Cada lente esta hecho de una sola botella y cada uno tiene su historia. Una historia nacida de la mente maestra de Mariuxy Jaramillo y Philip Solvang Wright. Ella, ingeniera industrial y él, ingeniero mecánico, juntaron sus conocimientos para dar vida a un proyecto de reciclaje bautizado como Tukuna o "Volver”, en quechua amazónico.
En el 2017, empezaron recogiendo chatarra y plásticos en los botaderos para transformarlos dentro de su pequeño taller. Allí limpian, cortan y trituran las botellas, para luego derretirlas, hasta convertirlas en filamento para impresoras digitales 3D. El primer producto que lograron elaborar fueron unas prótesis, luego macetas, después juguetes y aretes hasta llegar finalmente a las gafas de sol, a finales del año pasado.
Todo el trabajo se lo realiza a mano, entre tres personas se encargan de lijar, poner las bisagras y colocar las lunas, El proceso toma dos días por cada par de gafas. La inversión en tres años suma US$ 6.000. "Nuestro proceso innovador de producción de filamento reciclado es único en el Ecuador, lo que nos permite transformar botellas de plástico en gafas de sol", explican orgullosos Jaramillo y Solvang.
Tukuna adoptó el camino del reciclaje porque es un valor importante para el cuidado del medioambiente, sobre todo si se toma en cuenta que en el Ecuador se desechan más de un millón de botellas de un solo uso al año y solo se recicla un 4%. Además, implementó un modelo de economía circular, con lo cual los recicladores de base se convirtieron en sus principales aliados. "Trabajamos con una familia a la que le compramos 15 kilos mensuales de botellas PET de un solo uso, les pagamos US$ 4 por kilo, que es mucho más que los US$ 0,40 centavos que ganan normalmente. Además, por cada cinco armazones que vendemos, donamos uno a la Cruz Roja de Pichincha".
El producto es 100% artesanal, no contiene químicos y los colores responden al propio de la botella que se recicla. En el transcurso de este corto tiempo, los emprendedores se dieron cuenta que la fórmula de sumar el reciclaje, lo artesanal y el diseño permite aumentar su valor en el mercado, especialmente gracias a la demanda de los jóvenes. Cada armazón es diferente, pese a que por el momento trabajan con un solo modelo. Al ser una empresa pequeña, el volumen de producción es de 10 gafas semanales, es decir en estos siete meses han elaborado cerca de 280, cada una tiene un costo de US$ 70. No cuentan con tienda física, las ventas son en línea y personalizadas, porque su objetivo es que el cliente se enamore del proceso y de su producto.
Con toda este camino andado, decidieron este año participar en los premios Latinoamérica Verde, uno de los festivales de sostenibilidad más relevantes del mundo, que cada año premia y da visibilidad a los 500 mejores proyectos sociales y ambientales de Latinoamérica, convirtiéndose así en la vitrina que dinamiza la economía verde, al exhibir las iniciativas regionales en 10 categorías alineadas con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
Este año, participaron 2.157 iniciativas de 30 países de Europa y América. Tukuna fue la ganadora en la categoría Economía Circular. Y aunque la victoria no les representó un ingreso económico, la estatuilla que se llevan a su taller de diseño, sin duda, les abrirá las puertas en muchos lugares del planeta. Su sueño de ser el complemento ideal en el 'outfit' de miles de personas ahora lo ven más posible. (I)