El equipo de La Mer tiene una crack ecuatoriana en sus filas
Andrea Pinto es productora de video en jefe en esta supermarca que forma parte de Estée Lauder Companies. Empezó como productora, hace cinco años, y hoy supervisa las campañas de filmación de los comerciales. Vive en Miami , tiene su oficina en Nueva York y realiza las filmaciones en las playas de cualquier parte del mundo. Una historia de sacrificio, mucho trabajo y de amor propio por lo que se hace.

Alquilaba su pequeño departamento en Airbnb por días y se iba a dormir donde alguna amiga, así juntaba dinero para pagar el alquiler mensual. Tuvo que ser pasante y, obviamente, ganar como pasante, dos veces, a pesar de tener un título y una maestría. Por más de un año tocó, sin suerte, las puertas de una prestigiosa agencia de producción. Lejos de desanimarse, la fe en sí misma crecía. Cada oportunidad que se le presentaba la atesoraba como un regalo de la vida. Mira hacia atrás y sonríe. Está orgullosa del camino recorrido… hasta ahora. Es Andrea Pinto, una ecuatoriana que hoy lidera equipos de producción de comerciales de una de las marcas mimadas de la gigante mundial de la belleza Estée Lauder Companies, La Mer.

Nacida en Guayaquil, su familia se mudó a Quito cuando tenía cinco años. Desde pequeña, el cine la dejaba sin aliento, le encantaba ver películas, documentales y, a medida que crecía, cada vez era mayor su interés por saber y registrar en su memoria quiénes las dirigían, las producían y las financiaban. “Siempre me interesó mucho, más allá de lo normal, digamos. Me obsesionaba con las vidas de los directores y productores”. Cuando terminó sus estudios en el Colegio Americano, se fue a estudiar Comunicación y Estudios Latinoamericanos en Tulane University, Nueva Orleans, EE.UU., y un minor en Filosofía.

Era 2010. Momento para dar su primer paso laboral. Destino: Roma. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) le abrió las puertas para una consultoría por un año, que fue una de las experiencias más gratificantes de su vida, porque siempre quiso trabajar en organizaciones que tuvieran que ver con la ayuda humanitaria o la sostenibilidad. El PMA es un organismo que se enfoca en la asistencia alimentaria contra el hambre y reacciona ante emergencias causadas por desastres naturales o desplazamientos en áreas de conflicto. Trabajaba en el sector de análisis de operaciones e informes, donde monitoreaba el progreso y los resultados de proyectos, para así informar las decisiones operacionales y el diseño de proyectos en un futuro. En ese año, le llegó el deseo de vivir, filmar y compartir estos momentos críticos con el resto del mundo. Fue así como decidió estudiar cine documental. Y se fue a la Gran Manzana, porque, como ella cree, “si Los Ángeles es la sede del entretenimiento, Nueva York es la sede del cine documental”.

Ingresó a The New School, a un programa híbrido entre Estudios de Medio y Cine Documental. La mitad de sus estudios fue teórica, sobre la historia del cine, sobre cómo se expresa el problema en la cinta, cuál es la ética detrás, cómo se representan los diferentes puntos de vista. La otra mitad la aprendió probando todas las actividades que involucran una producción: hizo guiones, estuvo en cámaras, luces, sonido, fue directora, rotó por varios roles dentro de los proyectos de la universidad, hasta que encontró lo que realmente la apasionaba: “Quise estar involucrada en todos los aspectos de un rodaje, entender quiénes deberían formar cada equipo, con sus particulares responsabilidades minuto a minuto. También me apasionan los presupuestos, y cómo lograr que todas las ideas creativas se desarrollen dentro de estos parámetros. Así que la producción fue lo mío”.

UN PASO A LA VEZ

Tenía en sus manos el conocimiento. Ahora había que llevarlo a la práctica, para vivir y sobrevivir. Aunque en una ciudad como Nueva York, las cosas no son tan fáciles. Durante el tiempo que duraron sus estudios en The New School fue asistente de cátedra, lo cual, entre otras cosas, le ayudó a generar un poco de ingresos para los tiempos postuniversidad. Pero, ya fuera de las aulas, había que empezar desde el principio. A sus 24 años, entró como pasante a filmar con una stylist famosa, quien tenía una serie en YouTube donde entrevistaba a diseñadores sobre sus colecciones. Esa práctica, sin sueldo, le dio la oportunidad de tener acceso a la crema y nata del mundo de la moda en Nueva York. Asistió a varios Fashion Weeks y comenzó a conocer a la gente que trabaja en el ámbito creativo en la ciudad.

Fue así como conoció a la agencia creativa Alldayeveryday. Deseaba estar ahí porque hacía una simbiosis entre la producción comercial y el contenido original, incluido el cine documental. Pero no era su momento. Tocó sus puertas, envío la hoja de vida innumerables veces, intentó de todo para ser visible. Solo silencio hubo del otro lado. Hasta que un año después, tras toda la experiencia acumulada con la filmación de la stylist, recibió la llamada que tanto había buscado. Alldayeveryday la quería en su equipo, eso sí, primero, como pasante.

“Aprendí enormemente. Empecé como asistente de producción y, luego, fui coordinadora, mánager, y eventualmente senior producer. La productora en jefe era alemana y extremadamente meticulosa con todos los procesos de organización; porque la producción es básicamente eso, organización. Ella me enseñó todo el aspecto técnico: la planificación creativa, las hojas de llamado, horarios, libros de preproducción, qué preguntas realizar, cómo contratar a los equipos de filmación, el manejo legal, las luces, los estudios, cuáles funcionan, cuáles no, etc. Y, ante todo, me enseñó a crear y a manejar presupuestos”.

Trabajó en la agencia tres años y medio. Tiempo suficiente para absorber conocimiento y asombrarse cada día. Trabajó en producciones de comerciales con Pharrell Williams, Madonna, Chloë Grace Moretz, Linda Rodin, Alexander Wang, Vogue, Moncler, Polo Ralph Lauren, Samsung, General Electric, Swarovski, un video para Panic at The Disco. En fin, la lista es extensa. “Los proyectos comerciales suelen ser cortos, pero intensos, requieren de un ejército de personas para volverlos realidad. En un rodaje estándar había entre 60 y 100 personas para un día de producción, se requerirían un sinnúmero más para la postproducción. Yo no me defino como una persona creativa, pero me ilusiona colaborar con artistas, quienes tienen la capacidad de ver al mundo de manera distinta y mi rol es ayudar a manifestar sus ideas”.

Otro aspecto que empató con su pasión por la conservación fue involucrarse en un proyecto documental llamado The Loneliest Whale: The Search for 52, al cual incluso lo financiaron Adrian Grenier y Leonardo DiCaprio, entre otros. “La realidad del mundo documental es muy distinta, los tiempos son más largos, el proceso de investigación es extenso, buscar colaboradores y financiamiento es un emprendimiento enorme. Por ende, requiere de mucha pasión”. De este proyecto, surgió una organización dedicada a la conservación del océano, Lonely Whale, además del documental que se publicó en 2021. Tengo mucho orgullo de haber participado en este proyecto y me mantengo vinculada con la organización hasta el día de hoy”.

UN SALTO A LA VEZ

Tras el primer paso, vino el primer salto. Después del tiempo en Alldayeveryday, sentía que había llegado el momento de crecer. Regresó a Ecuador en 2016 por un tiempo para trabajar en un proyecto de filmación de casos de éxito de los premios Latinoamérica Verde. Junto al director de cine Andrés Cornejo, por un año realizaron videos de cinco premiados y un documental. En la mitad de esa tarea, llegó la invitación para ser parte de Estée Lauder para construir un equipo de producción para una de las 26 marcas de esta multinacional, la niña de sus ojos: La Mer. Estée Lauder Companies, basada en Nueva York, es una de las firmas más grandes de mundo en belleza, skin care y maquillaje. Registra ingresos anuales sobre los US$ 15 billones. La Mer fue reconocida en 2021 como marca número uno de skin care de lujo global.

“Una de mis colegas de Alldayeveryday me presentó. Tuve la suerte de que me contrataran, y fue un cambio completo. Pasé de ser la productora, a ser la cliente. Es otra dinámica. Cuando llegué, éramos yo, productora de video, y una productora de fotos, y pocos creativos. Era un equipo pequeño. Cinco años después la marca ha crecido exponencialmente en ventas y el equipo creativo se conforma de más 100 personas. Ha sido un gran reto poder desarrollar procesos que puedan escalar de tamaño a la medida que crecen las necesidades de la marca. Cada campaña que entrego tiene cientos de assets de video, que son hechos para ser adaptados en 86 mercados globalmente”.

En estos últimos cinco años, la magia de la producción la ha cautivado. Y no es para menos. No solo que la conectividad le ha permitido vivir en Miami, tener su oficina en Nueva York (a la que va una vez al mes, aunque ahora, quizás, deba hacerlo más seguido) y asistir a las filmaciones en las playas más increíbles del mundo. “Los valores éticos de la marca me motivan, porque están enfocados en la conservación del océano, el producto está hecho de algas marinas y la cosecha se hace de manera sustentable. Trabajo con activistas, organizaciones ambientales, embajadores de la marca que son líderes en sostenibilidad y conservación. Además, tengo la oportunidad de colaborar con artistas, directores y otros creativos que admiro desde hace mucho tiempo”.

Agradece cada momento la buena mar que la acompaña. No deja nunca de ver películas, respirar la naturaleza, bailar, ¡bailar mucho! y soñar que un día producirá sus propios documentales desde Ecuador. “Si algo me ha enseñado la pandemia, además de agradecer a la vida todos los días por nuestra salud y porque puedo ejercer lo que amo, es que las fronteras no son un límite. Me encanta mi país. Hay mucho talento y es emocionante, cada vez que regreso, ver cómo continúa creciendo. Este tiempo he podido viajar más a casa. Tengo la esperanza de que en el futuro pueda volver a trabajar allí”. (I)

*Fotos: Roberto Ojeda