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Roxana Lara Diseñadora Guayaquil - Ecuador
Negocios
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Roxanna Lara de Faithful se ha ganado un nombre en el mundo de la moda y el modelaje. Con su maca Copacabana Beachwear está en tiendas de EE.UU., Canadá y Australia. La línea de sus colecciones incluye salidas de baño, bikinis reversibles. A finales de 2023 sacará prendas para la línea fitness.

14 Febrero de 2023 21.04

Cuando tenía entre 14 y 15 años era “muy, muy delgada”, y todos los trajes, para ir a los matrimonios o a las fiestas que la invitaban, le quedaban grandes y tenía que mandar a ajustarlos. Así que decidió hacerlos ella. Era una adolescente en Guayaquil, a inicios de los años 2000, cuando comenzó a dibujar sus vestidos, luego iba a los almacenes y escogía las telas para confeccionarlos. También se inscribió en un instituto para aprender costura, durante los tres meses de vacaciones. Lo que Roxanna Lara de Faithful comenzó como una afición juvenil la llevó a convertirse en una cotizada diseñadora de modas. Su marca Copacabana Beachwear se vende internacionalmente, está en cinco ciudades de EE.UU., Canadá y Australia. Y tiene planes de traer la marca a Ecuador.

Ahora, con 36 años, recuerda que, después de esa adolescencia, estudió Negocios Internacionales en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UESS), y se fue a Carolina del Sur para realizar unas pasantías de su carrera. Ahí conoció Myrtle Beach, una ciudad costera del oeste de EE.UU., y uno de los destinos turísticos más visitados en ese país. Se enamoró de las tendencias que veía a diario, sobre todo de los look playeros. Se inspiró con todos esos colores y volvió a Ecuador empapada de ideas. Quería hacer un negocio de ropa resort, salidas de baño, vestidos y pantalones. 

“Recuerdo que comencé con esos pantalones que eran de tela stretch, en tallas small a large, y tuvieron bastante acogida en Guayaquil. Con las ideas que traje de California, me vine a manufacturar acá, participé en un mercadito en Samborondón, y se agotó todo. El enfoque de mi marca era: prendas que estiraban bastante, entonces podían usarlas desde una persona que estaba embarazada y luego de su parto, yo me enfoco mucho en la calidad de las telas, así comencé, y me mantengo”. 

Tenía 28 años y se preparó durante un mes para esa primera venta en el mercadito. Invirtió US$ 1.300, comenzó a diseñar lo que le gustaba y a confeccionar las prendas. Se fue a un taller de costura y prácticamente lo alquiló para ella sola, para sacar la primera producción. “Y  me lancé sin pensarlo, con lo que a mí me gustaba, con mi estilo que es un estilo caribeño conservador, que tenía muchos colores pero al mismo tiempo con la influencia de Carolina del Sur, que es un estado un poquito más conservador, y así fue como escogía mis telas y los diseños”.

Luego regresó a Carolina del Sur y vendía “un poco aquí y por allá”. Ella también se confeccionaba sus propias prendas y todos le comenzaron a preguntar '¿dónde la compraste?' '¿de dónde son estas prendas resort?' Se dio cuenta de que la gente usaba los pantalones no solo para ir a la playa, sino también para hacer yoga por la flexibilidad de la tela. Así que comenzó a confeccionar una línea resort world, que incluía pantalones y bolsos. En esa época su emprendimiento se llamaba Cabana EC.

“Era una joven que quería aprender, la verdad siempre tuve la visión de vender en Estados Unidos. También quería dar a conocer que nosotros podemos crear un producto en Ecuador y lo podemos vender allá, en lugar de al revés, ya que a eso hemos estado acostumbrados. Siento que no le damos valor a lo que podemos crear aquí, tenemos telas fabulosas, estamos al lado de Colombia y ese país es un mercado reconocido internacionalmente”. 

En esa época decidió irse a estudiar a Irvine California, un máster en Marketing con un minor en Global Media Comunication. Se había dado cuenta que casi todo lo que estaba vendiendo era a través de las redes sociales, que empezaban el boom. Y claro:”Me llevé unas maletas de todo lo que yo hacía acá, me acuerdo, que me fui cargada de todas estas prendas y comencé a venir y me llevaba mis prendas para allá. Me metí en mercaditos, entonces, repliqué más o menos lo que yo hacía en Ecuador, y así fue como empecé a darme cuenta de que a la gente le encantaba mi estilo. Tenía acogida y dije: 'Bueno, vamos a hacer ya una inversión', terminé el masterado, y cuando estaba en California me casé, tuve mi primer hijo, ahora tengo dos”.

Se radicó en California del Sur y seguía prefabricando en Ecuador. 

Era 2016 cuando decidió “arrancar en serio”. Comenzó formalmente su negocio y registró su marca como Copacabana Beachwear. La inversión inicial fue de US$ 15.000, que incluyó la página web y el marketing. Ella se encargaba de manejar las redes sociales al 100 %. Y asistió a ferias en Las Vegas y a Miami, donde conoció a compradores de todo el país y le empezaron a llegar los pedidos por montones. 

También colocó la marca en diferentes tiendas. Necesitaba más prendas para atender la creciente demanda. Recuerda que ahí tuvo problemas, ya que trató de abastecer a todos los locales, pero la producción con la manufactura que tenía en el país no era suficiente y buscó otras fábricas en Colombia.

Su nombre se estaba posicionando en el mundo de la moda y el modelaje. La invitaban a eventos de diseñadoras y tenía contacto con las clientas, que le sirvió para conocer qué opinaban de sus productos y sus gustos. Comenzó con prendas genéricas para playa y lanzó dos colecciones en el primer año. Dos años después introdujo los bikinis. Posteriormente sacó colecciones base, como The Getaway Collection, Wanderlust Collection, Swimwear Collection, 50 Shades of Sunshine, otras que ha sumado en los últimos años y una variedad de bikinis, prendas para salir del mar, tops, bottoms, playsuits, vestidos y accesorios.

“Son cuatro colecciones base que han variado según la temporada. Si hay algo que me diferencia de la competencia, es que los trajes de baños son versátiles, muchos de los bikinis son reversibles, hice creaciones dos en uno, y tres en uno, porque algunos pueden cambiarse los tops y usarse casual. Otra característica, es que las telas por un lado pueden tener piñas y al otro lado son de otro color, fue un boom, mucha gente comenzó a taggear en las redes sociales”. 

Algunos modelos los conserva porque se convirtieron en “best sellers", son iconos de la marca como los bikinis de las piñas, sigue produciendo entre 25 a 30 modelos, pero son variables. Además, ha introducido tallas grandes porque identificó que las mujeres “de tallas plus también quieren usar bikinis, ya no es como antes, cuando al diseñar tallas plus, solo se hacían trajes de una pieza, ha ido evolucionando el tema del cuerpo y la aceptación”. 

En el portafolio de la marca también se ofrece sombreros de paja toquilla, elaborados por artesanos cuencanos. Ella quiere destacar al producto ecuatoriano por su alta calidad y porque van con el estilo resort de Copacabana. “Mi misión es hablar del Ecuador y ayudar a la industria, que la gente conozca de dónde vengo”.

El uso reversible de las prendas también va en la línea de la sostenibilidad que promueve. Ha participado en varios movimientos a favor de la conservación ambiental, y un porcentaje de las ganancias se destinan a una fundación que trabaja en el tema ambiental. En 2022, las ventas de la marca llegaron a US$ 380.000 y para 2023 calcula un incremento entre 30 y 40 %. 

Lara de Faithful se ha especializado en servicios de consultoría en temas de emprendimientos y marketing digital relacionado a la moda. Copacabana ha sido parte de tres Fashion Weeks y principal sponsor del Miss Bikini USA, que se celebra en Miami. Así mismo, ha participado en un reality show para Roku TV con su marca. Y como diseñadora salió en la portada de la revista Millenium magazine, con sede en Nueva York. 

Entre sus planes están entrar a la creciente industria fitness, sacar algunas colecciones una vez que conozca el mercado, pero inicialmente proyecta tener las primeras prendas para finales de 2023. También tiene la ilusión de que la marca llegue a Ecuador, para eso no tiene fecha. (I)

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