Nació hace 41 años en Williams Lake, una pequeña ciudad de 10.000 habitantes en el centro de Canadá. Llegó a Quito en noviembre de 1999 por el trabajo de su padre. Recuerda que a los pocos días de llegar fueron a Ambato para ver la erupción del volcán Tungurahua. "Fue toda una aventura. Nunca había visto algo así".
Con un tono anecdótico comenta que en la sierra su nombre lo pronuncian con una f al final y en la costa con una x. Su llegada a Ecuador coincidió con uno de los capítulos más duros de la historia económica del país.
Para Mclean, el crack financiero de 1999 y 2000 fue traumático. "Ver la desesperación de la gente por la pérdida de sus depósitos, las marchas indígenas y las protestas callejeras. Hasta hoy guardo unas fotos que tomé en esos meses. En Canadá eso no sucedería nunca".
Durante su último año de colegio empezó a dar clases de inglés y ganaba US$ 8 por hora, sin sospechar que ese sería el inicio de su futuro profesional.
Al terminar su bachillerato volvió a Canadá a trabajar. Luego de un año regresó a Quito para visitar a sus padres, pero se quedó indefinidamente. Decidió comprarse un celular y poner un anuncio en los clasificados de diario El Comercio en donde ofrecía clases de inglés con un profesor nativo hablante.
Su primer gran contrato fue con Pronaca para capacitar a asistentes ejecutivas, con un salario de US$ 1.000 mensuales. El siguiente escalón fue en Ernst & Young (EY) y desde entonces no ha parado. En 2005 fundó Lenguatec, una empresa de servicios lingüísticos que incluye interpretaciones, capacitaciones y traducciones.
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En 2014 la empresa llegó a facturar US$ 700.000. Hoy, tras superar las crisis producidas por la pandemia, los bajos precios del petróleo y las incertidumbres políticas, los ingresos anuales son por US$ 450.000. "Los ecuatorianos me enseñaron a no rendirme, a enfrentar los riesgos pese a las crisis. Ecuador me ha dado todo, es un país maravilloso".
Al frente de Lenguatec, este canadiense con corazón ecuatoriano ha dictado más de 75.000 horas de clases, 400.000 páginas traducidas y 2.000 horas de interpretación simultánea.
Se describe como emprendedor, padre de familia y amante de la naturaleza. Fuera de los negocios dice que perdió la cuenta de cuantas veces ha visitado Galápagos y lo que más le impacta es la Amazonía. "Ver caimanes, delfines rosados, monos, pájaros y hasta anacondas en su hábitat natural, es mágico, de otro mundo".
Hace seis años asumió como presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio Ecuatoriano-Canadiense. "Mi mayor reto fue apoyar las negociaciones del tratado de libre comercio entre los dos países firmado en enero de este año y que entrará en vigencia a mediados del 2026".
Según el reporte de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), en 2024 las exportaciones no petroleras a Canadá sumaron UUS$ 269 millones, mientras que las importaciones fueron por US$ 333 millones. La balanza comercial fue desfavorable para nuestro país en US$ 64 millones.
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Con un acento extranjero que todavía mantiene insiste que los ecuatorianos debemos aprender a valorar las riquezas que tenemos y cita una frase de Alexander Von Humbolt. "Los ecuatorianos viven pobres en medio de incomparables riquezas". Y añade, "Es un país pequeño que lidera exportaciones de camarón, banano y flores, con una cordillera llena de minerales, un clima privilegiado y, sobre todo, gente amable trabajadora y resiliente".
Su otra pasión es el hockey. En Ecuador tuvo que aprender a jugarlo con patines de ruedas y superar algunas caídas. Con su equipo Raptors logró el campeonato nacional en 2017. Disfruta del ceviche, el hornado y la fritada en todas sus formas. Los fines de semana no puede faltar el tigrillo en los desayunos familiares.
McLean llegó por casualidad y se quedó por convicción. Cada dos años toma un vuelo de 24 horas para visitar a su familia en Canadá. "Ecuador es mi hogar". (I)