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Las inequidades de género en el ámbito sanitario impactan negativamente la salud de la población. Una reflexión urgente para avanzar en paridad.

19 Noviembre de 2025 16.11

Solemos hablar de equidad de género en términos de justicia histórica, pero rara vez nos sentamos a pensar en su impacto en la salud. La evidencia está llegando a raudales, y nos muestra que un mayor liderazgo femenino en los temas sanitarios se traduce en mayores oportunidades que mejoran la salud de la comunidad.

Las mujeres en posiciones de liderazgo tienden a abordar necesidades específicas de la salud femenina que solían ser ignoradas, enfoque que ha resultado en políticas y programas más inclusivos. Diversos estudios han mostrado que las mujeres líderes están más inclinadas a promover la salud materna y reproductiva, y eso puede llevar a la implementación de políticas de salud pública más efectivas, como programas de vacunación y educación en salud.

La incorporación de mujeres en equipos de investigación también ha demostrado sus bondades. Un informe reciente del Foro Económico Mundial y el McKinsey Health Institute reveló que cuando las investigadoras principales en ensayos clínicos cardiovasculares eran mujeres, había una mayor probabilidad de que se inscribieran mujeres en esos estudios. Con eso se aseguraba una representación adecuada y relevante en la investigación.

Lastimosamente, en América Latina falta un buen trayecto en la superación de las inequidades de género. Un estudio reciente de Merck, desarrollado por un equipo de expertas de varios países latinoamericanos y liderado por la médica argentina Laura Negrotto y la colombiana Ivonne Díaz, destaca la alarmante desigualdad en la representación femenina en posiciones de liderazgo dentro del ámbito de la salud.

Publicado en la prestigiosa revista Human Resources for Health y bajo el título "Gender gap in medicine: a call to action for Latin America" ("Brecha de género en medicina: un llamado a la acción para Latinoamérica"), el estudio tuvo como objetivo visibilizar la desigualdad estructural que enfrentan las mujeres en el sector salud y proponer medidas concretas para alcanzar una mayor equidad.

La metodología del estudio incluyó un análisis cualitativo y cuantitativo, donde se recopilaron datos de diversas sociedades médicas y hospitales en América Latina. Las investigadoras llevaron a cabo una encuesta a 90 médicas de siete países (Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, Costa Rica, Brasil y México), y los hallazgos fueron contundentes: solo el 20% de las sociedades médicas de la región son dirigidas por mujeres, y, en comités directivos de hospitales y universidades, la presencia femenina no supera el 36% en promedio.

Además, se reveló que el 90% de las médicas encuestadas ha sufrido algún tipo de acoso laboral, lo que pone de manifiesto un ambiente hostil que dificulta el avance profesional de las mujeres en el sector.

El estudio publicado en Human Resources for Health ofrece una mirada regional. Para identificar la situación de Ecuador podemos echar mano de otros trabajos que concuerdan. En el contexto de la pandemia por covid-19, la Organización Internacional del Trabajo encontró que, a pesar de que casi el 66% de los trabajadores sanitarios del país son mujeres, su mayor representatividad no se traduce en igualdad de oportunidades. Ellas suelen ocupar posiciones de menor jerarquía y enfrentan obstáculos para acceder a roles de liderazgo. A su vez, el ingreso promedio por hora laboral de ellas es 8,4% menor que el de sus pares masculinos, y sus decisiones, según comentaron, son menos respetadas que las de los hombres.

Las soluciones están a la vista. Negrotto, Díaz y las investigadoras proponen aumentar la representación femenina en posiciones de liderazgo dentro de sociedades médicas, hospitales y universidades, y sugieren la creación de capítulos femeninos que concienticen sobre esta problemática. Igualmente, plantean que la implementación de programas de mentoría y capacitación en liderazgo empodera a las mujeres para que asuman roles decisivos, así como establecer políticas laborales flexibles que apoyen a las mujeres, especialmente en relación con la maternidad, facilita su permanencia y crecimiento en el sector.

También es crucial abordar el acoso en el entorno médico mediante la creación de políticas de denuncia y el fomento de una cultura de apoyo. Además, las autoras subrayan la necesidad de realizar investigaciones con perspectiva de género para garantizar que las mujeres estén adecuadamente representadas en ensayos clínicos y en la investigación médica.

Si la evidencia está servida, solo falta ponerla en práctica. Para eso se requiere voluntad y convicción. Porque no solo se trata de justicia. Se trata de la salud de la sociedad. (O)

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