Forbes Ecuador
Alexandra Moscoso
Liderazgo
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En solo un año, Alexandra Moscoso pasó de Country Manager Ecuador de la plataforma uruguaya de e-commerce, a liderar el proceso de conquista del mercado latinoamericano. La meta en su nueva posición será replicar lo hecho en el país y abrir operaciones en al menos siete países de la región en 2023. En lo personal, amplificar su estilo de liderazgo femenino, donde la empatía es la columna vertebral.

22 Diciembre de 2022 06.00

Cuando conversamos con Alexandra Moscoso hace un poco más de un año, su ilusión de llevar la operación de la uruguaya Tiendamia en Ecuador a un lugar estelar era enorme. Para entonces, la ejecutiva cuencana se estrenaba en el mundo de las startups. Y lo hacía como Country Manager en el país de la plataforma de e-commerce. Y en unos meses para enmarcarlos, la matriz de la compañía se fijó en su rendimiento lo que llevó a que se le planteara la posibilidad de dejar su posición y asumir como Manager de Expansión. Tras un mes de negociaciones, el cargo es suyo. 

Y, aunque asumirá oficialmente apenas se encuentre su reemplazo, que posiblemente será entre febrero y marzo de 2023, desde ya trabaja en la estrategia que la llevará durante el próximo año a abrir operaciones en entre siete a diez países de América Latina y replicar el modelo que hizo exitoso al mercado ecuatoriano. En 2022, la firma abrió en República Dominicana, Paraguay, Colombia y Panamá. 

“Venimos con racha. Ahora, el objetivo es acelerar el crecimiento. Tiendamia está en un proceso de contratación increíble en América Latina. Estamos incrementando la plantilla. A escala regional hemos crecido bastante, somos 500 personas, en Ecuador somos 10 personas. En ese contexto, que me hayan tomado en cuenta como un talento comparable a los de otros en los países de la región me llena de emoción. Me d dijeron que les gustó los resultados en Ecuador. La idea es trabajar desde aquí, aunque por la naturaleza del cargo, viajaré mucho, a conocer los distintos mercados”. 

¿Cuál es tu reto personal?

Quiero crecer mucho más el nivel de liderazgo. He aprendido de muchas personas, muchos jefes, a lo largo de mi carrera. Cada uno con algo bueno, con algo no tan bueno. Quiero definir mi propio estilo de liderazgo y que eso haga que mucha gente se sienta comprometida con el proyecto. Y, a su vez escalar lo máximo posible. Más allá de la parte técnica que el cargo representa, el liderazgo debe ser uno de los principales motores para que esto suceda. 

Otro de mis enfoques que quiero empezar en el nuevo año, porque siento que tengo mucho que aportar y no lo he hecho, es el liderazgo femenino. He estado en varias charlas últimamente, he participado con personas súper interesantes en Ecuador, con algunos grupos y clubes de mujeres. Me gustaría, incluso, tener un podcast sobre liderazgo femenino, que nos ayude a entenderlo en el ámbito regional. Como latinoamericanos tenemos ciertas características especiales y como mujeres latinoamericanas aún más. Me gustaría ahondar en eso y, si puedo ayudar a que el ecosistema crezca, mucho mejor. 

¿Cómo ves el liderazgo actualmente?

Mucho del liderazgo que tenemos es el reflejo de lo que aprendemos de nuestros jefes. Pero creo en un liderazgo de empatía. Eso, traducido a un proyecto empresarial, en dejar hacer, empoderar y permitir el error, siempre que permita un testeo constante y también mejoras. Por supuesto que no se trata de equivocarse 10 veces en la misma cosa, sino que, sin nos fue bien o nos fue mal, no importa, porque al final son personas proactivas que están haciendo que las cosas pasen. 

 ¿Qué falta para desarrollar un mayor liderazgo femenino?

Alguna vez me preguntaban “¿cómo podemos lograr que exista mayor equidad entre hombres y mujeres en puestos de trabajo?”. Y yo creo que la única forma de aprender a trabajar en un entorno de mayor equidad es contar con equipos conformados por personas distintas. En las mesas directivas hay que tener equidad, paridad. Solo así se va a encontrar la manera de trabajar en conjunto con el liderazgo femenino. Porque el liderazgo de los hombres, que ha predominado por mucho tiempo, va a encontrar nuevas facetas en su propio liderazgo. Estamos muy acostumbrados en Ecuador y América Latina -no necesariamente en el mundo de las startups- al liderazgo del capataz. Y es probable que eso suceda porque el entorno es mucho de hombres. Al momento de poner mujeres al frente, ese liderazgo cambia, porque se empieza a generar empatía y el liderazgo con empatía empieza a tener mayor protagonismo. 

Pero también hay mujeres de liderazgo capataz…

Cada persona tiene su estilo y su manera de liderar. Pero lo que sucede es que las mujeres aprendemos mucho de los líderes hombres. Entonces, tratamos de replicar esas conductas que vimos en nuestros jefes hombres durante muchísimos años y, cuando llegamos a posiciones de liderazgo, tratamos de replicarlo. El problema es que no se ve igual a un hombre capataz que a una mujer capataz. Y empezamos a tener un montón de frustraciones porque ese no es nuestro liderazgo natural. Las mujeres debemos empezar a estar en ese espacio donde mostremos nuestro liderazgo natural, que no nos haga sentir débiles. Eso nos ayudará a generar mayor equidad en las empresas y mejores resultados. 

Por mucho tiempo tuve este síndrome del impostor, no me sentía que era suficiente y creía que debía trabajar más para ascender al mismo rol que probablemente un hombre. Es necesario trabajar mucho en entenderse como mujer y de no vernos con deficiencias o limitaciones frente a un hombre. Hay que diversificar los ambientes. Sin ambientes con diversidad no se conocerá el liderazgo femenino y se seguirá pensando que eso es debilidad. Mientras más conozcamos, más entenderemos cómo funciona. (I)  

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