Forbes Ecuador
Antonia Álvarez y Chiara Perotti
Liderazgo

En ningún lugar están más cómodas que emprendiendo y divirtiéndose

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Antonia Álvarez y Chiara Perotti son amigas, familia y socias que creen en un mejor mundo. La primera conoce el corazón de la sierra, mientras que la segunda creció al nivel del mar. Juntas son una bomba y cada una ha labrado su historia profesional y desde este año emprenden juntas con Nowhere Summits, un espacio para conectar entrepreneurs, inversionistas y más personas que creen que los cambios en la sociedad son posibles cuando las voluntades se combinan con el buen ánimo y toda clase de recursos.

26 Septiembre de 2023 13.14

Nómada digital

A los 14 años ya participaba en el Grand Bazar, donde ofrecía carteras que ella misma elaboraba. Durante cuatro años seguidos participó en este espacio para emprendedores, específicamente en los eventos del Día de la Madre y Navidad; así obtenía recursos para el programa "Ayúdame a ayudar" y para la fundación Galo Plaza Lasso. A los 16 hizo un voluntariado de un mes en la comunidad de Shuid, en Chimborazo, donde dio clases a niños de la zona y ayudó a construir un colegio.

Esos años de adolescente emprendedora fueron la base para que Antonia Álvarez empezara a mostrar su talento Under 30. Una vez graduada del Colegio Americano, viajó a Rhode Island para estudiar Economía en la Universidad de Brown, donde se graduó con honores en el 2019. En este centro de estudios privado fue parte de los programas Nelson Center of Entrepreneurship y de Lady Lunchers. Para dejar su huella en Brown, Álvarez creó y lanzó el programa We@Brown, pensado en empoderar a mujeres emprendedoras. "Yo tenía 18 años y estaba en mi primer año de universidad. Fue un éxito, tuvimos 250 integrantes en la primera edición, se estableció como conferencia anual y nos aliamos con el programa NextGen. Así iba generando una reputación", cuenta con emoción.

Álvarez tiene 25 años y se describe como una persona emprendedora, que se ilusiona mucho por todo lo que hace. "Parece que soy extrovertida, pero soy más introvertida de lo que parezco. Me caracterizo por el nivel de energía que tengo. Siempre he sido muy apasionada y cuando algo me interesa me dedico al 100%". Al hablar sobre su experiencia en Brown, Álvarez no puede esconder su emoción y cuenta que We@Brown aún se mantiene activa. Esta joven ecuatoriana aún se mantiene en contacto con los nuevos presidentes del programa. "Dejé una misión y una visión superclara: empoderar a que las mujeres sean emprendedoras". Pero eso no fue todo y mientras era alumna de este centro de estudios tomó clases de impacto social, inversiones sustentables, neurociencias, meditación. Además pudo viajar a Singapur, Barcelona y París, para estudiar y ganar experiencia. Al graduarse en 2019, se vinculó como consultora de estrategia en Cengage Group, una firma que apuesta por la tecnología aplicada en la educación. Allí cumplió varias tareas y una de las que más satisfacción le dejó fue cuando desarrolló un producto de suscripciones. "Lo lancé al mundo con mi estrategia, identifiqué el mercado y desarrollé el plan con una oportunidad de millones de dólares. El primer año llegamos a 10 universidades". Hoy Álvarez es Product Manager en la firma asentada en Boston.

Su ADN emprendedor se mantiene activo y tomó nuevo impulso en enero de este año, cuando viajó con un grupo de 40 personas a esquiar en Colorado. Ella organizó el viaje y con esa experiencia, en la que participaron emprendedores exitosos, surgió una idea: traer emprendedores de Estados Unidos y otros países a Ecuador, para que conozcan el ecosistema emprendedor y sepan sobre el país. La idea era sencilla: conocer personas que inspiren y divertirse. Y se concretó a finales de abril pasado, con el proyecto Nowhere Summits. Con el apoyo de su prima, Álvarez coordinó la visita de 45 jóvenes emprendedores de EE.UU., Canadá y Europa. Ellos se alojaron por tres días en un club privado en Puembo; allí conocieron a founders, emprendedores, hicieron networking y conocieron parte de la cultura del país. “Hicieron yoga, tuvieron clases de salsa, probaron la gastronomía ecuatoriana, visitaron la iglesia de San Francisco y el Palacio de Gobierno. También asistieron a un panel con empresarios y crearon contactos”.

Álvarez mostró su madera para los negocios, logró el apoyo de organizaciones como Buen Trip, Endeavor Ecuador y Entrepreneurship's Organization, además sumó auspiciantes que financiaron Nowhere Summits. “Creamos un evento que ahora queremos replicar en Ecuador o en otro país. Me siento muy afortunada por estar haciendo esto”.

Súbete a mi unicornio

Tiene 24 años. Nació en Quito, pero vivió hasta los 15 en Manta. Dice que, técnicamente, pertenece a la generación Z, pero que se crió millennial. Ha navegado por el mundo. Ama el velerismo, estudiar y ayudar a los ecuatorianos a hacer conexiones. Es Chiara Perotti Correa, una ejecutiva que, a su edad, parece quedarle muy pequeño el planeta. De carisma encantador y sonriente, característico de quienes llevan el mar en sus venas, desde pequeña se tomó muy en serio la guía y educación de su padre, el empresario pesquero Giansandro Perotti, de que “si quieres algo, ve por ello. Siempre me digo, ¿qué es lo peor que puede pasar? Te pueden decir que no o que sí. En la vida, si no intentas no lo vas a poder hacer. Mis padres nos enseñaron a ser independientes. Siempre nos impulsaron a hacer las cosas solas. Quieres hacer baile, inscríbete. Obviamente, con su apoyo, pero siempre me empujaron a hacer las cosas por mí misma”.

Ese empuje le brotó naturalmente, como la brisa. La tercera de cinco hermanos no dudó en plantarse a los 14 años frente a su progenitor a exponerle con un Power Point las razones por las que debía —y merecía— irse a estudiar en el exterior. Navegante desde temprana edad, había sido parte del equipo nacional de vela y representado al país en cuanto torneo se realizaba en Sudamérica. Eso, más los paseos familiares de verano fuera del país, la llevaron a abrir sus ojos a un mundo más grande. Por eso, en ese momento, sentía que Ecuador era un pañuelo y había que embarcarse a nuevos retos. Alumna dedicada, estaba segura de que, aunque le encantaba la vela, lo que más quería hacer era estudiar. Sus padres no pudieron negarse a semejante vehemencia.

Para cuando les mostró la PPT, ella vivía el verano en Italia. Desde allí se postuló a los mejores colegios de EE.UU. y, como no podía ser de otra manera, las puertas se le abrieron. Llegó al Phillips Exeter Academy, en New Hampshire, rankeado en el puesto 9, y la vida le dio una cachetada. “Fue diferente a todo lo que esperaba. Era un colegio de 1.000 personas de todo el mundo. Todas las clases eran en inglés, yo pensé que tenía el nivel suficiente, pero no. Repetí un año, cuarto curso, para igualarme. Allí no te enseñaban con clases magistrales, había que autoenseñarse, se asiste a clases, hay mesas redondas de 13 personas y se discute. Lo curioso es que cuando estuve ahí, me brotó un amor diferente por mi país, estaba orgullosa de decir que era ecuatoriana. Me fascinaba conversar con gente de todo el mundo y contarles. Fui presidenta del Club de estudiantes internacionales. Fue la mejor experiencia de mi vida”. Durante esos años de colegiatura, aprovechaba los veranos para viajar. Estuvo en Francia y también en Massachusetts, donde se dedicó a ser instructora de vela. 

Hasta que llegó la hora de tomar el siguiente bote: la universidad. Obtuvo una beca en la Universidad George Washington, en Washington DC, donde estudió Relaciones Internacionales y obtuvo un double major (International Affairs y Geography) y minors en Business Administration y Geographic Information Systems. Mientras estudiaba, dedicaba tiempo a navegar y a algunos trabajos, entre ellos, en la Embajada de Ecuador. “Quería representar a mi país de alguna manera. Así que le dije a papá que quería llevar su pescado allá. Y vendía a mis compañeros el atún”. 

Tras graduarse, tenía un año de vigencia de su visa que le permitía trabajar. El llamado a regresar era muy fuerte, pero quiso probar suerte. Así que ingresó a kglobal, una firma de Relaciones Públicas. Fue un buen momento para ejercer un networking por los cuatro costados, entre moverse por el Congreso de EE.UU. hasta asistir a un sinnúmero de ferias, galerías, eventos y seguir en contacto con la Embajada. 

Con el tiempo corriendo y con el corazón muy indeciso, probó con la lotería de visas. No salió favorecida, por lo que su retorno al país prácticamente estaba sentenciado. Pero ella, en el fondo, sentía calma. En enero de 2023, por una sugerencia de una amiga, se postuló a un trabajo en la oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Ecuador. A la vez, puso en movimiento un contacto con Endeavor, donde coincidencialmente se topó con su prima Antonia. Desde los primeros días de mayo se volvieron inseparables en la organización del Nowhere Summit. “Hablo cuatro idiomas, tengo tres pasaportes. Puedo irme donde sea, pero no, mi plan es promover las oportunidades que hay en Ecuador”. Eso y aprovechar su nuevo cargo. El 1 de junio de 2023, se vinculó a la ONU como Project Assistant, Medical Data, en UN Migración/OIM. 

“Siempre he querido estar rodeada de gente que me impulse a ser mejor y que me enseñe. Haber sido expuesta desde tan pequeña a diferentes culturas me ayudó a aprender más. Cada vez que salía del país y regresaba, le contaba a todo el mundo de las aventuras. Pero después, poco a poco me di cuenta de que me encantaba compartir lo que era Ecuador. Afuera era la ecuatoriana y eso me hacía muy feliz”. 

¿Qué características deben tener los jóvenes para superarse? Perotti es clara: “Mucha gente espera que la gente le diga qué hacer. Obviamente, hay miedo, pero hay que desarrollar la creatividad de hacer lo que quieras. El deporte me enseñó sobre la persistencia, no te va a salir bien ni a la primera ni a la tercera. Otro aspecto es saber decir no. En los últimos ocho años he dicho sí a muchísimas cosas, pero llega un punto en la vida en que tu tiempo es supervalioso y hay que saber priorizar. Cuando se hacen mil cosas, es probable que no se haga bien ninguna. Y, por último, hay que darse el espacio para sentir el miedo. He tenido muchos fracasos, pero ahora sé que si no lo haces no te va a impulsar para conseguir lo que quieres. Está bien fracasar. Solo párate, sacúdete. Si no te salió, sigue. Intenta cosas. A mí me han dicho no muchas veces, pero cada vez que me rechazan, pienso en qué sigue, cual es el siguiente paso. Tienes que divertirte, sobre todo en el trabajo”. (I)

*Este artículo se publicó en la edición impresa de junio-julio de 2023.

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