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El argentino Gustavo Iñurritegui es el CEO de la filial de la multinacional que mantiene felices a los accionistas. El año pasado facturó US$ 80 millones y generó US$ 6 millones en utilidades. Una atinada estrategia con los tres sindicatos permitió que la pandemia se atravesara con éxito, incluso con mayor empleo y producción. La alta demanda de griferías y sanitarios hace proyectar que este año la facturación superará los US$ 85 millones y que se dibujará en el horizonte una nueva fuerte inversión.

21 Octubre de 2022 02.01

El plan era quedarse en Ecuador solo cinco años. Ya lleva 26. Se define como un ecuatoriano nacido en Buenos Aires, del barrio de San Lorenzo, 'cuervo' a morir. Llegó al país con su esposa. No tiene hijos, sí perrhijos. Tuvo la intención de hacerse hincha del Deportivo Quito, por la similitud de los colores de su amado San Lorenzo, pero l  inauguración del estadio de Liga Deportiva Universitaria se cruzó en el camino. “En Argentina somos futboleros. Así que cuando vine me dije: 'Bueno, me tengo que hacer hincha de algún club'. Era 1997 y me fui a ver el primer partido de Liga en su estadio. Jugaba contra Boca Juniors. Y yo, además de ser de San Lorenzo, soy anti-Boca. Ganó Liga 3 a 0 y me hice hincha”. Cuando se le pregunta a Gustavo Iñurritegui, presidente ejecutivo de FV
Ecuador si extraña Argentina, responde: “Cuando estoy acá digo: 'Sí, extraño', pero cuando estoy allá digo: 'Hoy día, Quito, Ecuador, es mi lugar'. Se ha recorrido todo el país, solo le falta conocer Galápagos. Pero es cuestión de tiempo…

Toda una vida en FV.

Entré a trabajar en FV Argentina en 1984 como asistente de costos, después fui jefe de costos, luego jefe de contabilidad. En 1996 me dijeron si quería venir a Ecuador como vicepresidente financiero. Dije sí. En 2008 se jubiló el fundador y presidente de Ecuador y me ofrecieron quedarme; acepté. Como presidente ejecutivo desde 2009. Cuando vine de Argentina, iba a venir por unos cinco años, pero en 2001 se desató la crisis económica en mi país. La gente me llamaba por teléfono de Argentina para ver si había algún puestito acá.

¿Y cuál es su balance de estos años?

Muy bueno. Entre el trabajo en FV Argentina y FV Ecuador, acá es mucho más agradable. La gente en Ecuador es mucho más colaboradora, más participativa, se pone más fácil la camiseta de la empresa. En Argentina es un poquito más complicado, los sindicatos tienen mucha fuerza. Acá hemos recibido colaboraciones de los sindicatos.

¿Cuántos sindicatos son?

Tenemos tres comités o asociaciones: uno de grifería, uno de sanitarios y una asociación de empleados que involucra a las divisiones comercial y administrativa. Con los tres tenemos un diálogo muy bueno. En 2015, los accionistas (85 % la familia Viegener de Argentina y el resto ecuatoriano) decidieron ampliar las fábricas. Dijeron: 'Esto está caminando bien, tenemos confianza, invirtamos unos US$ 30 millones'. Entonces, con un poco de temor, invertimos, porque si se espera todo barranca abajo y viento a favor, no se hace nunca, hay que jugarse a veces. Sacamos un préstamo, hicimos la inversión y ampliamos la fábrica de sanitarios. En 2018 estuvo lista, pero no la pusimos en funcionamiento porque no había mercado. En ese momento fabricábamos unos 70.000 sanitarios por mes, pero teníamos la planta montada como para 120.000 piezas por mes. Pero llegó la pandemia, en marzo 2020, cerramos la planta por tres meses. Salvo el guardia, no había nadie acá adentro.

Pero tenían stock.

Sí, pero no se vendía nada. Justo era marzo y en abril se suelen cobrar los dividendos. Los accionistas me dicen: 'Gustavo, no cobremos dividendos, usa esa plata para pagar a los muchachos'. Teníamos en ese momento 1.100 personas trabajando. Les pagamos marzo, abril, mayo. En junio se reabrieron las actividades y la verdad es que tuvimos una gran reacción del mercado, una demanda impresionante.

¿A cuánto subió la demanda?

Vendíamos 70.000 piezas y nos pedían más y más y más. Entonces dijimos: 'Bueno, subamos la producción'. Pero para subir la producción de la fábrica de sanitarios, a 110.000 piezas, teníamos que pasar de 400 a 600 empleados

¿Lo hicieron?

No, era imposible, porque tenemos un protocolo muy complicado para incorporar gente. Así que hablé con los comités y les dije: 'Muchachos, el mercado nos está pidiendo producto, pero tenemos que enrolar a 200 personas más. Tomar a estas personas nos llevaría ocho meses, por lo menos'. En la fábrica de sanitarios se trabaja tres turnos, de ocho horas cada uno, y hay un cuarto turno de fines de semana. Entonces, les dije: '¿Qué les parece si en vez de trabajar ocho horas, hacemos turnos de 12 horas? Así subimos a 50 % la población y subimos inmediatamente la producción a 110.000 piezas'. Aceptaron. La gente pagó rápidamente las horas que debía de marzo, abril y mayo, que cobró y no trabajó, y después cobró horas extras. El buen clima que tenemos entre el comité y nosotros hizo que esto pudiera suceder.

¿Y eso cuánto tiempo duró?

Fue desde septiembre de 2020 hasta abril de 2021.

Mientras tanto, ¿contrataron lo que se necesitaba?

Claro, a partir de ahí regresamos a los tres turnos de ocho horas. Los muchachos estaban realmente muy cansados. Arrancamos pandemia con 1.100 personas y hoy somos 1.400. El clima de buena relación con los comités permitió esto.

¿Dónde se sostiene esa química? Porque la relación entre los sindicatos y los ejecutivos de las empresas, históricamente en Ecuador, ha sido muy tensa.

Es una inversión y una cosecha a largo plazo, es decir, uno no puede de la nada decirles: 'Muchachos, hagamos esto'. Hay que sembrar y regar permanentemente. Nuestra relación siempre fue buena. Cuando les cuento lo que hicimos en la pandemia a los accionistas en Argentina me dicen: 'No te lo puedo creer, eso acá es imposible, el sindicato te habría dicho 'OK, lo hacemos, pero esto, esto, esto'. Acá, cuando lo planteamos dijeron: 'La empresa necesita esto, estamos agradecidos porque nos mantuvo los tres meses'. Muchos familiares, parientes, vecinos de nuestros trabajadores se habían quedado sin trabajo, entonces, de alguna forma, como agradecimiento a eso, ellos colaboraron. Si ellos tienen necesidades y podemos atender, lo hacemos, si ellos nos piden algo o nosotros pedimos algo y ellos sienten que lo podemos hacer, también lo hacen, así que, en ese sentido, es una colaboración mutua.

Es la relación soñada.

La relación es buena, eso no significa que sea perfecta, siempre hay roces, pero en términos generales, siempre estamos para colaborarles y ellos sienten que están para colaborarnos.

¿Siguen a full capacidad?

Los fabricantes vecinos, tanto en Perú como en Colombia, tuvieron traspiés, problemas para arrancar, así que demandaron bastante de nosotros. Por otro lado, China también complicó su entrega de productos, había problemas con los fabricantes, problemas logísticos. Eso hizo que la gente dejara de importar, así que la demanda fue realmente fabulosa. En 2019, antes de la pandemia, facturamos US$ 64 millones; en 2020, con la pandemia, US$ 58 millones, es decir, una caída, pero solo del 10 %; y, en 2021 estuvimos en US$ 80 millones de facturación. Y para este año tenemos proyectado estar un poquito por encima del año pasado, en el orden de los US$ 85 millones.

¿Habrá más inversiones? 

Con los buenos resultados que tuvimos el año pasado, ganamos US$ 6 millones, repartimos dividendos por US$ 4 millones. Los accionistas están…

Felices.

Felices. Y ya empezamos a hacer propuestas de nuevos crecimientos. Tenemos capacidad para crecer rápidamente en grifería y lo único que tendríamos que hacer es comprar un par de máquinas sencillas e incorporar gente, nada más. Para sanitarios, que estamos a tope de capacidad, hay que hacer una inversión más grande, hay que construir, hay que traer hornos, es una inversión que va a llevar por lo menos un par de años desde que se tome la decisión.

¿Cómo está conformado el mercado, o sea cuánto porcentaje exportan?, ¿cuánto lo venden acá?

A ver, ahí hay que separar grifería y sanitarios. En grifería, el 90 % de nuestra producción se ubica en el mercado local, el 10 % se exporta. En sanitarios es dos tercios para el mercado local y un tercio para el mercado de exportación, aproximadamente. Y estamos sobredemandados, tanto en el mercado local como en exportaciones. 

O sea, las inversiones se vienen ya. 

Creo que sí, los accionistas están con ganas, estamos simplemente afinando el lápiz para ver el momento de hacerlo.

¿Dónde ve en los próximos años a FV Ecuador?

En los últimos años ha dado pasos gigantescos y espero que los siga dando, es decir, yo soy un fiel defensor de la industria nacional. La industria nacional le da de comer de una forma importante al país. Apoyo al Gobierno actual, a pesar de que está muy partidario de los tratados de libre comercio (TLC), donde si uno no los limita de alguna forma, pone en serios riesgos a las empresas locales, a las empresas que producen en Ecuador. Yo sí creo que hay que competir, pero lealmente. Entonces, en la medida en que el Gobierno se meta en el TLC, pero con cautela, va a ser una buena cosa para el país y para todos los que fabricamos localmente. (I)

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