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Restaurante Alegría Quito - Ecuador
Lifestyle
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Detrás de un sencillo local se esconde una historia de amor a la gastronomía. Su propietaria, Alegría Verdezoto, después de vivir una carrera profesional que la aburría, finalmente se salió con la suya. Le decían: 'la gastronomía es carrera para vagos'. Ella, sabía que no.

30 Enero de 2022 01.06

A veces se necesita un empujoncito del destino para atreverse a hacer lo que tanto se anhela en el corazón. A Alegría Verdezoto ese empujón le llegó en la pandemia. La despidieron del lugar donde trabaja y ella, curiosamente, más que angustia sintió un profundo alivio. Por fin, después de estudiar y trabajar toda su vida en algo que no le gustaba, tenía la oportunidad ante sus narices de liberarse de todos esos mensajes de que la gastronomía “es una carrera para vagos” o de que, sarcásticamente, “es para morirse del hambre”.

Hija única. Ingeniera comercial. Empleada bancaria. Funcionaria pública. Sus días transcurrían lejos del lugar que su abuela la enseño a amar: la cocina. “No me sentía bien. Cuando no haces lo que te gusta, todo se vuelve un mal sueño”. No obstante, en medio de ese “abombe”, nunca dejó de seguir su olfato y fue así que se dio tiempo para obtener una certificación en cocina gourmet, en 2015, en la Universidad San Francisco de Quito. Un año antes, se había aventurado a sacar un emprendimiento de venta de pasteles que no despegó, por supuesto, porque había que trabajar como Dios manda, en lo que Dios manda. 

Solo fue hasta finales de 2019 cuando se animó a lanzar la marca Alegría Real Food, enfocada en una alimentación saludable. Y con las ganas a tope, incluso para brindar talleres, llegó la pandemia. Sin trabajo, comenzó a crear productos sin gluten, sin azúcar, y a capacitarse. Hizo un curso de especialización online de cocina sin gluten en Argentina y otro en el Cordon Bleu de Perú sobre nutrición saludable. En mayo de 2021 abrió las puertas de Alegría Real Food. 

Restaurante. Foto: Pavel Calahorrano. 

ALEGRÍA RELOADED

La renovada Alegría empezaba su vida como la había imaginado. Incluso, sorteando otro obstáculo, bastante común para quienes se aventuran a emprender: la falta de crédito. Los bancos le cerraron las puertas, algunos ni le contestaron. Solo gracias a un amigo, la cooperativa Coodesarrollo le extendió un préstamo de US$ 20.000 para adecuar y poner a punto el local, ubicado al norte de Quito, en plena zona financiera y comercial. 

Sencillo. Tiene solo cuatro mesas y una terraza donde se puede tomar el sol. En el establecimiento todo parece llevar el sello de su dueña. Pizarras con mensajes de optimismo. Dos jóvenes ayudantes de cocina que no se pierden la oportunidad para hacer sentir al visitante como en la cocina de sus casas. Y una Alegría que es un encanto -con un marcado acento quiteñoffff- al momento de atender a quienes, al principio llegan con una mezcla entre curiosidad e incredulidad, y después son, incluso, “atrevidos” como para pedir que no se retire un plato de la carta -que cambia cada dos meses- porque en ningún lugar lo hacen como allí. 

Tostada de salmón reloaded. Pan sin gluten, queso crema, espinaca, salmón ahumado, huevo pochado, aguacate, espárragos y salsa holandesa.  Foto: Pavel Calahorrano. 

Una de las paredes es parada obligatoria para selfies. Un mural de la artista Con C de Caro, prima de Verdezoto, es el telón de un par de columpios que son imanes para todos, grandes o chicos. El resto de la felicidad llega con los platos, una propuesta entre gourmet y clásica, que desmitifica -sí, aún ahora- de que la comida saludable no es tan sabrosa como la que no lo es. 

“Siempre es importante alegrar a todos. Para mí, es una alegría hacer un pan que le quite el susto al cliente de que en la noche le explote la barriga o se enronche. Creo alimentos que todos puedan consumir. Y, en definitiva, tenemos todo lo que puedes encontrar en otro restaurante, pero en versión saludable”. 

Izquierda: limonada de lavanda. Derecha: limonada mágica, flores del pensamiento, al contacto con el limón cambia de color. Foto: Pavel Calahorrano. 

Aquí, las sorpresas pueden darse en cualquier momento Como cuando de pronto es posible percatarse que suena la música de Becky G y luego de Kenny G. O cuando de pronto Alegría cuenta alguna anécdota que arranca una sonrisa, como la que vivió durante su casting en la primera temporada de MasterChef Ecuador, o en la segunda, cuando les dijo mejor no, gracias. Y, por supuesto, la experiencia gastronómica de saborear y sentir una mezcla de ingredientes y texturas que hacen que cada bocado sea una especie de desayuno soñado. Y sano. Y alegre. (I)

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