"Si no tenés un hoyo con tu nombre, no sos miembro", dice David D. Halbert entre risas mientras acerca el carrito al primer tee de su campo de golf personal. Ese hoyo se llama "el hoyo Jake", como lo apodan sus nietos.
El Halbert National está ubicado en un terreno de 69 hectáreas, junto al lago Granbury, a 96 kilómetros al suroeste del aeropuerto de Dallas-Fort Worth. Con 6.858 metros de largo desde las puntas, es una cancha de golf de nivel de campeonato diseñada por el reconocido Tom Fazio. Halbert invirtió cerca de US$ 50 millones en construir esta cancha par 72. Es dueño del 100% del campo y no existe una membresía: solo juegan sus amigos y familiares. Por eso no sorprende que Halbert no haya sido un cliente pasivo. "Tenía muchas ideas sobre lo que quería probar", expresa Halbert, de 69 años. Por suerte, Fazio, agrega, "está muy abierto a las sugerencias de diferentes personas".
Con vaqueros desteñidos y una remera de golf amarilla brillante, Halbert deja a un costado su vaso de whisky Halbert National, un lote pequeño que mezcla bourbons de 9 y 16 años, y pega un drive que vuela por el fairway. Disfruta mostrando los hoyos en los que logró convencer a Fazio de cambiar su idea original. Uno de esos casos fue el par 4 del hoyo 11, donde Halbert le pidió al operador de la excavadora que levantara una colina de 9 metros en el fairway, cuando Fazio había previsto solo una elevación de 2 metros. Cuando el diseñador lo vio, retocó un poco la colina y eliminó un búnker. Algo similar ocurrió en el primer hoyo. Fazio había decidido enterrar un arroyo para evitar que funcionara como un obstáculo perpendicular, pero Halbert insistió en dejarlo a la vista. Quería un arroyo balbuceante bordeado con escalones de piedra caliza. "Creo que lo más divertido que hice fue construir ese campo", dice Halbert.

"Quiero que el dueño se involucre, que sea parte de todo esto, que lo ame", relata Fazio, de 80 años. Vive en Jupiter, Florida, y visitó el lago Granbury una docena de veces durante los dos años que duró el proyecto. La última vez que se llevó tan bien con un cliente fue con el magnate de los casinos Steve Wynn. Para él diseñó Shadow Creek, un oasis de pinos y cascadas excavadas en pleno desierto de Nevada, que en 2020 fue sede de un torneo del PGA Tour, dos años después de ser escenario de The Match, el duelo televisado entre Tiger Woods y Phil Mickelson. "Tener tu propio campo de golf es una obra maestra. Cumplo sueños", afirma Fazio.
El proyecto completo le costará a Halbert más de US$ 70 millones, ya que planea construir un albergue y comprar terrenos vecinos. "Quiero que sea mejor que Augusta", dice Halbert. ¿Y el costo de mantenimiento? "Casi lo mismo que el de nuestra tripulación de vuelo", responde con una sonrisa tímida. Eso ronda los US$ 3 millones anuales para un Gulfstream G550.
Pensé: "Si lo voy a hacer, tengo que hacerlo ahora".
David Halbert
Puede darse ese lujo. Este es el primer año de Halbert en la lista Forbes 400. En marzo, la empresa de biotecnología que fundó, Caris Life Sciences, salió a bolsa y rápidamente alcanzó una capitalización de US$ 10.300 millones. Halbert posee el 44%, lo que eleva su patrimonio neto a US$ 4.900 millones.
Creció en Texas, entre San Antonio y Abilene. Es hijo de un cirujano y conoció a Kathy, su esposa desde hace 46 años, en la Universidad Cristiana de Abilene, institución a la que luego donaron US$ 30 millones. Empezó a jugar al golf un par de años después de terminar la universidad. Tiene un swing autodidacta y juega con un hándicap de 12.5. "Es prácticamente mi único pasatiempo", relata.
Cuenta que desde muy joven supo que quería ser emprendedor. Fue dueño de algunos pozos de gas natural en Colorado y de una cadena de estaciones de servicio en Hawái. Más adelante se dedicó al suministro de oxígeno en hogares. "Los emprendedores no necesitan formación, solo necesitan oportunidades y capital", afirma. En 1987, cuando tenía 31 años, lanzó la gestora de beneficios farmacéuticos AdvancePCS. La empresa cotizaba en bolsa y la vendió en 2004 a Caremark por US$ 7.500 millones, con una ganancia personal cercana a los US$ 250 millones.

Ese mismo año, Halbert y Kathy construyeron su casa junto al lago en Granbury, un lugar con espíritu de pueblo chico y una comunidad náutica muy activa. Poco después compraron el terreno del otro lado del lago. "Tenía miedo de que todo esto se llenara de casas y muelles, y pensé: 'Eso arruinará la vista'", cuenta Kathy. Al principio, la familia se entretenía con los 4x4 y el tiro al plato. Más adelante, Kathy empezó a jugar al golf, aunque le incomodaba jugar despacio y no le gustaba sentirse apurada para continuar. Se le ocurrió que podría ser divertido tener un pequeño campo de 3 hoyos, todos par 3. "Solo quería algo chico donde, sin nadie atrás, pudiera hacer un swing increíble", recuerda. Cuidado con lo que deseás.
Mientras tanto, Halbert había fundado Caris Capital, con la que dio origen a Caris Diagnostics. En 2008, compró Molecular Profiling Institute y lo rebautizó como Caris Life Sciences. Desde entonces, la empresa construyó una base de datos con registros genéticos y médicos individuales de unos 800.000 pacientes con cáncer. Toda esa información se procesa con algoritmos de inteligencia artificial que aplican reconocimiento de patrones y análisis moleculares para definir cuáles son los tratamientos más adecuados para cada paciente. El año pasado, la FDA aprobó la primera prueba diagnóstica de Caris, que usan para "interrogar", o comprender mejor, los tumores existentes. Entre los próximos productos habrá análisis de sangre para detectar cáncer incluso antes que cualquier prueba disponible en la actualidad. Halbert no es médico —más allá de un doctorado honorario otorgado por Abilene Christian—, pero emplea a decenas de ellos.
Con los años, Halbert, fanático del golf, se convirtió en socio de al menos cuatro canchas diseñadas por Fazio. Pero seguía soñando con construir una en su propia casa. Cuando finalmente se conocieron en 2022, Halbert tenía 66 años y Fazio 77. "Si lo voy a hacer, tengo que hacerlo ya", pensó. Sabía, además, que Fazio —quien cobra una tarifa fija por su trabajo como consultor en cada campo— es muy selectivo con sus clientes. "Tenés que convencerlo de que trabaje con vos", dice Halbert, que no dudó en mandar su avión privado una docena de veces para buscar al diseñador y llevarlo a Granbury. Allí pasaban días enteros recorriendo el terreno. "Al principio traté de convencer a David de que no lo hiciera", recuerda Fazio. "Le pregunté cómo esperaba recuperar su dinero", agrega.
Es una actitud. Puedo salir acá con mis amigas y una jarra de margaritas y darlo todo.
Kathy Halbert
Halbert logró convencer a Fazio con una promesa clara: "Un campo sin presupuesto. Podés gastar lo que quieras y hacer lo que quieras", le dijo. Eso implicó mover un millón de toneladas de tierra y plantar 2.000 árboles para transformar lo que antes eran campos planos de heno, ubicados a lo largo de 400 metros de costa. El césped fue uno de los mayores desafíos. Halbert National está cubierto con tres variedades distintas de zoysia y una cepa genéticamente modificada de Bermuda "superenana", conocida como TifEagle. Para garantizar que todo estuviera impecable, Halbert contrató al exdirector de instalaciones de Porcupine Creek, el campo privado de Larry Ellison en California.
Fazio explica que más de la mitad del costo de una cancha nueva puede destinarse al sistema de riego y drenaje subterráneo. Cita como ejemplo una renovación reciente del Dallas National, que costó US$ 15 millones e incluyó un sistema subterráneo de refrigeración para proteger los delicados greens de agrostis del calor del suroeste. Un edificio de mantenimiento puede costar US$ 5 millones y una estación de bombeo en un lago, US$ 2 millones.
Estar en Texas facilitó las cosas. Conseguir los permisos fue muy sencillo. Halbert tiene buena relación con Granbury, una ciudad que favorece las iniciativas privadas. La Autoridad del Río Brazos, que administra el lago de 3.360 hectáreas, le vendió una franja de 3,2 hectáreas a lo largo del agua y le permite usarla para riego. El condado de Hood tasó el terreno de 65 hectáreas en apenas US$ 3,04 millones el año pasado, muy por debajo de su valor real, y recaudó apenas US$ 60.000 en impuestos. Cuando el terreno era solo un campo de heno, tenía una valuación fiscal de apenas US$ 40.000.
A Kathy le encantaba ver cómo esos dos tipos con visión de futuro planeaban cada detalle. "Tom dice que solo mueve tierra, pero yo le digo que vos creás paz. Porque están bajo muchísima presión. Cuando pueden salir y estar en el mundo de Dios, ver el sol y la belleza, eso no es solo una cancha de golf, es una actitud. Puedo venir acá con mis amigas, con una jarra de margaritas, y jugar al golf", relata.

Halbert no quiere quedarse con el campo (completamente) solo para él. "Sin duda, tengo la intención de que se juegue", asegura, con la esperanza de atraer a sus compañeros del Dallas National y a figuras de la PGA como Scottie Scheffler, Jordan Spieth y Bryson DeChambeau, una vez que el césped haya terminado de crecer el año que viene.
También espera que el campo reciba a socios comerciales de su hijo Patrick Halbert, entre ellos Snoop Dogg, Dr. Dre y Jimmy Iovine. Con ellos creó la línea de cócteles premezclados Gin & Juice, además de lanzar la nueva marca Still Gin.
Aunque no es algo común, hay otros multimillonarios que también construyeron campos de golf privados. Warren Stephens, con un patrimonio neto de US$ 3.500 millones, es dueño del campo Alotian en Little Rock, Arkansas, otra obra de Fazio. Kelcy Warren, del gigante de oleoductos Energy Transfer y con una fortuna de US$ 7.300 millones, es propietario del campo Lajitas, ubicado sobre el Río Grande, en el oeste de Texas. Ted Turner, con US$ 2.800 millones, tiene su propio campo en el rancho Nonami, un predio de 3.640 hectáreas en Georgia. Michael Jordan, cuya fortuna asciende a US$ 3.800 millones, construyó Grove XXIII sobre lo que fue una plantación de cítricos en Florida. Solo unos pocos miembros cuentan con su aprobación personal.
El campo de Halbert no estará solo en la zona. Tiger Woods construye su segundo campo cerca, un club privado con urbanización cerrada llamado Bluejack Ranch. Fazio también trabaja en Maverick, una comunidad de golf desarrollada por Discovery Land Company, ambas ubicadas en las afueras de Fort Worth, una ciudad que crece con velocidad. Para no quedarse atrás, Halbert planea seguir haciendo mejoras: moverá un par de fairways y sumará algunos árboles "de firma", que cuestan más de US$ 35.000 cada uno. Para extender la distancia total del recorrido a 7.111 metros, compró terrenos linderos, donde ya removió antiguas cabañas junto al lago y casas rodantes. También agregará una entrada formal. Con el tiempo, planean tener un bote para ir desde el muelle de la casa hasta la cancha. A principios de septiembre, Halbert y Fazio se mandaron por mail la oferta de un carrito de golf anfibio con aerodeslizador, valuado en US$ 58.000.
Kathy Halbert admite: "Maldecimos a algunos animales, como los gansos canadienses", que no se sienten intimidados por el tee de 930 metros cuadrados de zoysia con zinc, que para ellos no es más que otra caja de arena. Para espantarlos, dice Halbert, "estamos entrenando a algunos perros".
*Con información de Forbes US.