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Empresa hotelera Chilca bamba Quito - Ecuador
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Desde 2014, el hotel boutique rural, ubicado en las faldas del volcán Cotopaxi, ha logrado esquivar y sobreponerse a varios impactos sobre la industria turística. En los últimos meses, se han realizado inversiones y mejoras, haciéndolo aún más una parada obligatoria para los turistas extranjeros y un segundo hogar para los nacionales. Contamos su historia como preámbulo a lo que será nuestro Summit de Turismo, el próximo jueves 27 de octubre de 2022, a las 17:30, en el Paseo San Francisco.

23 Octubre de 2022 07.31

Cristina Coronel, la 'Titi', como la conocen, y su esposo, el brasileño-ecuatoriano, Jascivan Carvalho, quien después de tantos años de vivir en el país se siente más bien ecuatoriano-brasileño, invirtieron US$ 300.000 para comprar en 2014 un mágico refugio en las faldas del volcán Cotopaxi. Con ello completaban la trilogía de su enorme trabajo y esfuerzo en favor del ecoturismo y turismo comunitario en el Ecuador. 

Ella, graduada de Agroempresas en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y con una Maestría en en Mercado Internacional enfocado en productos agrícolas, en la Universidad de HAS Den Bosch, en Holanda. Él, Administrador de Empresas, por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y Máster en Planificación y Gestión de Destinos Turísticos, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ambos, compañeros de vida, amantes de la naturaleza y padres de dos hijos. 

Carvalho, llegó, como adolescente, a Ecuador, después de que sus padres se separaran y su madre -ecuatoriana- decidiera volver al país. De inicio, no le gustó el cambio, había dejado atrás a sus amigos y su estilo de vida cerca de Porto Alegre. Poco a poco fue adaptándose; viajar le abrió el ojo de la fascinación. “Le dije a mi mamá que no quería venir, fue traumático. Pero, empecé a tener amigos y a recorrer Ecuador y me enamoré”.

Tras sus estudios universitarios y su maestría en España, se sumergió de lleno en emprender. Su aventura emprendedora se inició en 2004, cuando, en medio de idas y venidas por el territorio nacional, realizando trabajos de consultoría, especialmente por la Amazonia, National Geographic lo contacta para que escribiera un artículo sobre su encuentro con los Huaorani. “En ese tiempo, las expediciones a lugares remotos del planeta eran muy costosas, poco rentables. Y comenzaron a aparecer albergues, lodges, hoteles, que facilitaban la exploración, pero con confort y sofisticación. Es cuando propusimos a cinco comunidades de Huao construir un hotel allí en su comunidad. Apalancamos este concepto de ecoturismo y enfoque de conservación para levantar fondos de la cooperación internacional. En 2007, terminamos de construir el Huaorani Eco Lodge, que durante 10 años fue una aventura sostenible, rentable, con balance económico sin sacrificio de lo local y el respeto a la cultura, en un entorno natural al que queríamos sostener. Esa era mi vida, vivía para los Huao y me sentía uno de ellos”. 

Chilcabamba Mountain Lodge
Chilcabamba Mountain Lodge

Amazonia, ¡check! El primer eslabón de su trilogía le había dejado satisfacciones, pero no era un emprendimiento propio, los Huaoranis tenían absoluta independencia en el manejo del Lodge. En este escenario, conoció a su cómplice de locuras, Coronel. Juntos se marcharon a las Islas Galápagos para encontrar el segundo eslabón. Lanzaron en la Isla Isabela los Galapagos Walking Tours, una novedad para entonces. “Nuestro rol fue agrupar a la comunidad y ofrecer este servicio a los visitantes. Después nos invitaron a hacer una consultoría en la Isla Floreana, donde creamos la primera operación de turismo comunitario en Galapagos y ayudamos a una familia local a crear la experiencia en su hotel frente al mar. Los colocamos en el mundo”. Costa, ¡check!

MAGIA EN LOS ANDES

Faltaba el tercer eslabón. Algo en la Sierra, pero que además, ahora sí fuese un emprendimiento propio. Se encontraron con Chilcabamba, una especie de refugio para montañistas, de propiedad de un guía. Compraron el lugar y, en 2014, arrancaron con su sueño particular de ofrecer al mundo una experiencia chic en la montaña. Así nació Chilcabamba Mountain Lodge, un hotel boutique rural, ubicado a 17 kilómetros de Machachi y seis del ingreso al Parque Nacional Cotopaxi, hasta donde se puede llegar en un vehículo de mediana altura. 

Sin embargo, tan solo tres meses después de la alegría, vino el primer impacto. El Cotopaxi entró en una fase de emanaciones de vapor, con riesgo de erupción, por lo que las actividades turísticas se cerraron. Afortunadamente, el coloso se calmó y los visitantes poco a poco regresaron. “Viendo hacia atrás, eso fue bueno para nosotros, porque nos forzó a crear una oferta para el mercado local. Las habitaciones estaban diseñadas para un turismo más aventurero internacional, con dos dormitorios compartiendo un baño. Así que hicimos habitaciones familiares y desarrollamos actividades para las familias quiteñas. Sin saberlo y sin querer, nos preparamos ya desde entonces para lo que años más tarde viviríamos con la pandemia”.  

Y así han sido estos años, un viaje indescifrable. Enfrentaron la posible erupción de su imponente vecino, esquivaron con paciencia los dos paros nacionales y, como junco, se sostuvieron durante la pandemia. Eso sin contar con los innumerables “consejos” de que mejor no siguieran con su idea, porque era una locura. Pero, como dice la pareja, “Chilcabamba es indestructible”. Y chic. “A veces, se malentiende al ecoturismo, y se cree que la gente va a dormir en el piso o a hacer pipí en una letrina. El ecoturismo puede ser sostenible y confortable”. 

El lugar cuenta con 10 habitaciones, donde pueden alojarse hasta 30 personas. Una habitación con desayuno cuesta US$ 140, incluido impuestos. Cada espacio cuenta con chimenea y, al ser recibidos, los visitantes reciben un poncho y un canelazo. Las habitaciones tienen doble vidrio sellado, lo que garantiza la calidez y el silencio, además del consecuente ahorro de energía. La construcción está en sintonía con el entorno, de hecho, no se distingue el hotel hasta que se llega ahí. El descanso, el silencio y la meditación sensorial que ya de por sí se obtiene con solo llegar, se puede alternar con otras actividades como paseos en bicicleta (hay que llevar), pesca de truchas, ordeño de vacas, visitas al Parque Nacional, con guía, posibilidad de hacer cumbre en el Rumiñahui y Pasochoa. Hay internet todo el tiempo. Y una gastronomía de primera, la carta está creada por un reconocido chef, que elevó a otro nivel los ingredientes locales. 

Chilcabamba Mountain Lodge
Chilcabamba Mountain Lodge

Pero quizás, el aspecto que más resalta es que la operación del hotel se logra gracias a los fuertes vínculos con la comunidad, cuyos habitantes son quienes se encargan de las actividades y hasta de la cocina. Esa es la parte del turismo comunitario. 

EL CAMINO CORPORATIVO

Coronel y Carvalho reseñan que comenzaron al crear la empresa Tropic, una operadora de turismo receptivo enfocado en el segmento de naturaleza y turismo sostenible. En 2017 realizó el primer levantamiento de capital con el Fideicomiso Emprendedor, donde dio su primer salto al mundo del venture capital. En 2018 atrajo el interés de la holding internacional Expertia Travel, de propiedad del fondo de inversión americano Carlyle Group, que apostó en Tropic su internacionalización (ya en Perú y Chile) y para el crecimiento de su marca Condor Travel en Ecuador. 

Es así, que pasó de dos empleados en 2004 a 24 en Quito y cinco en Galapagos en 2019, antes de la pandemia. Ahora cuenta con oficinas en Quito, Galapagos, Lima, Cusco, y Santiago, teniendo una rápida recuperación pospandemia, y más de 10 premios internacionales como el prestigioso World Legacy Awards de National Geographic o los Virgin Holidays Responsible Tourism Awards. La marca Tropic, representa a más de 150 operadores y agencias de viajes internacionales en el país. Ha recibido a más de 100,000 viajeros, con el efecto catalizador e impacto económico positivo que tiene el turismo, donde cada grupo de visitantes activa a decenas de emprendimientos directos desde transportes, hoteles, restaurantes, artesanías, guías locales y nacionales e indirectos, como son los proveedores de estos servicios. con centenas de empleos.

Toda la experiencia adquirida por los esposos es retribuida a través de Waponi, su incubadora de emprendimientos de turismo sostenible y ecoturismo, donde han desarrollado decenas de productos junto con comunidades locales y han participado en conferencias y foros internacionales donde han compartido su experiencia. “El turismo es el futuro para el desarrollo económico inclusivo y sostenible del Ecuador”, sentencian. (I) 

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