Forbes Ecuador
José Simadevilla
Nómades
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Con 41 años en el mercado, 35 puntos de venta y una facturación de US$ 2.8 millones Pollo Stav es el reflejo de una planificación a largo plazo. El colombiano Manuel Cimadevilla dirige la cadena y asegura que la mejor publicidad son el boca a boca y la pasión que le ponen a su negocio.

13 Julio de 2023 11.22

Corría el año 1982 y en Colombia se vivía una época complicada por la violencia y la narco guerrilla. Esa realidad le llevó a José Cimadevilla padre de Manuel José a tomar la decisión de buscar otro destino para vivir sin temor con su familia. Escogió Ecuador porque un año antes había pasado unas vacaciones y le pareció el lugar ideal para que crezcan sus dos hijos.

41 años después, su hijo Manuel José, Pepe para todos, se sentó con Forbes Ecuador para contarnos como nació Pollo Stav en Ecuador. "El origen del nombre es el secreto mejor guardado de mis papás. Me van a matar, pero es genial como nació. Es una abreviatura de SurTidora de AVes, ese es el nombre del negocio familiar en Colombia. Pero rompen los esquemas al adoptar el color verde, cuando la psicología del color para comida es rojo o amarillo. Además, lo anclan a la palabra ´pollo horneado´ y así lo relacionaron con el chancho hornado. Todo esto, sin tener idea de marketing. Se fueron contra todas las reglas".

Otro secreto súper guardado es el gusto y el sabor que se disfruta en cada presa de pollo. Enseguida le preguntamos ¿Por qué la competencia no consigue lo crocante y el condimento? "Si te cuento la receta, no sólo quebramos, sino que me desheredan (risas). El sabor empieza desde el balanceado. El pollo es fresco, no dura más de 24 horas en nuestros locales. Lo adobamos con nuestra súper fórmula. Por todo este proceso su precio es superior al resto. El producto de mi competencia, cuando lo consumes, a veces lleva hasta 72 horas en el congelador antes de que llegue al consumidor". 

Con una taza de café en la mesa, Cimadevilla recuerda su infancia. "En noviembre de 1982, con dos mil dólares de la época, mi papá abrió su primer local en las calles Iñaquito y Pereira, en el norte de Quito y le fue pésimo. Los primeros dos años fueron durísimos".

Pese a esta experiencia no desmayó aunque por momentos dudaba si hizo lo correcto al venir a Quito. En eso, como caído del cielo apareció un local en las avenidas Gaspar de Villarroel y Amazonas. Consiguió un crédito de US$ 10.000 y lo compró.  Este fue el inicio de una carrera ascendente que pese a los problemas que pasan siempre en nuestros países, como paros y crisis económicas, ha podido salir a flote. De 300 pollos mensuales que comercializaban al inicio, 10 años después vendían sobre las 30.000 aves.

En 1992 Cimadevilla padre decidió cruzar el Atlántico y abrir un local en Sevilla, España, aprovechando su doble nacionalidad. La inversión superó los US$ 500.000, ya que incluía la compra y adecuación de un local. El panorama pintaba muy bien, tanto que seis meses después le llegó una oferta muy tentadora de compra del sitio por parte de una inmobiliaria, a lo que no pudo negarse. Ahí termino la aventura en España. 

Pepe Cimadevilla va por su segundo café y cuenta que se graduó de Finanzas y Marketing en la Universidad San Francisco de Quito; en 1996 se unió al negocio familiar. "En ese año abrimos Cumbayá y otros dos locales, facturábamos unos US$2,5 millones. En 1998, vendíamos 50.000 pollos, contábamos con 70 empleados, y luego pasamos a cerca de US$ 4 millones, fue una época de oro".

Llegó 1999 y el feriado bancario les obligó a reinventarse. Stav optó por instaurar un sistema de franquicias. El punto de venta costaba US$ 15.000 y con una regalía mensual del 7% de las ventas brutas. Se abrieron siete locales con esta modalidad en Riobamba, Ambato, Ibarra y cuatro en Quito. En el año 2000 las ventas llegaron a US$ 3 millones. "Al principio caminó bien, pero fue un matrimonio complicado, siempre la relación fue difícil. Cinco años después, en 2005, nos vimos obligados a recomprar las franquicias porque no respetaban los lineamientos y calidad del negocio. Nos costó unos US$ 600.000 esta operación. También tuvimos un joint venture con Repsol a nivel nacional. Pusimos 14 puntos de venta, cada uno nos costó US$ 100.000. Cuando Primax compró Repsol el convenio murió. Perdimos US$ 1,5 millones en esa expansión. Esos cinco años fueron de resiliencia e innovación. Optamos por franquiciar a la propia familia y el sistema ha funcionado. Paulatinamente resurgimos".

Corría el 2010 y para ese entonces contaban con 15 puntos de venta, 300 empleados e ingresos por US$ 4,5 millones.  Con una mente emprendedora, este ejecutivo de 49 años se embarcó en un nuevo desafío. Abrir en Lima, Perú y con una inversión de US$ 1 millón la marca llegó a tener tres puntos de venta. Su hermana, María del Pilar se radicó allá para manejar el negocio. Sin embargo, el Covid 19 acabó con sus sueños de expansión. Cerraron sus operaciones en Perú y nuevamente a reinventarse. "Perdimos quinientos mil dólares. En 2019 facturamos US$ 3,5 millones, pero en 2020, por la pandemia, se bajó al 50%, no vendíamos ni 3.000 pollos. En una conversación por zoom con mi papá que estaba en EE.UU. le comenté que el gobierno había emitido una ley que nos permitía reducir el personal y reajustarnos a la nueva realidad. Su respuesta fue tajante: "primero muerto, antes que hacer eso a mis colaboradores".

Tras esta decisión, añade que pasó varias noches sin poder dormir. Su cerebro daba mil vueltas buscando una fórmula que les permita sobrevivir. Para ese entonces, Stav contaba con 18 locales y 300 empleados. "La respuesta de nuestros colaboradores fue increíble, llegamos a acuerdos de pago para sus salarios, hicimos turnos de trabajo e incluso se quedaban a dormir en los locales por el toque de queda". El negocio dio un giro de 180 grados y adoptó la modalidad de delivery. 

Cimadevilla decidió que las plataformas digitales serían sus aliados estratégicos y no únicamente medios de promoción y distribución. 

Amante de la adrenalina y de las emociones fuertes, este ejecutivo se calificó como piloto y completó 600 horas de vuelo en una aerolínea que ya desapareció. También es buzo y una vez al año explora los mares del archipiélago de Galápagos y los fines de semana no se pierde los paseos en moto con sus amigos.

En 2021 se abrieron cuatro nuevos locales de Stav y la cadena vendió 240.000 pollos para tener una facturación de US$ 2,8millones. Los últimos años han sido sólo hacia arriba. Si las matemáticas funcionan, según lo planificado, este 2023 comercializarán alrededor de 400.000 pollos, lo que les permitirá cerrar las ventas en US$ 6 millones y probar suerte en Paraguay. (I)

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