Edmunfo Kronfle Antón peló papas, tendió camas, limpió baños y pintó paredes. Pasó por cada rol operativo, porque debía entender el negocio de la hotelería desde sus cimientos, pues en la empresa familiar no existen atajos. La filosofía de su abuelo era clara: 'quien no conoce la trinchera no puede liderar la tropa'. Esa escuela formó el carácter del actual Chief Executive Officer de Oro Verde, una de las cadenas hoteleras más icónicas y rentables del Ecuador.
El grupo familiar maneja una facturación superior a los US$ 220 millones en tres áreas: retail, plásticos y hoteles. En esta última división Edmundo Kronfle se mueve como pez en el agua. Como accionista y artífice del crecimiento reciente, Kronfle duplicó el número de hoteles de cinco a diez, con inversiones que superan los US$ 12 millones por hotel. La cadena Oro Verde cerró 2024 con una facturación de US$ 35 millones y tiene clara la hoja de ruta: llegar a 15 hoteles en 2028, con una inversión prevista de US$ 40 millones adicionales y una facturación proyectada de US$ 60 millones. El plan incluye reabrir operaciones en Quito. Este año, está previsto lograr ingresos por US$ 40 millones.
No se conoce a ciencia cierta cuándo empezó el negocio hotelero en el mundo. El libro de los récords Guinness determinó que el hotel más antiguo es el Nishiyama Onsen Keiunkan, fundado en el año 705, en Japón. Este hotel de aguas termales lleva funcionando 1.300 años; 52 generaciones de una misma familia han estado al frente desde sus inicios.
En Ecuador se cree que el Palacio de Pizarro, actualmente conocido como Hotel Plaza Grande y anteriormente como Hotel Majestic, en el Centro Histórico de Quito, fue el primer gran hotel de la belle époque; el edificio todavía conserva la elegancia palaciega.
El grupo hotelero que dirige Kronfle nació en los años ochenta, con una apuesta audaz de los empresarios suizos Kaspar Manz y Jack Custer, que quedaron aterrados con la experiencia hotelera en Guayaquil y vieron una oportunidad de negocio. Al mismo tiempo, José Antón, patriarca de la familia, construía el Unicentro, considerado el primer centro comercial cerrado de Guayaquil, y decidió levantar también en el centro de la urbe el Unihotel, hoy Uni Park. Al poco tiempo se asoció con los empresarios suizos, con una inversión de US$ 4 millones, equivalente a 220 millones de sucres de la época y, con los años, se convirtió en el accionista mayoritario. El nombre Oro Verde surgió de una fascinación de los suizos por las plantaciones de banano, símbolo de riqueza y expansión.
El primer hotel abrió en 1981 en Guayaquil y marcó el inicio de una cadena que creció con operaciones en Cuenca, Machala, Manta, Quito y Lima. Cada uno a un costó promedio de US$ 15 millones. Eran años de crisis y altas inflaciones. Planificaban costos de US$ 5 millones y estos se triplicaban. Ecuador estaba en el borderline de la dolarización, relata a Forbes.
En esos años, por discrepancias con uno de los socios suizos, el grupo se fraccionó. La familia Antón no cedió la marca Oro Verde, a cambio de los hoteles de Quito y Lima.
El escenario donde se desarrolla esta crónica nos lleva a 1892. La conversación con Edmundo Kronfle se dio en la edificación del antiguo Hospicio Corazón de Jesús, construido por la Junta de Beneficencia de Guayaquil. A inicios de los ochenta, esta reliquia arquitectónica fue desarmada pieza por pieza para ser parte de un grupo de casas antiguas reubicadas en el Parque Histórico, en la vía Samborondón.
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