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Javier Torres de Arcamia
Negocios
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Con seis tiendas, un e-commerce, 84 marcas y una base de 45.000 clientes, Arcamia es un referente en el ecosistema de salud, belleza y bienestar. Javier Torres, gerente general, reveló cómo una visión creció en plena pandemia.

28 Noviembre de 2025 06.00

Arcamia nació en agosto de 2020, cuando el país todavía aprendía a respirar dentro de una pandemia que redefinió prioridades, hábitos y expectativas. Lo que empezó como un e-commerce pequeño, con una inversión centrada en tecnología, logística y un inventario inicial de apenas US$ 50.000, hoy es una marca que reúne salud, belleza y bienestar bajo un mismo techo.

Ese punto de partida, fue suficiente para que Javier Torres, como gerente general entendiera que el país estaba cambiando. A sus 44 años, después de una vida entera en el mundo de las telecomunicaciones, veía cómo la idea de bienestar se transformaba en una necesidad emocional, física y mental. "La persona no solo tiene que verse bien, tiene que sentirse bien".

Cuando este ejecutivo recuerda sus primeros años en Cuenca, lo hace vendiendo stickers de superhéroes como Superman o Batman en el colegio a 5.000 sucres. "Siempre supe que mi vida sería en el mundo comercial. Soñaba en liderar algo grande".

Javier Torres de Arcamia
Javier Torres, gerente general de  Arcamia.   Fotos:Pavel Calahorrano Betancourt

Se graduó de ingeniero de sistemas en la Universidad del Azuay.  En 2005 aplicó para un puesto de ejecutivo de servicio al cliente en Alegro, pero en la entrevista escuchó algo que marcaría su carrera. "Tiene perfil de jefe". A los 24 años dirigió el primer punto de atención en Cuenca. Tres años después llegó a Movistar. Empezó como ejecutivo, pasó a jefe de punto, en 2009 se mudó a Quito para asumir la jefatura territorial. 

En la pandemia, en medio de la incertidumbre fue contratado como gerente regional de Farmaenlace. "Me tocó aprender desde cero. Fue un salto al vacío". Ese cambio sería el puente hacia lo que vendría después. Meses más tarde, una conversación casual, un cruce de tarjetas de presentación con un grupo de empresarios lo conectaron para que liderara el negocio que estaban creando.

El nombre combina dos ideas. Arca, como un espacio que guarda lo esencial para vivir y mía, que significa lo propio. "Creamos un lugar para que cada persona encuentre salud, belleza y bienestar".

La empresa empezó como un e-commerce. La inversión inicial de US$ 50.000 se concentró en la plataforma tecnológica y en un inventario con nueve marcas y cinco SKU por cada uno, ocho de ellas importadas.

En 2021 llegó el primer gran salto. Con una inversión cercana a los US$ 100.000 abrieron la primera tienda física en un centro comercial en Cumbayá. "Para entonces contábamos con 21 marcas. Ese año cerramos con una facturación de US$ 400.000".

Hoy es una empresa que integra salud, belleza y bienestar en un solo ecosistema. Suma seis tiendas físicas, además del canal digital. Su equipo supera las 36 personas, tiene una base de 45.000 clientes y un portafolio de más de 84 marcas, que incluyen productos dermocosméticos, líneas de skincare clínico, dispositivos de cuidado personal, fotoprotectores, soluciones de bienestar integral, moldeadores de sueño y suplementos especializados en reforzar el sistema inmunológico. "Después de la pandemia la palabra bienestar tomó otro sentido"

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En importaciones destinan en promedio US$ 100.000 por trimestre. Javier hace cuentas y comenta que la inversión en tecnología es constante. US$ 200.000 en un nuevo ERP (sistema de software), US$ 45.000 para la renovación de su web y otros US$ 10.00 en el CRM (gestión de relación con el cliente). En 2024 alcanzaron ventas por US$ 1,6 millones y este año proyectan llegar a los US$ 2 millones. "Empezamos la expansión internacional en Colombia y Perú a través de e-commerce".

El camino, sin embargo, no fue fácil. Javier reconoce las oportunidades que Ecuador ofrece, pero exige resiliencia. "Hay una competencia muy agresiva, una guerra de precios desleal. Todo el mundo quiere ser empresario, pero no todos logran trascender".

Cuando no está recorriendo tiendas o analizando números, este empresario nada, va al gimnasio y vuelve a Cuenca cada vez que puede. "Dicen que ya no hablo como cuencano, pero cuando regreso les hago bailar un ratito", comenta entre risas. (I)

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