Una experiencia personal cambió el rumbo de la vida de Amparo Portilla. Cuando tenía 49 años su hermana Caridad le propuso hacer un curso de desarrollo personal. Aceptó a regañadientes y esa decisión le cambió su visión.
Portilla ingresó a estudiar psicoterapia Gelstat, en el Instituto de Psicoterapia Humanista, avalado por el Tecnológico de Monterrey, México. Luego, empezó a dar terapia a personas de diferentes edades durante cerca de una década.
En 2020 llegó la pandemia y su mamá de 87 años se mudó a vivir con ella. Las primeras semanas todo era felicidad y armonía, pero poco a poco la relación se volvió tensa, entonces empezó a ingeniarse formas para atraer su atención. Así nació primero una revista de ejercicios para la mente.
Los resultados saltaron a la vista, por lo que estos mismos ejercicios los empezó a utilizar en sus terapias diarias con personas mayores. Y el año pasado se embarcó en una nueva propuesta enfocada en la importancia de la relación intergeneracional.
Portilla, de 61 años, madre de tres hijos y abuela, ha afianzado sus conocimientos con un diplomado y un máster en psico-geriatría. Una historia inspiradora, que nos enseña que las trabas para crecer las crea uno mismo. Miren la entrevista en: