Jorge David Uribe es abogado de profesión y socio director del Departamento de Derecho Tributario y Estructuración de Negocios de Falconi Puig abogados. Este estudio jurídico cuenta con más de 800 clientes activos, cerca de 30 profesionales y unos 350 corresponsales en el mundo. Con una profesión que no le permite dejar de estudiar, especialmente en Ecuador donde existen constantemente cambios y reformas en más de 56.000 cuerpos legales, Uribe decidió apostarle al emprendimiento. En 2020, en plena pandemia, fundó ArgosData, especializada en la emisión de firmas electrónicas certificadas y que también facilita el uso de tecnología en procesos empresariales y de negocios.
Son cuatro socios, ocho colaboradores y 500 clientes. La inversión inicial fue de US$ 700.000, para el desarrollo del software, los permisos gubernamentales y las conexiones con el Servicio de Rentas Internas (SRI), el Registro Civil, la Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones y el Ministerio de Telecomunicaciones. Funciona solo en la nube, no tiene hardware o soporte físico. Les tomó tres años poner a punto el sistema. Entró a funcionar en octubre de 2022, un mes antes de que en Ecuador sea obligatorio el uso de la firma electrónica. Actualmente, existen seis empresas privadas y dos estatales que brindan un servicio similar. “Con un 3 % del mercado, esperamos la recuperación de la inversión en unos tres o cuatro años”.
Uribe nació en Colombia hace 56 años, tenía 13 años cuando sus padres se divorciaron y él vino a vivir con su madre a Quito. Se declara amante de los perros. Hace cuatro años se murió, por cálculos renales, Fermín Romero de Torres, su Jack Russel de nueve años. Luego de este golpe, vino otro más fuerte, una crisis emocional a finales de 2020, en plena pandemia. “Benito llegó en momentos en que todos estábamos muy afectados, familiar, emocional y económicamente. Un amigo de mi yerno me lo vendió diciéndome que era un maltés, pero al poco tiempo descubrí que de maltés sólo tenía el pelaje blanco (risas)”.
Los nombres de sus mascotas son de escritores de libros, porque Uribe se declara un amante de la buena lectura, el último Persona Normal, del autor mexicano Benito Taibo. “Benito, en pandemia, fue más que mi compañía, fue mi psicólogo, en el buen sentido de la palabra. A él le contaba mis dramas y él me veía y escuchaba con atención. Siempre está pendiente de lo que estoy haciendo, no se separa de mí ni un instante, eso sí, tiene las reglas bien claras y casi nunca las rompe”.
Esta mascota no es destructora, ni malcriada. “Tiene más cepillos de pelo que mi esposa”. Hay que peinarle mínimo dos veces por semana; una vez al mes va a la peluquería. Con Uribe hacen siesta juntos en una hamaca colgada en la terraza del departamento. A su esposa, pese a que no le gustan mucho los animales, Benito ya se metió en el bolsillo y se robó su corazón. “Yo le doy de comer en la mañana y la noche, los fines de semana limpio sus necesidades, lo peino, le atiendo, lo llevo al veterinario. Nos encanta salir a caminar, a veces nos vamos de cinco o seis horas, regresa hecho una mugre, como un trapeador y me toca meterlo por poco a la lavadora (risas)”.
No es partidario de humanizar a los animales, sus dos hijos le molestan mucho diciéndole que lo mima y presta más atención que a ellos. "Él es muy sensible a lo que yo siento, es fiel a morir, en él yo vuelco mucho mi atención para desestresame del día a día. Nos quiere a todos con nuestros defectos. Es una extensión maravillosa de Dios”. (I)