc.

Déjame decirte que estos son apenas unos pocos desafíos frente a los cientos que te encontrarás en el escenario del emprendimiento actual. Con todo, mi consejo es que nunca veas la ingenuidad empresarial como la fuente de fracaso de un negocio, sino por el contrario, que la percibas como el motor de impulso esencial para alcanzar esa astucia que a los grandes les ha permitido solucionar con éxito los problemas del mercado.

Por último, nunca olvides que esta astucia siempre es pasajera, dado que el nacimiento de nuevas tecnologías, herramientas, conceptos y prácticas nos van a obligar a estar conectados con la ingenuidad, y será esta la que nuevamente nos lleve hacia la astucia que se convertirá en motor de impulso para nuestro emprendimiento. (O)

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