Un biólogo explica los hábitos "extraños" de las personas que viven más de 100 años
Distintas historias muestran que llegar al siglo de vida no siempre depende de comer brócoli o contar calorías. Las costumbres de supercentenarios revelan que la longevidad se apoya tanto en la genética como en pequeños rituales diarios, creencias y vínculos afectivos.

El reino animal dice mucho sobre las cosas que nos mantienen vivos más tiempo del que creemos merecer. Por ejemplo, la historia de la araña de trampilla más longeva. Sobrevivió en el interior de Australia hasta los 43 años. ¿Su secreto? Pasó toda su vida en la misma madriguera y llevó una dieta austera de pequeños insectos que cazaba en una de las entradas de su trampilla.

También podemos pensar en el tiburón de Groenlandia, el vertebrado más longevo que conoce la ciencia. Llega a vivir hasta 500 años. Este tiburón se desplaza por las profundidades de los océanos Atlántico Norte y Ártico. Prefiere las aguas casi heladas, donde mantiene un metabolismo lento. Su dieta incluye peces de aguas frías, como bacalao, arenque, salmón y fletán. Además, se sabe que come cadáveres de mamíferos marinos, como focas y ballenas. Es importante señalar que adopta un estilo de caza lento y deliberado. Se basa sobre todo en su agudo sentido del olfato, que le permite conservar energía.

Algunos humanos aprendieron a aceptar la vida tranquila y sencilla de los campeones de la longevidad del reino animal. Por ejemplo, la famosa investigación de la "zona azul", realizada por Dan Buettner y Sam Skemp, estudió las regiones con la mayor concentración de centenarios, personas que viven 100 años o más. Este trabajo reveló que el estilo de vida cumple un papel importante en la longevidad y la salud general. Estas áreas comparten hábitos que contribuyen a una vida más larga y saludable, entre ellos:

  • Dieta. Las personas que viven en las zonas azules siguen una alimentación basada sobre todo en plantas, con énfasis en verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos. La carne se consume con moderación y en porciones pequeñas. Los alimentos casi no tienen procesamiento y suelen ser de origen local.
  • Actividad física regular. El movimiento diario tiene un papel importante. Caminan, cuidan huertas o realizan otras tareas que no implican estar sentados. El ejercicio no es formal, sino que forma parte de la rutina cotidiana.
  • Fuertes vínculos sociales. Se da prioridad a los lazos familiares y comunitarios. Las personas participan de redes que se sostienen mutuamente, tanto en lo emocional como en lo práctico.
  • Sentido de propósito. Conocido como ikigai en Japón y plan de vida en Costa Rica, tener una razón para levantarse cada día ayuda a mantener la salud mental y emocional.
  • Reducción del estrés. Las personas que viven en zonas azules incorporan rituales diarios que disminuyen el estrés, como la oración, las siestas o compartir tiempo con sus seres queridos.
  • Fe o prácticas espirituales. Muchos centenarios forman parte de comunidades religiosas, que les brindan un sentido de pertenencia y les permiten realizar prácticas regulares que alivian la tensión.
  • Medio ambiente. Los lugares donde viven fomentan el movimiento y la interacción social. El acceso a la naturaleza y la exposición limitada a factores nocivos, como la contaminación o una alta tasa de delitos, fortalecen el bienestar.

Si bien la investigación de la zona azul ofrece la estrategia más comprobada para alcanzar la longevidad, otras personas encontraron su propia manera de llegar a los 100 años. Estas historias muestran que existen distintos estilos de vida que pueden llevar a convertirse en centenario.

Jeanne Calment: la persona más anciana del mundo

La rutina diaria de la francesa Jeanne Calment, la persona más longeva del mundo que se verificó con 122 años, era más o menos así: pedía que el personal de la residencia la despertara a las 6:45 de la mañana todos los días y empezaba sus mañanas con una oración. Sentada en su sillón, realizaba ejercicios suaves con auriculares. Su rutina incluía estiramientos y flexiones de manos y piernas. Para el desayuno, solía tomar café con leche y galletas.

El movimiento diario tiene un papel importante.

 

Se lavaba sola con una franela en lugar de ducharse. Después del desayuno, lavaba sus propios platos y luego iba a almorzar. Prefería la carne estofada y no le gustaba el pescado hervido. Disfrutaba el postre en cada comida y a menudo decía que prefería los platos fritos o picantes en lugar de las opciones más simples. Preparaba sus propias ensaladas de frutas todos los días, casi siempre con bananas y naranjas, y sentía una predilección especial por el chocolate, al punto de consumir hasta un kilo por semana. Después de comer, tomaba una copita de oporto y fumaba un cigarrillo.

Por la tarde, dormía una siesta de dos horas en su sillón y después visitaba a los vecinos de la residencia para contarles las noticias que escuchaba en la radio. Por la noche, cenaba rápido, volvía a su habitación y escuchaba música, ya que su mala vista le impedía leer. Terminaba el día con un último cigarrillo antes de acostarse a las 10 de la noche.

Violet Brown: vivió 117 años 

Violet Brown, que llegó a cumplir 117 años, fue la primera jamaiquina centenaria conocida. Tuvo seis hijos, de los cuales cuatro seguían con vida al momento de su muerte. Jeanne Calment, en cambio, solo tuvo uno. Su dieta era variada, pero evitaba el pollo, el cerdo y el ron. En una entrevista con el Jamaican Gleaner, comentó: "No como esas cosas". También atribuía su longevidad a su costumbre de comer tres huevos por día, dos de ellos crudos.

George Johnson: estadounidense, hombre, 112 años

Un estadounidense llegó a vivir hasta los 112 años con una dieta que generaría temor en la mayoría de los nutricionistas. El supercentenario George Johnson, de Richmond, California, que en su momento fue la persona viva más longeva del estado, desayunaba salchichas y gofres todos los días, y a veces también los comía en el almuerzo o la cena. De alguna manera, todo ese colesterol no le causó problemas. Murió de neumonía en 2006.

 

*Con información de Forbes US