Pablo Campana Sáenz se mantiene en una reunión por largas horas. Sale y vuelve a entrar a su oficina, ubicada en una de las zonas de mayor desarrollo empresarial, en el norte de Guayaquil. Tiene otra reunión planificada con los abogados en el exterior vía telemática que no puede esperar.
En el lobby hay grandes maquetas y los renders de los proyectos inmobiliarios en desarrollo que están en el portafolio de Millenium, la promotora inmobiliaria del Grupo Campana. Las maquetas son de MilleniumMed Hospital, con una inversión de US$ 136,9 millones, y Maxximus, el rascacielos en Puerto Santa Ana, por US$ 150 millones. Uno de los renders es Grand Bay Manta, por US$ 111,6 millones. Hay otro paquete de proyectos en gestión, entre 12 y 14, por un monto aproximado de US$ 711 millones.
La agenda del presidente ejecutivo del Grupo Campana está copada para el resto del día, aunque busca un espacio para atender a Forbes Ecuador hacia el final de la tarde de un martes a inicios de mayo de 2025.
Finalmente pasamos a su oficina y de pronto nos sentimos reflejados en una pantalla gigante que cubre casi toda una pared, con una cámara tipo Gran Hermano, que le sirve para mantener reuniones de negocios con todo el mundo. Hay muchas fotografías familiares, recuerdos, cuadros, y una extensa mesa de mármol desde donde despacha el empresario ecuatoriano, de 52 años, nacido en Quito, exministro de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, y tenista retirado.
Prefiere que le llamen "emprendedor"; lidera la empresa familiar fundada hace 13 años, y tiene más planes que comparte en una conversación cargada de buen humor. ¿Cuántas horas trabaja? Dice que no para nunca de trabajar. En la noche, cuando está en familia, no apaga el celular porque siempre hay alguien que necesita contactarlo, y él necesita hablar con sus ejecutivos por cualquier consulta. "No es solamente trabajar, sino pensar qué más vas a hacer. ¿Qué desarrollar, qué oportunidades puedo encontrar?, ¿qué necesidades hay y cómo dejar un legado? Y demostrar que sí se puede en nuestro país. Creo que el que ama lo que hace no necesita desconectarse".
La clave del éxito es trabajar con pasión y hacer lo que te gusta, lo que te mueve la aguja". Hay una pregunta inevitable: ¿Cómo le está yendo a 'Leo' en el New England Revolution, de la Mayor League Soccer (MLS)? Inevitable, después de ver las fotografías de gran tamaño de su hijo, Leonardo; en una está con el argentino Lionel Messi cuando jugaban en el Inter de Miami. Volvió a hacer goles en su nuevo equipo.
Pablo Campana Sáenz sorprende cuando revela que su deporte preferido es el fútbol, hasta le encantaría ser presidente de Barcelona Sporting Club, aunque se lo recuerda como tenista profesional en los años noventa. Jugó en Copa Davis, participó en las Olimpiadas de Atlanta en 1996, y se retiró muy joven de este deporte.
Se graduó de ingeniero comercial con mención en Negocios Internacionales y Marketing, en la Universidad del Pacífico, y tiene un máster en Dirección de Empresas del IDE Business School, así empezó una carrera ascendente, hasta liderar uno de los grupos más importantes del país.
¿Cuál es la estrategia en cualquier negocio o actividad?
En la vida debes tener muy claro a dónde quieres ir y qué tienes que sacrificar, y yo decidí sacrificar muchísimo la vida social.
Mi prioridad es siempre Dios, la familia, la salud, y, por eso, siempre estoy cerca del deporte y la empresa. Trabajo, trabajo, trabajo. Todo el tiempo estoy pensando qué más hacer.
¿En qué momento ve los partidos de 'Leo'?
El hobby más grande que tengo es ver a mis hijos competir, hacer una presentación. Mi hija, Fiorella, de 14 años, hace danza, se presenta a veces en teatros, gana competencias. En el caso de Leonardo, este sábado me voy a verlo en Orlando, me encanta verlo jugar y golear en sus partidos de fútbol, que es mi deporte preferido.
Dice que el fútbol es su deporte preferido, ¿y el tenis?
No, el fútbol de largo. Fui tenista profesional y no lo hacía mal, pero mi deporte pasión era el fútbol. Jugué en las divisiones de inferiores de la Universidad Católica cuando el técnico era Primo Caballero. Y luego vine a vivir a Guayaquil, pero siempre fui barcelonista.
¿En qué momento se decidió por el tenis y no por el fútbol?
Más o menos a los 15 años. Tenía que escoger uno de los dos caminos porque el biotipo del tenista es muy distinto al futbolista. El tenista tiene los músculos más alargados. El futbolista es más masa muscular, más potencia. Entonces, el momento que combinar dos tipos de deportes así, vienen los desgarros, lesiones, y dejé el fútbol. Comencé a jugar campeonatos de tenis y a recibir premios económicos, así que fue mi profesión hasta los 24 años.
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